Un índice de criminalidad para Colombia

Diana Margarita Quintero Cuello
Economista Universidad de los Andes. Administradora Pública Universidad de Harvard
Directora de Estudios Sectoriales Ministerio de Defensa Nacional.
dianaquintero@mindefensa.gov.co

Yilberto Lahuerta Percipiano
Economista Universidad Nuestra Señora del Rosario
Coordinador Grupo de Información y Estadística, Ministerio de Defensa Nacional.
yilberto.lahuerta@mindefensa.gov.co

Johanna Maryery Moreno Acosta
Contadora Universidad Libre, con Especialización en Gestión Tributaria
Analista Grupo de Información y Estadística, Ministerio de Defensa Nacional.
Johanna.moreno@mindefensa.gov.co

RESUMEN

El presente documento busca establecer un índice de criminalidad para Colombia, integrando los principales delitos del país entre 1994 y 2007. Si bien es cierto que el homicidio es ampliamente reconocido como el delito más grave y el más homogéneo en el tiempo, existen otras manifestaciones de violencia y criminalidad que afectan profundamente a la población, y por lo tanto es pertinente incluirlas dentro de un mismo índice para poder tener una visión completa del comportamiento de los problemas de seguridad.

Luego de una revisión de los instrumentos utilizados en Colombia y en el mundo para medir de manera agregada la criminalidad año a año, queda claro que no existe un indicador para tal fin. Así, el documento presenta tres enfoques metodológicos diferentes, pero muy cercanos entre sí, para entender la evolución de la criminalidad en el país, teniendo como base la combinación ponderada de varios delitos, y no únicamente el homicidio.

Una innovación interesante que presenta el documento es la de usar como ponderador la pena impuesta a cada delito en el Código Penal colombiano como una medida objetiva de cómo la sociedad valora cada hecho.

Este ejercicio tiene algunas limitaciones, relacionadas con la fuente de información y el hecho de no hacer un análisis regionalizado. Sin embargo, a través de este análisis, se busca incentivar más y mejores aproximaciones al tema en el futuro, fortaleciendo el análisis de las cifras de criminalidad en Colombia, y por tanto, el diseño de políticas públicas para enfrentarla.

Palabras Clave: Indicador, Colombia, Criminalidad, Homicidio, Hurto, Secuestro, Metodología.

ABSTRACT

This paper attempts to establish a criminality index for Colombia integrating the major offenses in the country from 1994 to 2007. Though homicide is widely recognized and has been the most serious and homogeneous crime through time, there are other manifestations of violence and criminality that affect society profoundly. Hence, it is relevant to include such manifestations in the very same index in order to have a full spectrum of the behavior shown by security problems.

After a revision of the instruments used in Colombia and worldwide to measure up criminality year after year, it is evident that there is no indicator for such a goal. Hence, the document presents three different - but closely related - methodological approaches to understand the development of criminality in the country based not only on homicide but on the pondered combination of various offenses.

Using the punishment indicated for each offense in the Colombian Penal Code as a median measurer results in an interesting innovation as presented in this paper.

This activity evidences some limitations concerning the source of information and the lack of a regional analysis. However, this analysis attempts to raise an interest in more and better approaches to the topic, thus strengthening the analysis of criminality data in Colombia and, therefore, designing public policies to face such an issue.

Key words: Colombia, criminality, homicide, robbery, kidnapping, methodology.

INTRODUCCIÓN

La mayoría de estudios sobre la violencia en Colombia buscan entender las causas de las manifestaciones criminales, así como sus implicaciones, para dar recomendaciones de política pública1. Muchos de estos utilizan la tasa de homicidios como indicador de violencia, o toman algunas de las variables relacionadas con la criminalidad por separado.

Si bien es cierto que el homicidio es ampliamente reconocido como el delito más grave y el más homogéneo en el tiempo, lo cual permite hacer comparaciones más confiables2, es importante anotar que existen otras manifestaciones de violencia y criminalidad que afectan profundamente a la población, y por lo tanto es pertinente incluirlas dentro de un mismo índice para poder tener una visión completa del comportamiento de los problemas de seguridad.

