UNA APROXIMACIÓN A LOS FACTORES
DETERMINANTES DEL HURTO DE
AUTOMOTORES EN BOGOTÁ

“Mucho más que las del monte, las violencias que nos están matando son las de la calle”**






Sandra Marcela Acero Soto*

RESUMEN

El artículo muestra algunos patrones históricos del hurto de los automotores en Bogotá, y hace evidente la participación de los armados ilegales, los defraudadores y las bandas organizadas. Posteriormente, se identifican posibles factores que revelen la dinámica criminal de estas organizaciones, enfatizando en la situación coyuntural de 2005 que registró uno de los picos más altos del delito en los últimos diez años en Bogotá. El análisis recoge la información obtenida sobre la siniestralidad pagada por el sector asegurador para ese año, la atención de trámites del Registro Distrital Automotor en la ciudad y el comportamiento de ventas por parte de las tres ensambladoras en Colombia. Finalmente se hace una revisión de las características del hurto de acuerdo con la marca y línea más afectada, para llevar a cabo algunas inferencias.

ABSTRACT

This ar ticle discusses historical patterns of car theft in Bogotá and unveils the par ticipation in this form of crime of illegal armed groups, defrauders and organized criminal bands. The internal rationality and modus operandi of these groups are described, with emphasis in 2005, when the activity reached a peak. Data sources include insurance companies and their repor ts on payments made to owners of stolen cars, the authorities of Bogota in charge of car licenses, as well as the three main car manufacturers. Finally, an analysis of brands and models most affected by theft is followed by some brief final remarks.

* Psicóloga; actualmente se desempeña como analista del CIC DIJIN.

** Comisión de Estudios sobre la Violencia (1987).

INTRODUCCIÓN

Investigar el crimen organizado desde cualquier perspectiva resulta una tarea compleja; en este entorno el acceso a fuentes primarias se reduce a los tinglados más bajos de la estructura organizativa, en donde se cuenta con información limitada acerca del funcionamiento diseñado por la “cabeza central”. Es esta última la que garantiza, tanto la respuesta a las oportunidades propias de la actividad ilegal como la vinculación de personas involucradas en alianzas y asociaciones dotadas de medios logísticos, lo que permite crear una infraestructura suficiente para acceder al mercado que absorbe el producto del ilícito.

Lejos de tratarse de entidades, como lo expresa Mauricio Rubio1,“generadas por individuos forzados a delinquir por la pobreza, la desigualdad, la falta de acceso al mercado laboral y, en general, por una situación social poco favorable, estas organizaciones están presentes en las ciudades más desarrolladas, controladas por individuos con acceso a la educación y al empleo, y en los municipios donde confluyen las organizaciones armadas ilegales, (guerrilla, autodefensas ilegales y narcotráfico)”.

Es el caso de Bogotá, que al finalizar 2005 reportó un inesperado pico ascendente con relación al hurto de automotores, pese a que la economía creció en un 4% durante este año gracias al buen comportamiento de la industria, el comercio, la construcción y el sector financiero2. El Distrito Capital produce aproximadamente el 7% del PIB de la Comunidad Andina y supera economías como las de Uruguay, Bolivia o Paraguay, y cuenta con una adecuada infraestructura para el suministro de ser vicios en telecomunicaciones, generación y suministro de energía, gas natural, acueducto y alcantarillado; sectores en los cuales se encuentra a niveles que compiten con las mejores ciudades del mundo.

1 Rubio, Mauricio, Crimen e impunidad: precisiones sobre la violencia, Bogotá, Editorial TM, 1999.

2 Fuente: Cámara de Comercio de Bogotá.

COMPORTAMIENTO DEL HURTO DE AUTOMOTORES EN BOGOTÁ

En Bogotá el delito creció de manera continua desde los ochenta hasta 1997; a partir de ese año y a diferencia de la estadística nacional, la curva evidenció un comportamiento estable hasta 2000, luego del cual se aprecia un ascenso importante para 2001 y posteriormente un rápido descenso hasta 2004 en el que se observa la cifra más baja de los últimos diez años. Contrario a los pronósticos de descenso, 2005 presentó un pico inesperado.

