CRIMEN TRASNACIONAL
Y ESCENARIOS DE GLOBALIZACIÓN









Bernardo Pérez Salazar*

Si el espíritu empresarial consiste en la búsqueda imaginativa de posición [social] con apenas limitado interés por los medios utilizados para alcanzar ese propósito, entonces podemos esperar que cambios en la estructura de los incentivos modifiquen la naturaleza de las actividades del empresario, en ocasiones en forma drástica. Las reglas del juego pueden entonces ser la influencia decisiva para determinar si la capacidad empresarial se asignará predominantemente a actividades productivas, improductivas e incluso destructivas.

W. J. Baumol1

RESUMEN

En este ar tículo se hace un breve recuento de los factores de conflictividad y gobernabilidad que en la literatura se asocian con la configuración del orden mundial en el contexto la globalización durante las próximas décadas. En seguida se examinan las dinámicas y tipos de organizaciones dedicadas al crimen trasnacional, al igual que las tendencias exhibidas en las transformaciones recientes de las organizaciones “más exitosas” en el ámbito de la globalización. Los comentarios finales incitan a revisar las políticas para combatir el crimen trasnacional en el mundo.

ABSTRACT

The essay begins with a brief discussion of the tensions associated in the literature with the shaping of globalization in the near future. Different dynamics and types of transnational criminal organizations are reviewed, as well as recent trends in transformations obser ved in the most successful cases. Some final comments address the issue regarding the appropriateness of present policies to fight transnational crime.

* Comunicador Social de la Universidad del Valle, Master en Planificación del Desarrollo Regional, del Instituto de Estudios Sociales, La Haya, Países Bajos.

1 Ver Baumol W. 1990 “Entrepreneurship: Productive, unproductive and destructive” Journal of Political Economy, 98(5), pp 893 -921.

PRESENTACIÓN

El crimen trasnacional generalmente involucra grupos o individuos asociados temporalmente, que operan bajo mecanismos autorreguladores, con el objeto de obtener lucro monetario o comercial por medios parcial o enteramente ilegales, a través de actividades que se realizan dentro de ámbitos territoriales bajo la jurisdicción de más de un Estado, y que son complementadas y protegidas por el uso sistemático de la corrupción y los arreglos colusorios.2

Conviene enmarcar entonces la discusión de fenómenos como el crimen trasnacional en el ámbito de la globalización, noción que de ninguna manera se puede tratar como un fenómeno “unívoco” o “neutro”. Por una parte, con el término globalización es usual aludir a la creciente interconexión de la vida social, política y económica en el mundo moderno, que se expresa en flujos masivos y permanentes de información, tecnología, capital, bienes, servicios y personas por todo el globo. Por otra, el mencionado concepto se asocia a los frecuentes procesos de toma de decisión sobre los fines y condiciones de uso de recursos, que escapan al control político y social de las comunidades locales directamente afectadas por esas decisiones.3

Por eso, en la prospección de futuros acerca del devenir mundial en los próximos 15 a 20 años, siempre se incluyen por lo menos dos escenarios relacionados con la globalización. El primero se refiere a un proceso globalizador inclusivo, en el cual se logra el desarrollo de un círculo virtuoso entre fenómenos como el avance tecnológico, el crecimiento económico, la transición demográfica y la consolidación de estructuras legítimas y efectivas de gobernabilidad, que empodera a la mayoría de la población mundial para beneficiarse de estas dinámicas. El segundo escenario, con un cariz más pernicioso, advier te sobre un proceso globalizador en el cual prospera una elite, mientras el grueso de la población es excluido de los anunciados beneficios de la liberalización económica y el avance tecnológico.

En este segundo escenario, la economía mundial se caracteriza por demarcar tres ámbitos cada vez más desarticulados: 1) el crecimiento continúa en los países más desarrollados; 2) los países en vías de desarrollo experimentan crecimientos bajos e incluso negativos; y, 3) en aquellas sociedades que se enmarcan en la categoría de “Estados colapsados”, prospera la actividad ilícita controlada por organizaciones delincuenciales.4

Este ar tículo analiza las condiciones que la globalización ofrece a las organizaciones criminales trasnacionales en futuro cercano, al igual que las características comunes de aquellas organizaciones dedicadas al crimen trasnacional que han demostrado ser las más exitosas a la hora de sacar provecho de estas condiciones. Concluye con algunas preguntas relevantes frente al futuro de la lucha contra las organizaciones dedicadas al crimen trasnacional en el mundo globalizado.