En consecuencia de lo anterior, el presente documento busca establecer un índice de criminalidad para Colombia, integrando los principales delitos del país: homicidio común, lesiones comunes, hurto de vehículos, hurto de motos, hurto a residencias, hurto al comercio, hurto a personas, hurto a entidades financieras, extorsión, secuestro, piratería terrestre y terrorismo3, entre 1994 y 2007.

Las anteriores manifestaciones de criminalidad se pueden dividir en cuatro grupos, teniendo en cuenta el Código Penal colombiano4: delitos contra la vida e integridad personal, contra la libertad personal individual, contra la seguridad pública y contra el patrimonio económico. Entre los primeros se encuentran el homicidio y las lesiones comunes, en el segundo grupo el secuestro, en el tercero el terrorismo y en el último toda clase de hurtos, la piratería terrestre y la extorsión.

Este documento está organizado en cuatro partes. En la primera, se hace una breve reseña sobre la importancia de la medición de las cifras de criminalidad. En la segunda, se hace una descripción de algunas experiencias internacionales y nacionales sobre el tema. La tercera parte presenta unas propuestas metodológicas para la obtención de un índice de criminalidad para Colombia. Por último, se presentan los resultados y conclusiones.

1. La medición del crimen5

La medición del crimen permite identificar las principales características y tendencias de los diferentes delitos, con el fin de desarrollar políticas de prevención y represión para mitigar los efectos de esta problemática social.

El análisis de las estadísticas sobre criminalidad se puede dividir en dos grandes áreas: la primera tiene en cuenta las cifras oficiales que surgen del registro que llevan a cabo los organismos policiales, judiciales y penitenciarios de cada país. Esta información tiene como ventajas su cubrimiento nacional, que normalmente sigue una metodología de contabilización relativamente constante y se constituye en una de las principales fuentes para el análisis comparativo internacional.

También tiene sus desventajas: no siempre las personas acuden a las autoridades a denunciar los delitos (principalmente los hurtos, las lesiones comunes y los delitos sexuales) y se pueden presentar errores o manipulaciones al introducir la información al sistema. Adicionalmente, los cambios normativos pueden modificar la definición de los delitos, afectando las respectivas series.

1 Ver por ejemplo Sánchez (2007).

2 Ver por ejemplo Rubio (1999), quien cita, entre otros, a Spierenburg (1996).

3 La fuente de esta información es la Policía Nacional, salvo para el caso del secuestro y la extorsión, que se toman los datos de Fondelibertad.

4 Ley 599 de 2000.

5 Olaeta (2003).

La segunda área se relaciona con las encuestas de victimización, las cuales tienen por objeto caracterizar los aspectos relacionados con la criminalidad con base en información recolectada directamente de la población para dar insumos a las autoridades, mejorando el proceso de toma de decisiones. Estas encuestas tienen un impacto en temas tales como el control territorial, la prevención y el seguimiento del delito y la medición de la criminalidad no denunciada.

Entre sus ventajas se destaca que, por la metodología empleada, se pueden capturar parte de los casos que no fueron denunciados, hacer evaluaciones de las instituciones involucradas y apreciaciones que no se tienen en cuenta en las estadísticas oficiales. Adicionalmente, estas encuestas permiten medir la percepción que tienen las víctimas sobre el crimen, los problemas de criminalidad y el desempeño de las instituciones llamadas a responder por estas temáticas.

Sin embargo, las encuestas de victimización también presentan desventajas: no abarcan la totalidad del país al concentrarse principalmente en los centros urbanos, no se llevan a cabo de manera sistemática y periódica (normalmente se toman más de seis meses) y pueden presentar sesgos, en la medida en que no son eficaces para captar, entre otros, delitos como el homicidio y los delitos sexuales, precisamente por su naturaleza de encuesta.

2. Experiencias internacionales y nacionales

En la mayoría de los casos, el indicador que se utiliza como referencia para la medición de criminalidad es la tasa de homicidio por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, esta medición deja por fuera una infinidad de delitos de gran repercusión, tales como hurtos, secuestros y extorsiones.