Las cifras más altas de la historia, tanto en Bogotá como en la curva nacional, se registran en el periodo comprendido entre 1997 y 2001, reflejando el mayor compromiso el hurto de camiones y camionetas.

GRÁFICA 1.

¿QUIÉN HURTA LOS AUTOMOTORES EN BOGOTÁ?

Los armados ilegales

Más allá de dedicarse al negocio del hurto de automotores como fuente de financiación para su empresa criminal, los grupos armados ilegales inciden en el mantenimiento de éste, en la medida en que concentran la atención de la Fuerza Pública en el control y prevención de sus actuaciones terroristas, y facilitar así el accionar de la delincuencia común dedicada en un gran porcentaje a atentar contra el patrimonio económico de los colombianos.

Un estudio realizado por el Centro de Estudios de Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes3, destacó en una de sus conclusiones, que los delitos contra el patrimonio no están afectados directamente por la actividad de los grupos armados ilegales (utilizando variables de carácter departamental). Existen algunos factores que desincentivan a estos grupos en la realización de estos ilícitos, entre estos, la existencia de bandas de delincuentes comunes especializadas en este tipo de crimen y las dificultades de mercadeo que tienen los objetos robados cuando no se pertenece a una red criminal.

3 Sánchez Fabio; Díaz Ana María; Formisano Michel, Conflicto, crimen violento y actividad criminal en Colombia: un análisis espacial, CEDE, U. Andes, 2003.

Históricamente el hurto de camperos, camiones y camionetas, asociados con el abastecimiento y desplazamiento de estos grupos, muestra una curva irregular tanto a nivel nacional como en Bogotá. Aunque los datos para 2005 sugieren una participación relativamente baja (24%) con relación a este tipo de vehículos dentro del total de automotores hurtados en Bogotá, lo que debe destacarse es el comportamiento persistente de los camiones y las camionetas en periodos específicos. (Ver gráfica 2).

GRÁFICA 2. COMPORTAMIENTO EN BOGOTÁ

Pese a que los camperos muestran una tendencia descendente desde 1997 con un leve ascenso para 2001, las cifras con relación a la afectación de camionetas en Bogotá, registran ascensos sistemáticos para los años 1993, 1997, 2001 y 2005 (años correspondientes a los inmediatamente anteriores a los periodos electorales).

Similar situación presenta la cur va de los camiones: los ascensos comienzan en años anteriores a los electorales y vuelven a caer al final de estos. Lo anterior permite inferir una par ticipación activa, pero coyuntural, por parte de estos grupos con relación al hurto de camionetas y camiones, probablemente en la preparación de la infraestructura necesaria para la obstrucción de los movimientos electorales (desplazamientos de votos, personas, entre otros).

Los defraudadores

Dentro de los 18 “delitos trasnacionales”4, identificados por la Organización de las Naciones Unidas en 1995, se encuentra el fraude a las aseguradoras.

4 Ver UNODCCP. Global report on Crime and Justice, New York, Oxford University Press, 1999.

En Colombia esta modalidad apenas comienza a ser tema de estudio juicioso. Se busca la cadena criminal o las situaciones par ticulares que tipifiquen una situación fraudulenta. Aunque la Federación de Aseguradores Colombianos (FASECOLDA) no cuenta con datos precisos acerca de este delito, que se configura a través del autorrobo para luego cobrar el supuesto siniestro, algunos estudios han identificado casos importantes que fundamentan la estadística de estas estafas.

El Instituto Nacional de Lucha, Investigación y Prevención del Fraude (INIF) calcula –a par tir de análisis desarrollados en el ámbito internacional– que aproximadamente el 12.5% de la siniestralidad pagada por el sector asegurador en lo referente a la pérdida total por hur to en Colombia, está relacionado con casos de fraude. Dado que el porcentaje de asegurabilidad en el país no supera el 30% de los automotores expuestos, se infiere a par tir de las cifras planteadas que el porcentaje aproximado de compromiso, en lo relacionado con el autorrobo, se ubica alrededor del 4% en la par ticipación total del hur to de los automotores en el país.