2 La definición también puede abarcar actividades con las características mencionadas que se realizan dentro de un solo Estado, pero una parte sustancial de su preparación, planificación, dirección o control se realiza en otro Estado. Ver Mueller,G. “Transnational Crime: Definitions and Concepts,” Transnational Organized Crime, Vol. 4 Nos. 3 and 4 (Autumn/ Winter 1998) p.14.

3 De acuerdo con los movimientos de resistencia a la globalización, por vía de decisiones financieras, de consumo, y producción “legales y legítimas” en un extremo del mundo, se materializan consecuencias físicas, ecológicas y sociales “perversas” en otros extremos del mundo, cuyos efectos negativos son usualmente “costeados” por las comunidades más postergadas y desprotegidas. Ver por ejemplo, Escobar, A. 2002. “Globalización desarrollo y modernidad” en Corporación Región (Ed.) Planeación, modernización y desarrollo. Medellín: Corporación Región, pp. 9 -32.

4 Ver por ejemplo NIC. 2000. Global Trends 2015. A Dialogue About the Future With Nongovenment Exper ts. Washington: National Intelligence Council.

CONFLICTIVIDAD Y GOBERNABILIDAD EN EL MUNDO GLOBALIZADO

La ruta que en los próximos años siga el proceso globalizador se define en el juego interactivo de los factores que moldean la conflictividad y la gobernabilidad en el presente. La conflictividad gira hoy en torno a temas como la tensión ocasionada por la transición demográfica en diferentes par tes del mundo, los extremismos religiosos, las economías vulnerables a la volatilidad de los mercados internacionales y la gran capacidad de las organizaciones criminales de utilizar la tecnología y los mercados trasnacionales para beneficiarse de oportunidades de lucro extraordinario, entre otros.

El proceso de envejecimiento de la población en los países más desarrollados, particularmente en Europa y el Lejano Oriente, obligará a suplir con inmigrantes de otros contextos culturales y étnicos una porción creciente de población en edad productiva en estas sociedades. Dado el ambiente de “choque de civilizaciones” en el cual los medios masivos de comunicación han enmarcado las dinámicas migratorias en el mundo, uno de cuyos efectos más visibles ha sido la agudización de los extremismos religiosos, es probable que los procesos migratorios legales se vean cada vez más restringidos. Ello no quiere decir que vayan a disminuir. Por el contrario, es probable que una proporción creciente de las migraciones en el mundo se realice de manera ilegal y controlada por organizaciones criminales trasnacionales.

De otra parte, la volatilidad de los mercados globales crea condiciones cada vez más precarias de empleo e ingresos para los sectores de más baja calificación y restringe su capacidad de pago para acceder a los servicios públicos y sociales básicos, particularmente en los países de ingresos bajos y medios. Esta situación se ve agudizada con la rápida expansión de la población en edad de trabajar, en contextos donde el crecimiento económico es inestable e insuficiente para garantizar oportunidades que incorporen a la población más joven a la vida laboral.

Esta es una combinación explosiva, pues crea un “ejército de reserva” tanto para suplir las necesidades de “carne de cañón” de las organizaciones criminales a cargo de negocios ilícitos –la distribución de estupefacientes, extorsión a comerciantes y trasportadores, hurto de automotores y piratería terrestre, hurtos a residencias y establecimiento comerciales y bancarios– como para los “ejércitos privados” y organizaciones “insurgentes” que han desarrollado la capacidad de administrar exitosamente “guerras asimétricas” contra Estados débiles y que, por esa vía, han adquirido el control de territorios dentro de los mismos para manejarlos como “santuarios” de su actividad criminal y terrorista.