Por esta razón, se realizó un barrido de las metodologías utilizadas internacional y nacionalmente que tratan de abordar este tema con una visión más amplia, es decir, que no solo tengan en cuenta el homicidio como variable para explicar los niveles de criminalidad.

a) Índice de Crimen6

El Índice de Crimen se publicó por primera vez en Crime in the United States en 1960 como parte del programa Uniform Crime Reporting (UCR) del Federal Bureau of Investigation (FBI).

Tiene por objeto medir las fluctuaciones anuales, tanto en el nivel como en la tasa por cien mil habitantes de los delitos cometidos en los Estados Unidos, consolidándose esta información una vez al año.

La metodología del índice consiste en la agregación simple de siete delitos (homicidio sin premeditación no culposo, violación con el uso de la fuerza, robo a personas, agresión con daños físicos graves, allanamiento de morada, hurto y robo de vehículos). Se escogieron estos delitos por considerarlos los más graves y denunciados en los Estados Unidos.

En 1979 se introdujo una modificación a este índice por mandato del Congreso, y se creó el Índice de Crimen Modificado. La principal variación consistió en la agregación de un delito adicional: el incendio premeditado.

En junio de 2004 se aprobó descontinuar el uso del Índice de Crimen y el Índice de Crimen Modificado en el programa UCR, así como en sus publicaciones, ya que su interpretación era confusa en la medida en que el delito de mayor ocurrencia (el robo a personas) eliminaba otros delitos más serios pero menos frecuentes como el homicidio y las violaciones, y la metodología no corregía estas discrepancias.

6 Ver Federal Bureau of Investigation, 2007.

El índice fue reemplazado por la sumatoria del total de los delitos violentos y el total de delitos contra la propiedad, en espera de desarrollar un mejor índice, cosa que hasta la fecha no ha ocurrido.

b) Índice de Violencia7

7 Ver Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD), 2003.

Antes de 1990 se creía que con solo aumentar la riqueza o el ingreso per cápita de un país, se conseguía su desarrollo económico. Sin embargo, desde entonces se empieza a gestar una nueva corriente que considera que otros valores como la equidad, la democracia, el equilibrio ecológico, la justicia de género, entre otros, empiezan a ser factores relevantes a la hora de medir desarrollo.

En este marco, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) empezó a patrocinar la elaboración de informes (conocidos como Informes de Desarrollo Humano), que sirvieran como instrumentos para generar diálogo público, análisis de la situación de desarrollo, construcción de consensos, formulación de política y pedagogía ciudadana8.

8 Se han desarrollado estos informes en 130 países.

Una parte fundamental de estos informes es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que puede definirse como un indicador social compuesto por tres parámetros: vida larga y saludable (medida según la esperanza de vida al nacer), educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y superior) y el nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita en dólares). Estos parámetros tienen la misma ponderación dentro del índice, es decir, un tercio cada uno.

En el Informe de Desarrollo Humano de 2003 para Colombia (“El conflicto, callejón con salida”), debido a la temática que trataba, se elaboró un IDH corregido por violencia solamente para ese año, el cual tuvo en cuenta las siguientes variables: la tasa de homicidio por 1.000 habitantes, las masacres, el desplazamiento, el terrorismo, la presencia de la Policía Nacional y de los grupos armados ilegales (FARC, ELN y autodefensas).

c) Índice de la Seguridad Urbana9

9 Fundación Seguridad y Democracia, 2006.

Este índice (aunque en realidad no se puede catalogar como tal porque no agrupa las variables sino que hace un análisis individual de cada una) fue desarrollado por la Fundación Seguridad y Democracia. Su objetivo es hacer un seguimiento al nivel de inseguridad en las principales ciudades de Colombia (27 ciudades con más de 200.000 habitantes, lo que representan el 50% del total de la población nacional) e identificar focos de atención por parte de las autoridades pertinentes.

El índice ordena de mayor a menor la gravedad de la situación de inseguridad teniendo en cuenta los delitos de homicidio, secuestro, extorsión, hurto a residencias, hurto a establecimientos comerciales y hurto de vehículos.

