El artículo describe las características de la depresión y la ansiedad estado/rasgo y su prevalencia en internos adscritos al “Programa de Inducción al Tratamiento Penitenciario” del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario –INPEC– en Bucaramanga, Colombia. La muestra comprendió 112 internos con un promedio de edad de 33 años, a quienes se les aplicó el Inventario de Depresión Estado Rasgo (IDER) y el Inventario de Ansiedad Estado Rasgo (STAI). Los resultados indican que un 43,1% realizó su primera transgresión a la norma entre los 8 y 18 años, y un 74,1% presentó consumo de sustancias psicoactivas, mientras los registros de manifestaciones depresivas revelan que el 16,7% la califi có como estado y un 43,68% como rasgo. Por su parte, la afectación ansiosa se mostró en un 8,03% como estado y en un 85,7% como rasgo. De acuerdo con esto, hubo mayor proporción de personas con experiencias previas que desarrollaron cuadros sintomatológicos, que aquellas en las que la situación de encarcelamiento constituye un causante o detonante.
Establecimiento penitenciario, tratamiento psicológico, tratamiento penitenciario, psicopatología, delitos contra el patrimonio económico (fuente: Tesauro de política criminal latinoamericana - ILANUD).
This article describes the characteristic manifestations of the depression and anxiety state/feature, and their prevalence among inmates assigned to the “Programa de Inducción al Tratamiento Penitenciario” (Induction to the Treatment in Prison Program) of the INPEC, the National Penitentiary and Prison Institute at Bucaramanga, Colombia. The sample included 112 inmates with an average age of 33 years to whom the Depression State/Feature Inventory (known as IDER in Colombia) and the Anxiety State/ Feature Inventory (known as STAI in Colombia) were applied. The results show that 43.1% of the inmates committed their fi rst off ense between 8 and 18 years of age, and 74.1% had used psychoactive substances, while the records of depressive manifestations reveal that 16.7% rated them as a state, and 43.68% as a feature. On the other hand, in 8.03% of the cases, anxiety was shown as a state, and in 85.7% as a feature. According to this, the ratio of individuals with previous experiences having developed a symptomatology was higher than those where the imprisonment situation is a cause or a triggering factor.
Prison facility, psychological treatment, prison treatment, psychopathology, crimes against economic assets (Source: Tesauro de Politica Criminal Latinoamericana - ILANUD).
O artigo descreve as características da depressão e a ansiedade estado/traço e sua prevalência em presos adscritos ao “Programa de Indução para o Tratamento Penitenciário” do Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario -INPECem Bucaramanga, Colômbia. A amostra incluiu 112 presos com idade média de 33 anos, que receberam o Inventário de Depressão Estado Rasgo (IDER) e o Inventário de Ansiedade Estado Rasgo (STAI). Os resultados indicam que 43,1% realizou sua primeira transgressão à norma entre 8 e 18 anos de idade, e um 74,1% apresentou consumo de substâncias psicoativas, enquanto os registros das manifestações depressivas revelam que 16,7% atribuíram como estado e 43,68% como rasgo. Por outro lado, a afetação ansiosa mostrou 8,03% como estado e 85,7% como rasgo. De acordo com isso, houve maior proporção de pessoas com experiências anteriores, que desenvolveram os quadros sintomatológicos, do que aqueles em que a situação de detenção constitui uma causa ou um detonante.
Prisão, tratamento psicológico, tratamento penitenciário, psicopatologia, crimes contra o patrimônio econômico (fonte: Tesauro de política criminal latinoamericana - ILANUD).
Para atender las demandas de salud mental
de los internos en Colombia, el Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario –INPEC– instauró como
uno de sus objetivos la promoción de programas
para el mejoramiento de la atención psicológica.
Por tanto, el estudio de patologías discapacitantes,
prevalentes y crónicas, como la depresión y la
ansiedad, se confi guran como temas de signifi cativa
identifi cación y estudio.
Frente a esto, en Colombia se registran actualmente
113.104 personas recluidas en establecimientos
penitenciarios, de las cuales 33.951 son sindicadas
y 79.153 son condenadas; el Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Bucaramanga alberga
3.025 internos, con un 145,1% de hacinamiento (INPEC,
2012). Esta situación se repite en todo el país, junto con las
dificultades de infraestructura, habitabilidad, salubridad, ocupación
de los internos, insufi ciencia en provisiones o mecanismos
de atención en salud física y mental, sobre todo en casos
de VIH, tuberculosis y psicosis (ONU, 2006).
Por esta razón, el INPEC, a través de la Subdirección de
Reinserción Social, instauró dentro de sus funciones e intereses
realizar estudios y diagnósticos que permitan conocer
la situación sanitaria de los establecimientos de reclusión,
como también desarrollar programas que propicien el mejoramiento
de las condiciones de habitabilidad, salubridad
y ocupación de los internos en los establecimientos (INPEC,
2010). De acuerdo con esto, es necesaria la realización de estudios
como este, para identifi car o descartar características
sintomatológicas prevalentes en ciertos grupos de internos,
con el propósito de diseñar y ejecutar intervenciones adecuadas
a manifestaciones disfuncionales específicas.