Frente al panorama de los factores de conflictividad en el futuro inmediato, es preciso contrastar las tendencias que exhiben las estructuras de gobernabilidad en el mundo. No cabe duda que los Estados nacionales continuarán jugando un papel importante en el proceso regulador de la vida social, política y económica en el mundo, y que por esta vía controlarán resortes importantes para perfilar los contornos que el marco globalizador adquiera en el futuro. Sin embargo, existen numerosos procesos que desafían la capacidad de gobernar de los Estados nacionales en el presente, entre ellos, la integración económica en ámbitos regionales y el consecuente fortalecimiento de estructuras de gobierno supranacionales a las cuales se les están entregando aspectos emblemáticos de la soberanía nacional. El manejo de la política monetaria, en el caso de la Unión Europea, es un buen ejemplo de ello.

Pero los desafíos a la soberanía nacional no sólo están relacionados con procesos económicos: las crisis humanitarias relacionadas con el colapso total o parcial del Estado en algunos lugares del mundo, como consecuencia de conflictos internos irregulares, ha llevado a “intervenciones humanitarias” con la participación de fuerzas militares extranjeras para el “mantenimiento de la paz”.

Por su parte, las grandes empresas trasnacionales, al igual que muchas organizaciones no gubernamentales con apoyo económico y político en muchas partes del mundo, están hoy por fuera del ámbito regulador –y de tributación– de las autoridades estatales nacionales. Frente a este fenómeno, cobra cada vez más importancia la implantación de la “autorregulación” de estas organizaciones por medio de “códigos voluntarios de conducta” y “autoridades administrativas independientes” encargadas de regular actividades como las transacciones en las bolsas de valores. Tal es el caso de la Security Exchange Commission –SEC– en los Estados Unidos de América, que ostenta funciones de adopción de reglamentos y poderes de investigación y sanción, además de recomendación y cooperación, tanto con el Estado como con el sector privado, las organizaciones profesionales e incluso, con autoridades internacionales.5

Frente a desafíos de esta magnitud es comprensible que el escenario de la globalización albergue serias amenazas para la supervivencia de los Estados más débiles, particularmente aquellos donde se combinan factores desestabilizadores como los que ya se han relacionado, entre ellos, la presencia de presiones demográficas crecientes, el desplazamiento forzoso masivo, el desarrollo económico desigual, la deslegitimación del Estado, el surgimiento de facciones de elite rivales y la intervención de otros Estados en los asuntos internos del país.6

La ruta que en los próximos años siga el proceso globalizador se define en el juego interactivo de los factores que moldean la conflictividad y la gobernabilidad en el presente. En el mundo, la conflictividad gira hoy en torno a temas como la tensión ocasionada por la transición demográfica en diferentes partes del mundo, los extremismos religiosos, las economías vulnerables a la volatilidad de los mercados internacionales y la gran capacidad de las organizaciones criminales de utilizar la tecnología y los mercados trasnacionales para beneficiarse de oportunidades de lucro extraordinario, entre otros.

Luego del breve análisis anterior sobre las tensiones que marcan el proceso globalizador del futuro, se comprende por qué, a comienzos del siglo XXI, los principales ejercicios de prospección futurista coinciden en afirmar que aquellas organizaciones y redes criminales que controlan los principales mercados e ingresos ilegales en América del Norte, Europa Occidental, China, Colombia, Israel, Japón, México, Nigeria y Rusia, continuarán en expansión durante las primeras décadas del presente siglo.7

5 Entre las consecuencias importantes del desarrollo este tipo de mecanismos de “autorregulación” privada, se destaca el hecho de que las decisiones que se “construyen” a través de los mismos tienen como propósito central “viabilizar fines” que quedan por fuera del control de los mecanismos de control político regulados democráticamente. Ver Arnaud, A.J. 2003. “Consideraciones sobre el juez y las función de juzgar en el siglo XXI” en R. Prieto (Coord). Sociología jurídica. Análisis del control y del conflicto sociales. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, pp. 17-33.

6 Recientemente Fund for Peace, una ONG dedicada a prevenir las guerras y aliviar las condiciones que causan las mismas, publicó un índice de “estados fallidos” con el propósito de animar conversaciones y debates que conduzcan a la paz mundial. Ver http:// www.fundforpeace.org.