El análisis se realiza calculando las variaciones durante el último año para cada delito, analizando los mayores incrementos y reducciones de cada uno de estos por ciudades. Esta medición tiene una periodicidad trimestral.

d) Indicadores Básicos de la Coalición Interamericana para la Prevención de la Violencia (CIPV)10

10 Coalición Interamericana para la Prevención de la Violencia (CIPV), 2004.

En respuesta a las preocupaciones de varios organismos multilaterales sobre el impacto negativo de la violencia en Latinoamérica y el Caribe, en el año 2000 se fundó la Coalición Interamericana para la Prevención de la Violencia (CIPV) por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés) y el Banco Mundial (BM). Posteriormente, en el año 2002 ingresó la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

En este marco se elaboró el proyecto “Trabajando con los gobiernos locales en Centroamérica: Plan Piloto para Reducir la Violencia” que tuvo por objeto obtener el compromiso de los gobiernos municipales y nacionales de Centroamérica para diseñar y adoptar herramientas de prevención de la violencia a través de políticas científicas, tecnológicas e innovadoras tales como indicadores, la obtención de datos, la protección y las políticas para poder reforzar las capacidades y desarrollar iniciativas efectivas de seguridad ciudadana.

El sistema propuesto por CIPV se basa en la creación de sistemas de recopilación de información, que les brinden a los gobiernos nacionales y locales datos sólidos para el diseño de sus políticas.

Este sistema se basa en la creación de un conjunto de indicadores para monitorear la violencia en Latinoamérica, organizados en tres categorías: indicador básico, un indicador de desarrollo y uno de investigación.

El indicador básico busca evaluar tres resultados de violencia: muerte, enfermedad y comportamientos violentos. Esta medición se realiza mediante el seguimiento a diferentes variables de forma independiente (esta metodología se aplica para los tres indicadores), tales como: tasa de homicidio por 100.000 habitantes (ajustada por hombres entre los 15 y los 44 años, mujeres entre los 15 y los 44 años y los menores entre 0 y 4 años), reporte de asaltos, reporte de robos, suicidios y secuestros por 100.000 habitantes.

El indicador de desarrollo está construido para recoger información más precisa sobre la relación entre víctima/victimario, con base en variables como la tasa de mortalidad por abuso infantil por cada 1.000 habitantes, la tasa de mortalidad por abuso de adulto mayor por cada 100.000 habitantes, homicidios ajustados por edad y por robo por cada 100.000 habitantes, tasa de bajas en hospital ajustada por edad y por intento de suicidio por cada 100.000 habitantes y reporte de violaciones de derechos civiles por cada 1.000 habitantes.

Finalmente, el indicador de investigación se compone de variables que por su naturaleza (dado que no tienen una fuente primaria) solo pueden ser recopiladas mediante la elaboración de estudios o de encuestas. Dentro de estas variables se pueden mencionar: reporte personal de tasa de peleas entre jóvenes en las escuelas por cada 100 escolares, reporte personal de tasa de porte de armas entre jóvenes en las escuelas por cada 100 escolares y el reporte de víctimas de tasa de violencia interpersonal por cada 1.000 entrevistados.

3. Metodologías para el cálculo del índice de criminalidad

Luego de una revisión de los instrumentos utilizados tanto nacional como internacionalmente para medir de manera agregada la criminalidad, queda claro que no existe un indicador compuesto que permita medir las variaciones entre año y año de esta problemática. Esto limita el análisis de las cifras sobre el tema en Colombia, y por lo tanto, dificulta el diseño de políticas públicas orientadas a mitigar la criminalidad.

Por esta razón, surge la necesidad de construir índices que suplan estas falencias y fortalezcan los análisis y la toma de decisiones. A continuación se presentan tres metodologías para construir el índice de criminalidad. Las metodologías son muy parecidas entre sí, y los resultados también, como se verá más adelante.

a) Metodología 1: “Logaritmo y máximo”

El período de análisis está determinado por la disponibilidad de información de la fuente. En este caso, no se cuenta con datos para todas las variables sino a partir de 1994, dado que el hurto a personas, comercio y residencias sólo está disponible desde tal año. Así el período que se analiza es el comprendido entre los años 1994 y 2007.