Las bandas organizadas

La Dirección Central de Policía Judicial (DIJIN) asegura que existen bandas organizadas que incrementan el robo según la demanda. Se trata de un negocio estructurado para desguazar los automotores y venderlos por partes en el mercado negro, enviarlos a sus contactos en países como Venezuela, Ecuador y Brasil para su venta, o entregarlos a grupos armados ilegales o narcotraficantes para realizar atentados y/o transportar sustancias ilícitas.

En Colombia, según la Asociación del Sector Automotor y sus Partes (ASOPARTES), “del total de unidades robadas anualmente en el país, un porcentaje cercano al 65% se negocia en el mercado negro”; se advierte, además, que “a nivel nacional se consumen 9’200.000 bujías e ingresan legalmente 4’000.000; es decir 5’200.000 de estas son de contrabando o de procedencia ilícita”.

El gremio también destaca la situación que se comprobó en 2000 como consecuencia del aval de importación de repuestos usados para el agro, lo que permitió, en algunas oportunidades, el ingreso al país de contenedores con motores usados para tractor. Durante ese año, en una oportunidad entraron 10.000 a pesar que de los 28.000 tractores existentes en el parque automotor, el 50% está en zona roja, sin ocuparse. Su trabajo es lento y a baja revolución, lo que garantiza una vida útil muy larga, situación que permite inferir que prácticamente en Colombia no se requieren porcentajes elevados de importación de estas máquinas y que probablemente dichos motores entraron para la reparación de buses y busetas.

El jugoso mercado de lo ilegal es, sin duda alguna, el factor estimulante en la conformación de bandas organizadas dedicadas al hurto de automotores en el mundo entero; sus ganancias anuales son multimillonarias.

ALGUNOS FACTORES QUE REVELAN LA EXISTENCIA DE LAS BANDAS ORGANIZADAS

El hurto de automotores en Bogotá muestra patrones históricos que permiten hacer algunas deducciones. Una evaluación con relación a los modelos más afectados en los últimos años, reporta que a par tir de 2003 el hur to de vehículos último modelo se aceleró en comparación con los años anteriores.

Durante 2000, 2001 y 2002, se registró una concentración de hurtos en los modelos 95 a 98, más en los primeros, con poca participación de los más recientes (2000, 2001, 2002 y 2003). Sin embargo, para 2003, 2004 y 2005, se observó una situación que cambió radicalmente en relación a los últimos modelos. A partir de 2003, aunque se mantuvo la afectación del sector de los modelos 95 a 98, se aceleró el hurto de los modelos del año en curso.

Dadas las características extraordinarias en 2003, se llevó a cabo una revisión de algunas circunstancias que pudieran explicar y aproximar a los factores determinantes del hur to de automotores en Bogotá.

SECTOR ASEGURADOR

Para ese año, el sector asegurador pagó por concepto de siniestros $2.3 billones de pesos, cifra que comparada con la registrada en 2002 ($2.1 billones de pesos), representa un crecimiento del 5.1%.5

Sin embargo en el periodo comprendido entre 1998 y 2003, el número de automotores asegurados tuvo su menor participación en éste último año y mientras la reducción de vehículos hurtados para 2003 fue de -4.6%, la tasa de crecimiento anual de vehículos asegurados hurtados fue de -8.5%.6

Lo anterior no permitiría inferir una participación de fraudes a las aseguradoras con relación al hurto de automotores asegurados durante 2003.

SERVICIOS ESPECIALIZADOS DE TRÁNSITO Y TRANSPORTE -SETT

2003 fue el año con mayor atención de trámites del Registro Distrital Automotor (RDA) desde el inicio de operaciones en 1998, superando los años 1998 y 1999. Las disposiciones del Código Nacional de Tránsito tuvieron un impacto en la demanda de algunos trámites; desde marzo de 1998 hasta diciembre de 2003, los SETT atendieron 2´670.527 diligencias pertenecientes a RDA, y de esta cifra, el 57%, es decir más de 1’500.000 correspondieron a certificados de tradición y traspasos. Este comportamiento muestra la dinámica del mercado de vehículos usados en Bogotá.7 (Ver gráfica 3).