7 Ver NIC… Op. cit.

A continuación se presenta una rápida inspección de la manera como las organizaciones dedicadas al crimen trasnacional se han adaptado en el pasado reciente para mantenerse vigentes y sacar ventajas del proceso globalizador.

LAS ESTRUCTURAS TÍPICAS DE LAS ORGANIZACIONES CRIMINALES TRASNACIONALES MODERNAS

En 1995 la Organización de las Naciones Unidas identificó 18 categorías de “delitos trasnacionales”8. Estos delitos son: 1) lavado de dinero; 2) actividades terroristas; 3) robo de ar te u objetos culturales, 4) robo de propiedad intelectual; 5) tráfico ilícito de armas; 6) secuestro de aeronaves; 7) piratería marítima; 8) fraude a aseguradoras; 9) crímenes por medio de computadoras; 10) crímenes ambientales; 11) trata de personas; 12) tráfico en órganos humanos; 13) narcotráfico; 14) bancarrota fraudulenta; 15) infiltración de negocios legales; 16) corrupción; 17) soborno de funcionarios públicos; y 18) soborno de dignatarios de partidos políticos.

Como se desprende del listado anterior, las más sofisticadas organizaciones trasnacionales del crimen exhiben una gran capacidad de gestión empresarial con un nivel superior de especialización, por medio de redes de contactos capaces de responder con flexibilidad a las oportunidades concretas y a las condiciones específicas de cada “negocio”. Además de tener acceso privilegiado a fuentes de apoyo financiero con disponibilidad inmediata, poseen a la vez una vibrante capacidad de respuesta para aprovechar oportunidades extraordinarias con tasas de retorno muy superiores al promedio del mercado.

Muchas de estas oportunidades tienen que ver con diferenciales de precios en ámbitos internacionales, demandas insatisfechas o ventajas de costos derivadas del robo de propiedad tanto física –automóviles, obras de arte, objetos culturales, órganos humanos y material radioactivo enriquecido, entre otros– como intelectual. Coyunturas como estas facilitan a las organizaciones trasnacionales el establecimiento de relaciones con agentes de la economía legal, sin que por ello tengan que renunciar a la opción de hacer uso sistemático de la violencia, el terror y la corrupción cuando sea conveniente.

Los investigadores que hacen seguimiento a las organizaciones criminales trasnacionales destacan su gran fluidez y capacidad de adaptación. Ellas utilizan una diversidad de tipos de estructuras y redes basadas en aglomeraciones de diferentes tamaños, que pueden tipificarse con base en algunas categorías identificadas en un estudio realizado por la Oficina de las Naciones Unidas sobre las Drogas y el Crimen en el año 2002, a partir de un sondeo sobre 40 organizaciones criminales en 16 países.9

8 Ver UNODCCP. 1999. Global report on Crime and Justice. New York: Oxford University Press.

9 Ver UNODC. 2002. Results of a Pilot Sur vey of Forty Selected Organized Criminal Groups in Sixteen Countries. Vienna: Center for International Crime Prevention.

Los “tipos” identificados van desde las organizaciones jerárquicas, donde hay una cabeza central y códigos estrictos de disciplina, hasta las redes criminales que se integran con ocasión de una “oportunidad de negocios” y luego se disuelven.

Entre las organizaciones jerárquicas, usualmente asociadas con grupos que pertenecen a una misma identidad étnica, geográfica o social, se cuentan aquellas que disponen de “estructuras regionales”, las cuales poseen cierto grado de autonomía frente a la jerarquía central. Estas se distinguen de las “jerarquías de aglomerados” que reúnen diversas organizaciones con diferentes arreglos y estructuras internas, pero que se hallan subordinadas a una jerarquía central que las gobierna a todas.

En el otro extremo del espectro organizacional se encuentran los arreglos más flexibles y cambiantes, entre los que se destacan los “grupos nucleados”. Se trata de grupos que reúnen un número pequeño de individuos que se asocian de manera reiterada para explotar diversos frentes de actividad ilegal, para lo cual vinculan de manera puntual y temporal determinadas personas con conocimientos y destrezas especializadas.