Para efectos del cálculo se tuvieron en cuenta 12 delitos agrupados en 9 variables, así: homicidio común, lesiones personales, hurto de vehículos (incluye automotores y motocicletas), hurto común (incluye hurto a personas, comercio y residencias), hurto a entidades financieras, extorsión, secuestro, piratería terrestre y terrorismo.

El primer paso es sacar el logaritmo natural a todas las variables anteriores. Esto tiene por objeto reducir los efectos de las magnitudes propias de cada una de las series, ya que de no hacerlo, el homicidio, el hurto común y las lesiones serían los únicos delitos representativos en el índice, dada su mayor frecuencia relativa. Vale la pena señalar que una de las propiedades de la transformación logarítmica es la de mantener intactas las tendencias, tal como se muestra en el Anexo 1.

Como segundo paso se pondera cada uno de los delitos. Para tal fin, se utiliza un ponderador compuesto que tiene en cuenta la valoración de la gravedad de cada crimen según la legislación del país (es decir, la pena en años según el Código Penal colombiano11) y el número de casos por cada delito en el período analizado.

11 Ley 599 de 2000.

Para el primer componente del ponderador, se utiliza el promedio entre la pena máxima y la mínima impuesta para cada uno de los delitos en el Código Penal colombiano12. Se utiliza este ponderador, dado que se constituye en la medida más objetiva posible: es la valoración que hace la sociedad del delito en cuestión, a través de su órgano legislativo. Así, mientras mayor sea la gravedad del hecho, mayor se considera la pena en años, lo cual está reflejado en la Ley.

12 En este documento no se tiene en cuenta el efecto de la Ley 1153/2007 “Ley de pequeñas causas”, que entró en vigencia en febrero de 2008. En esta, ciertas conductas consideradas como delitos menores en el Código Penal colombiano son ahora contravenciones penales.

Para esto se sumarán cada una de las penas promedio para los delitos contemplados, luego la pena promedio de cada delito se dividirá por la suma obtenida anteriormente, con el fin de encontrar la ponderación por pena.

Cabe aclarar que en el caso de la variable hurto común, y dado que se compone por delitos que tienen diferentes penas, se tomó como valor mínimo, la menor pena de todos los crímenes relacionados y como valor máximo, la mayor correspondiente, tal como muestra la tabla 1. Para el caso de vehículos, al tener la misma pena, tanto para el hurto de motos como de vehículos, no es necesario utilizar esta metodología.

Para el caso de la ponderación por la cantidad, se dividió el número de casos de cada delito por la sumatoria del total de casos de los crímenes contemplados en el índice, para así obtener el peso relativo de cada una de las variables.

Finalmente, se promedian de manera simple los dos ponderadores obtenidos anteriormente (el de penas y el de cantidades) y se obtiene el ponderador final, tal como se muestra en el cuadro 4 y en los gráficos 1 al 3.

b) Metodología 2: “Logaritmo y promedio”

Esta es exactamente igual a la metodología descrita anteriormente, pero con una variante: en lugar de utilizar el máximo al final, se utiliza el promedio del período analizado. En este caso, la interpretación del índice es diferente. Si toma valores mayores a uno, significa que el índice está por encima del promedio del período analizado y si es menor a uno, significa que está por debajo del mismo.

Esta metodología presenta una medida alternativa a la anterior, que permite inferir cuántos años presentan un nivel de criminalidad por encima del promedio y cuántos por debajo.

c) Metodología 3: “Valor Z”

Por último, se presenta una propuesta de metodología adicional, la cual hace uso de lo que se conoce comúnmente en estadística como el Valor Z, el cual representa la diferencia entre la observación de la variable y su promedio en unidades de la desviación estándar. El valor Z transforma la distribución original de la serie en una cuya media es cero y la desviación estándar es uno.