5 DELIMA MARSH, El sector asegurador colombiano: Comportamiento de un mercado próspero, 2003.

6 FASECOLDA, Vehículos asegurados robados en Colombia, Revista anual, Cámara Técnica de Automóviles, Seguridad y Fraude, 2003.

7 Anuario Estadístico 2003, Ser vicios Especializados de Tránsito y Transpor te.

Lo anterior no resulta suficiente ni concluyente para identificar uno de los eslabones de la cadena del hurto de los automotores en Bogotá; tampoco existen investigaciones concluyentes que revelen la existencia de grupos organizados para llevar a cabo acciones fraudulentas al interior de las Secretarías de Tránsito. Sin embargo, la Dirección Central de Policía Judicial a través de labores operativas de investigación y control, ha detectado documentos que evidencian la existencia del negocio ilícito en la rematriculación de automotores hurtados.

GRÁFICA 3.

EL MERCADO

En 2003 los modelos recientes más afectados fueron las marcas comerciales (Chevrolet, Corsa, Mazda 323, Renault Clio, Megane y Symbol) que exigían gran demanda tanto en el mercado de las partes, como el de la compraventa a nivel nacional y en territorios fronterizos. En este año, las tres ensambladoras en Colombia experimentaron descensos en las ventas.(Ver tabla).

Las cifras sugieren una cur va directamente proporcional entre el aumento en el hur to de los modelos recientes en el año de análisis y la caída en las ventas, lo que deja la posibilidad de colegir la disminución del mercado legal como producto de un comercio de automotores hur tados, relacionado además con la dinámica del mercado del usado según las estadísticas del SETT para ese año. En este punto se hace énfasis en el incentivo para la búsqueda de autopar tes más económicas como consecuencia de la política actual de las ensambladoras de vender automóviles a precios bajos y repuestos a elevados costos.

En cuanto al hurto de los Chevrolet, específicamente de la línea Corsa, se registró en Bogotá un promedio mensual en los últimos 5 años, que exhibe una demanda delictiva no sólo sostenida sino creciente. Mientras en 2001 el promedio de hurto mensualmente de esta línea era de 7 automotores, en 2002 pasó a 10, en 2003 a 12, en 2004 a 15 y para 2005 el promedio fue de 20. La cur va muestra un comportamiento proporcional entre ventas y promedio de hurtos y sugiere el grado de afectación de acuerdo al promedio de exposición del automotor en la ciudad. (Ver gráfica 4, en la página siguiente).

VENTA POR ENSAMBLADORAS

Fuente: Asociación Colombiana de Fabricantes de Autopartes - ACOLFA

En lo relacionado con esta marca, se comprobó una caída en la venta para el mercado local en 2003 y las ensambladoras en Ecuador descontinuaron el Corsa, el cual había generado gran aceptación en el mercado de ese país.

Por su parte, a diferencia del comportamiento de ventas para los Chevrolet, los Mazda mostraron su punto más alto en 2003, luego de una curva ascendente que se evidenciaba desde 2000. Mientras la demanda de Chevrolet Corsa ascendió, la de los Mazda decreció hasta 2003 para volverse a incrementar en 2004 y mantenerse en 2005 como se muestra en la siguiente gráfica.

Al comparar la curva de ventas entre 2000 y 2004 y las cifras promedio de hurtos, se advierte un comportamiento inversamente proporcional, mientras la curva de ventas crece, la de hurtos desciende entre 2001 y 2003; para 2004 y 2005 cuando vuelven a descender las ventas nacionales, el promedio de hurtos vuelve a incrementar. (Ver gráfica 5).

Tal situación sugiere una planeación criminal con relación a la demanda del mercado negro, si se tiene en cuenta que los promedios mensuales identificados, son sistemáticos, es decir existe un “porcentaje requerido mensual”, para abastecer dicha demanda.