El arreglo más flexible de todos es la “red criminal”, que usualmente gira en torno a la actividad de personas clave que permanentemente están involucradas en alianzas cambiantes y de corta duración. Estos individuos usualmente no se perciben a sí mismos, ni son percibidos por otros, como integrantes de una red criminal. Sin embargo, su ocupación rutinaria se basa en integrar coaliciones en torno a oportunidades que involucran la captura de mezclas de rentas legales e ilegales, aprovechando ámbitos estructurados por reglas inestables o auto-contradictorias, propensas a la influencia discrecional a favor de “intereses especiales”.

Los investigadores que hacen seguimiento a las organizaciones criminales trasnacionales destacan su gran fluidez y capacidad de adaptación. Ellas utilizan una diversidad de tipos de estructuras y redes basadas en aglomeraciones de diferentes tamaños, que pueden tipificarse con base en algunas categorías identificadasen un estudio realizado por la Oficina de las Naciones Unidas sobre las Drogas y el Crimen en el año 2002, a partir de un sondeo sobre 40 organizaciones criminales en 16 países.

TENDENCIAS MODERNAS DE LAS ORGANIZACIONES CRIMINALES TRASNACIONALES EN EL MUNDO

Algunos expertos, entre ellos Alain Labrousse10, señalan que la diversificación del por tafolio de las actividades lícitas e ilícitas por par te de las organizaciones criminales trasnacionales, es una tendencia que se consolida desde los años 90 en el mundo. Según Labrousse, esta sería una respuesta de ajuste a los embates judiciales dirigidos contra los grandes car teles y organizaciones criminales por parte de los cuerpos de represión internacionales y nacionales durante la primera mitad de esa década, que llevaron al desmantelamiento, auto-disolución o reorganización de un gran número de organizaciones.

10 Labrousse, A. 2003. “La géopolitque des drogues en 2003”, Futuribles, 289, septembre, pp.3-21.

TABLA 1 ESTIMATIVO DE ORDEN DE MAGNITUD INGRESOS ANUALES DE ORGANIZACIONES DEDICADAS A DELITOS TRASNACIONALES POR DIVERSOS RUBROS DE ACTIVIDAD*

Fuente: Naím, M. 2003. “The five wars of globalization”, Foreign Policiy, January/February; NIC. 2000. Global Trends 2015. A Dialogue About the Future With Nongovenment Experts. Washington: National Intelligence Council. * Estimativos realizados en 2001.

En consecuencia, el tráfico de drogas se desplazó a una infinidad de pequeños grupos de mediana importancia, mientras que las organizaciones criminales de “más alto vuelo” se dedicaron a otros “delitos trasnacionales”, entre ellos, el lavado de dinero. Los estimativos del monto de dinero lavado en los circuitos financieros internacionales oscilan entre US$ 800 millardos (ochocientos mil millones) y US$ 2 billones (dos millones de millones) al año, el equivalente entre 2 y 5% del producto bruto anual de la economía mundial.11

Otro frente de actividad ilícita de mucho interés tiene que ver con el acceso privilegiado a decisiones administrativas. La corrupción administrativa, cuyo costo anual para la economía mundial es del orden de los US $ 500 millardos, sería de un orden de magnitud similar a los ingresos que derivan las organizaciones delictivas trasnacionales del tráfico de drogas ilícitas12. En la Tabla 1 se relacionan algunos otros rubros de ingreso de las organizaciones criminales trasnacionales.

En resumen, el surgimiento de nuevas y jugosas oportunidades de lucro ha llevado a muchos “operadores” a delegar las actividades criminales más riesgosas a aquellos grupos dispuestos a correr con riesgos de alto nivel. En algunos casos son ejércitos privados o insurgentes que, como se ya se señaló atrás, han desarrollado exitosamente estrategias de “guerra asimétrica” para combatir las fuerzas militares convencionales del Estado y controlar territorios estratégicos por fuera de la regulación de los gobiernos centrales.

Estos “espacios ingobernados” son manejados como santuarios para el acopio, transporte y disposición de drogas ilícitas, personas tratadas, residuos tóxicos, mercancías robadas, al igual que para la comisión de otros ilícitos como el secuestro, la extorsión, la apropiación de transferencias públicas a gobiernos locales y para la protección de toda suer te de prófugos expuestos a la judicialización en tribunales de terceros países.