El primer paso consiste en multiplicar el número de casos de cada delito por la ponderación por pena calculada con anterioridad, como se muestra en la cuadro 6, con lo que se obtiene la sumatoria ponderada de los delitos por pena.

Posteriormente se estandariza la serie creada en el paso anterior utilizando el valor Z. Con esto se muestran los cambios en la frecuencia de los delitos, ponderados por la pena, entre año y año. Este valor es negativo cuando la observación es menor al promedio y positivo cuando es mayor.

4. Resultado

Los datos muestran que la situación de criminalidad presentó una tendencia creciente entre 1994 y 1999, lo cual es consistente con el comportamiento que exhiben la mayoría de los delitos, salvo el hurto a entidades financieras, que mostró una tendencia decreciente, y las lesiones personales, que permanecieron en unos niveles constantes en ese mismo período.

Sin embargo, en el período descrito anteriormente existe una leve caída en el índice para el año 1998, esto debido principalmente a la disminución en el número de homicidios y de extorsiones.

Después de presentarse un crecimiento en 1999 en el índice (condicionado por el incremento en el homicidio, las extorsiones y el terrorismo), para el año 2000, se presenta una disminución temporal del índice utilizando la metodología 1 “Logaritmo y máximo”, generada principalmente por la disminución en el hurto común y en las lesiones comunes. Posteriormente, vuelve a reanudarse la tendencia ascendente hasta alcanzar el máximo en el año 2002. Esto se explica porque en ese año se presenta el mayor número de casos de homicidio y extorsiones, el segundo de actos de terrorismo, el tercero de lesiones comunes y el cuarto de secuestros en todo el período analizado.

A partir del año 2002, y hasta 2005, el índice muestra una tendencia decreciente, relacionada con una caída en el homicidio común, hurto de vehículos, piratería terrestre, secuestro, extorsión y terrorismo.

Para el año 2006 se presenta un pico por el hurto común que muestra ese año el máximo número de casos y las lesiones comunes, con el segundo más alto del período.

Finalmente, para el año 2007 se retoma la senda decreciente, como en el caso de todos los delitos, salvo las lesiones comunes.

En cuanto al índice, utilizando la metodología 2 “Logaritmo y promedio”, además de mostrarse el mismo comportamiento anteriormente descrito, puede concluirse que ocho de los catorce años (los comprendidos entre 1996 y 2003) están por encima del promedio.

En el caso de la metodología usando el valor Z, se observa un comportamiento creciente hasta el año 1997. A partir de este, se presenta un periodo de caídas e incrementos alternados para finalizar ese comportamiento en el año 2000.

Hasta 2002 el índice aumenta, luego cae significativamente para terminar el comportamiento en el año 2005. Esto es consistente con las tendencias observadas en las anteriores metodologías, que indican entre dichos años la mejoría en las condiciones de seguridad del país (como lo muestran los resultados obtenidos, los cuales no son objeto de este documento por problemas de espacio).

Como se muestra en el cuadro 8, dependiendo de los objetivos que se busquen, el tipo de análisis que se quiera realizar y las variables que se deseen incluir, estas metodologías presentan alternativas en la creación de instrumentos para el análisis de la criminalidad.

CONCLUSIONES

Este documento presentó una breve reseña sobre la importancia de la medición de las cifras de criminalidad, una descripción de algunas experiencias internacionales y nacionales sobre el tema y tres metodologías cercanas para entender la evolución de la criminalidad en el país, teniendo como base la combinación de varios delitos, y no ciñéndose únicamente al homicidio.

Si bien es cierto que el ejercicio presentado tiene limitaciones, relacionadas con la fuente de información, el hecho de no hacer un análisis regionalizado y el período de tiempo, es claro que es una primera aproximación al tema. Se espera que a partir de este trabajo se continúe en la búsqueda de mejores indicadores para medir la criminalidad de manera más integral para el caso de Colombia.

Cabe aclarar que un índice de criminalidad es una eficaz herramienta para el diseño de las políticas de seguridad ciudadana dirigidas a afrontar de manera integral los problemas sociales que genera la criminalidad, sin embargo, este no debe convertirse en el fin mismo de la gestión del servicio policial.

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