Los datos disponibles permiten sugerir la probabilidad del hur to del Chevrolet Corsa para abastecer la demanda nacional y fronteriza a través de la alteración de sistemas de identificación y posterior rematriculación, mientras los Mazda 323 alimentarían el mercado ilícito de la venta de autopar tes.

DISPERSIÓN DE LAS MARCAS POR LOCALIDADES

Con relación a la distribución del delito en las diferentes zonas de la ciudad, se identifica el tipo de automotor más afectado en las 19 localidades como se muestra en el mapa a continuación: (Ver gráfica 6).

Para comprender la situación de violencia se resaltaron en color negro, aquellas localidades que, al comparar su variación entre 2004 y 2005, mostraron porcentajes ascendentes de 25% o más; en color azul las que advirtieron variaciones entre 11% y 24%; y en gris las que exhibieron promedios entre 0 y 10%.

Queda claro cómo el hurto por líneas se concentra en diferentes sectores: Usaquén, Suba y Engativá; presentan una dinámica específica con relación al hurto de Corsa y Mazda y son localidades fronterizas entre ellas. Tunjuelito, Rafael Uribe, Usme y Ciudad Bolívar, también sectores vecinos, registran básicamente el hurto de taxis.

Las localidades de Fontibón y Ciudad Bolívar muestran una situación de violencia coyuntural si se tiene en cuenta que la variación entre un año y otro reportó porcentajes superiores al 25%. En dichas zonas el incremento estuvo dado específicamente por el hurto de taxis en Ciudad Bolívar; y en Fontibón por el hurto de taxis y de Mazda 323. En este sentido vale la pena enfatizar que las localidades vecinas mantienen las mismas características en cuanto al hurto de automóviles por líneas.

Lo anterior refuerza la tesis que propone que cuando existen grupos privados que garantizan la seguridad en una zona determinada, puede suceder que mientras protegen un territorio, delinquen en otro, regularmente vecino.

En este sentido, estudios realizados muestran que la tasa de delitos contra el patrimonio tiene alta persistencia temporal (0.89) y registra efecto de difusión entre las jurisdicciones vecinas (0.3); se presentan también efectos de relocalización, de tal suerte que un aumento en la tasa en las zonas cercanas predice una disminución en la tasa en el departamento local.8

8 Sánchez Fabio, Díaz Ana María, Formisano Michel, Conflicto, crimen violento y actividad criminal en Colombia: un análisis espacial, Universidad de los Andes, 2003.

COMENTARIO FINAL

El comportamiento sistemático y planeado del delito, sugiere la existencia de bandas organizadas dedicadas a este ilícito, las cuales poseen una inmensa capacidad para permear los diferentes estamentos tanto privados como estatales, necesarios para la cadena delincuencial que culmina tanto en la venta del mercado negro de autopartes como en la rematriculación de los automotores hurtados en la ciudad.

El hurto de marcas específicas, como en el caso de Chevrolet Corsa y Mazda 323, tiene comportamientos sistemáticos que revelan la clara demanda delictiva, bien para la venta y rematriculación de automotores hurtados, como para la comercialización de autopartes en el mercado negro. Los datos disponibles permiten sugerir la probabilidad del hurto del Chevrolet Corsa para abastecer la demanda nacional y fronteriza a través de la adulteración de sistemas de identificación y posterior rematriculación, mientras los Mazdas 323 siguen alimentando el mercado ilícito de la venta de autopartes.

Los datos obtenidos sugieren la mayor participación de estos grupos criminales en el total de los automotores hurtados, pues si bien los armados ilegales aportan un porcentaje en el delito, dado que se trata en la mayoría de los casos de condiciones de coyuntura política del país, éste no supera el 15%.

En este orden de ideas se pude inferir que, en Bogotá, el hurto de automotores tiene las siguientes finalidades: un 15% de los vehículos robados se destinan al funcionamiento de los grupos al margen de la ley; un 5% se reporta con relación al fraude; y el restante 80% puede estar dedicado en un 20% de este a la rematriculación ilegal, y en un 60% al mercado negro de las autopartes.