11 Naím, M. 2003. “The five wars of globalization”, Foreign Policiy, January/Februar y.

12 NIC, Op. cit.

Por medio del control de estos “paraísos del crimen”, en la práctica se logra una menor exposición a los riesgos típicamente asociados con la actividad criminal, lo cual convierte a los grupos que controlan estos espacios en socios estratégicos para las organizaciones de crimen trasnacional.13

Moisés Naím sugiere varias consecuencias preocupantes que pueden derivarse de dinámicas asociadas con los “espacios ingobernados” en ámbitos locales del mundo globalizado. Una de ellas es que la implantación de mecanismos electorales democráticos en ámbitos regionales descentralizados, en algunos casos, favorece a las alianzas de organizaciones criminales trasnacionales y empresarios locales de la violencia. Estas alianzas por lo general se encuentran en posición incontestable para manipular las contiendas electorales y apoderarse del aparato del Estado localmente, por medio de la corrupción de autoridades de policía y políticos ávidos de efectivo para financiar sus campañas electorales.14

Otro efecto que poco se advierte y cuyas consecuencias son devastadoras, es el reducido presupuesto con el cual deben operar órganos de policía internacional como la INTERPOL para combatir las organizaciones de crimen trasnacional. Se trata de una circunstancia que refleja la desconfianza entre las autoridades de gobierno y de policía de algunos países a la hora de compartir información con gobiernos y cuerpos de policía de otros países. Temen que las redes criminales que están combatiendo ya hayan logrado infiltrar tanto cuerpos de policía como gobiernos en esos países. Tal es el caso reseñado a título de ejemplo por Labrousse en relación con el gobierno mexicano bajo las administraciones de De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo.15

CONCLUSIONES

¿Conduce la globalización a la convergencia económica, política y social de los países del globo en torno a los estándares y niveles que hoy están consolidados en los países más desarrollados? Frente a este interrogante hay dos perspectivas: de una parte, quienes ven la modernización como un proceso progresivo, aunque no libre de contradicciones ni de retrocesos puntuales, prevén que las sociedades del globo tienden hacia un cambio convergente, en el cual el grueso de la población mundial disfrutará de los beneficios de la liberalización económica, la democracia y el avance tecnológico.

13 Varios autores han propuesto una “estratificación” de los integrantes de organizaciones criminales, de acuerdo con su capacidad de diferir los riesgos frente al control penal. Así, proponen que en la práctica funcionan tres niveles principales dentro de las estructuras orgánicas criminales: el primero, de menor exposición, estaría conformado por empresarios que deciden los aspectos logísticos y operativos claves relacionados con la actividad criminal, pero que no se exponen directamente porque tienen suficientes recursos financieros para pagar a otros para que desempeñen las tareas más riesgosas, así como para cubrir los costos en los caso de pérdidas eventuales. En un segundo nivel, se encuentran empresarios “aún no capitalizados” que asumen riesgos directos pues carecen de suficiente capital y contactos como para no exponerse personalmente al riesgo de captura y judicialización. A pesar de lo anterior, quienes se encuentran en este nivel tienen la posibilidad de transferir ciertos riesgos a empleados más vulnerables o subordinados. Finalmente, en un tercer nivel, se encuentran los empleados “potencialmente desechables”, encargados de las tareas operativas más riesgosas frente al control penal –entre ellas, el contrabando y manipulación directa de mercancías ilegales y dineros “calientes”– pero que no toman decisiones; con frecuencia están mal informados, corren riesgos personales muy altos y no tienen margen para errores o fracasos. Es probable que las estructuras por fuera de la ley configuradas a la manera de jerarquías militares, como lo pueden ser los “ejércitos privados” y las organizaciones “insurgentes”, cuentan con ventaja para garantizar el suministro permanente de “soldados” para cumplir disciplinadamente las tareas propias del nivel de mayor riesgo, par ticularmente en aquellos entornos donde no hay oportunidades legales de integración económica para la población más joven. Ver Dorn, N. et al. 1998. “Drugs importation and the bifurcation of risk” en British Journal of Criminology, Vol. 38, No. 4, citado por Zaitch, D. 2003. “De Cali a Rótterdam: percepciones de traficantes de cocaína colombianos sobre el puerto holandés” en R. Prieto (Coord). Sociología jurídica… Op. cit., pp. 417- 449.

14 Naím, M. 2003. “The five wars of globalization”, Foreign Policiy, Januar y/Februar y. Así, el mundo globalizado muestra no sólo avances sino también retrocesos como el sometimiento de una creciente porción de la humanidad a formas de gobierno local análogas a la que se extendió durante el medioevo, luego del colapso de las estructuras de poder central del Imperio Romano: un modelo en el cual el control territorial reside en cabeza de caudillos, dueños de ejércitos privados, y se gobierna por medio del miedo y la desconfianza.

15 Labrousse, op.cit.,15.

En contraste con esta perspectiva “modernizadora”, hay quienes ven en el desarrollo capitalista una tendencia inherente hacia la segregación de una elite económica que de manera incremental controlará los resortes del poder político y económico para su propio provecho, con el consecuente desmedro del desarrollo económico y social equitativos. El resultado será el desempleo masivo y la “tugurización” de las condiciones de vida de la mayoría de la población, particularmente en los países más pobres y políticamente inestables.

Entre los indicios preocupantes que empañan la visión convergente de la globalización se destaca el previsible fortalecimiento tanto de las organizaciones criminales trasnacionales como del terrorismo internacional. Ambos elementos han mostrado gran capacidad para sacar provecho de las tensiones que moldean la conflictividad en el mundo presente y, a la vez, para ajustarse a la creciente flexibilización de las estructuras de gobierno y regulación que se imponen conforme a las necesidades de las empresas trasnacionales y organizaciones no gubernamentales que hoy se sitúan por fuera de los ámbitos de regulación y tributación de las autoridades nacionales.

Tanto el crimen trasnacional como el terrorismo internacional sobresalen, además, por su capacidad para autorregularse e innovar al igual que para reproducir y ampliar la inestabilidad a través de la aplicación del principio de la “destrucción creativa”. En estos aspectos, tienden a converger con la mentalidad propia de los principales agentes de la globalización, entre ellos, las empresas y ONGs trasnacionales.

No obstante lo anterior, no es claro que en el futuro inmediato haya alianzas estables entre las organizaciones dedicadas al crimen trasnacional y el terrorismo internacional. Sin embargo, hay campos –como el mercado de armas y otros elementos ilegales, así como el lavado de activos– en los cuales hay complementariedades evidentes. Otro punto de coincidencia entre el crimen trasnacional y el terrorismo internacional es la conveniencia para ambos de la existencia de Estados débiles o parcialmente colapsados, en los cuales con frecuencia hay lugar a “espacios ingobernados” controlados por ejércitos privados o “insurgentes”, de gran utilidad como santuarios para algunos integrantes de estas organizaciones, al igual que para la realización de operaciones más riesgosas requeridas en el desarrollo de sus actividades delictivas.

Todo lo anterior sugiere que, en el curso actual del proceso globalizador, las organizaciones de crimen trasnacional y de terrorismo internacional quizás tendrán mayor injerencia sobre los factores que moldean los contornos de la globalización que los mismos Estados nacionales aún sin consolidar, bajo los cuales vive una significativa proporción de la población mundial. A la luz de esta conclusión, cabe indagar en qué dirección evolucionarán las estructuras de gobierno en los países con Estados no consolidados: ¿hacia regímenes políticos regulados democráticamente, o, hacia estructuras “gangsteriles” de autorregulación arbitraria, disfrazadas como democracias electorales?

Frente a la disyuntiva esbozada, cabe también preguntarse si además de plantear la lucha contra el crimen trasnacional como un asunto de control penal y desarrollo tecnológico, resulte igualmente impor tante la vigorosa promoción de diseños institucionales para someter el creciente tinglado de “estructuras globales autorreguladas” a mecanismos de regulación local legítimamente democráticos, por lo menos en lo relativo a aquellas decisiones que impacten directamente la vida y el control social locales. De lo contrario, en un futuro es factible que una parte importante de los gobiernos en ámbitos locales, sean copados y controlados por organizaciones trasnacionales del crimen.