En consecuencia, se revisaron las prevalencias a nivel penitenciario,
de población general nacional e internacional, y
sus respectivas implicaciones, estudios de los que fueron extraídas
la depresión y la ansiedad como primordiales temas
de investigación. Estas patologías fueron analizadas desde
sus características de estado y rasgo, por la confi abilidad y
validez de los instrumentos que las evalúan. De esta manera,
se indagó la manifestación reciente de los síntomas (estado)
y la aparición a lo largo de la vida (rasgo), junto con las
características sociodemográfi cas, penitenciarias y comportamentales
del formato adicional preparado por el equipo
de investigación. Las pruebas indican que los 112 internos
adscritos al Programa de Inducción al Tratamiento Penitenciario
conforman un 60,3% con probables síntomas depresivos
y 93,7% ansiosos, mayor en rasgo tanto para depresión
(43,6%) como ansiedad (85,7%), lo cual sugiere un desarrollo
sintomatológico anterior a la experiencia de reclusión, que
se acompaña, en su mayoría, del consumo de sustancias psicoactivas
iniciado entre los 8 y 18 años y la casi nula visita a
centros de salud de asistencia psicológica o psiquiátrica.
La salud mental en las penitenciarías es un tema de investigación
reciente; en Zaragoza (España), en el año 2003,
1.093 internos reportaron un 3% de sintomatología psicótica
positiva, 16% depresiva, 35% ansiosa y el 46% comportamiento
desadaptado y/o incongruente (Arroyo, 2006). En un caso
colombiano, Mojica, Sáenz & Rey-Anacona (2009) hallaron
un 20% de los internos de centros penitenciarios con riesgo suicida, más una relación directa con desesperanza
y depresión. En otro caso, Ordóñez & Ruiz (2008)
revisaron estadísticas que aseguran mayor prevalencia
de suicidios en prisión que en la población
civil externa, además de encontrar relación con la
depresión, el consumo de sustancias psicoactivas,
ansiedad, ideación suicida, antiguas enfermedades
o tratamientos psiquiátricos y problemas emocionales.
Asimismo, llama la atención lo que autores
como Ruiz (2007), Muro de Araujo & Paino (2008)
expresan del encarcelamiento, pues consideran que
produce altos niveles de ansiedad y depresión.
A lo anterior es preciso agregar lo que Clemmer
(citado por Crespo, 2006) consideró como cambios
comportamentales propios de los sujetos que permanecen
en este entorno. Según Crespo (2006),
Clemmer introduce el término “prisionización” para
referirse a la adopción de conductas diarias, costumbres
y cultura general de la penitenciaría en mayor o
menor grado. De igual forma, señala Wheeler (citado
por Crespo, 2006), en la profundización de los niveles
de “prisionización”, que en los primeros años
del encarcelamiento y los cercanos al cumplimiento
de la condena se encuentran más bajas dichas conductas,
mientras en el período medio de la condena
las manifestaciones propias de este fenómeno se
acentúan. Frente a dicho proceso de adaptación al
contexto penitenciario también se pronuncia Segovia
(2000), quien categorizó las conductas provocadas
por la “prisionización” como: desproporción reactiva
(vivenciar los sucesos con desproporcionada
resonancia emocional y cognitiva), dualidad adaptativa
(autoafi rmación agresiva o sumisión frente
a la institución), presentismo galopante (vivir solo
el presente desde el fatalismo, ausencia de introspección,
planifi cación y análisis de consecuencias),
síndrome amotivacional y baja autoestima.
Teniendo en cuenta las dificultades mencionadas
en dicho contexto y las prevalencias halladas,
se encuentra que las patologías predominantes
de la población mundial en el campo de la salud
mental guardan ciertas similitudes. Lo arrojado
por múltiples estudios sobre la prevalencia de trastornos
mentales en diversas poblaciones (Campo-
Arias & Cassiani, 2008; Brown, Campbell, Lehman,
Grishman & Mancill, 2001; Michaud, Murray &
Bloom, 2001; Montorio, Nuevo, Losada & Márquez,
2001; Aláez, Martínez-Arias & Rodríguez-Sutil,
2000; Medina-Mora et al., 2003) indica que los trastornos
de ansiedad y del estado de ánimo ocupan
un lugar importante. E. g., López, Mathers, Ezzati,
Jamison & Murray (2006) demuestran en su reporte sobre la Carga Mundial de Morbilidad (CMM) y
los factores de riesgo entre 1990-2001, que la depresión
se ha convertido en la principal causa de
discapacidad para mujeres y hombres. Adicionalmente,
advierten que el 41% de la CMM en 1990 fue
debido a trastornos neuropsiquiátricos, los cuales
se posicionan como el motivo más importante de
discapacidad en todas las regiones, con más de un
37% de años de vida ajustados por discapacidad
(AVD) en personas de 15 años en adelante.
En Colombia (Ministerio de Protección Social,
2003), el trastorno de ansiedad se ubicaba entre los
más prevalentes, seguido de trastornos del estado
del ánimo como la depresión mayor. Un análisis anterior
con población general, como el de Torres de
Galvis (2000), ya había expuesto que en Colombia
el trastorno depresivo mayor prevalecía a lo largo
de la vida en un 19, 6%, y el de ansiedad, en un 3,1%.
De esta manera, los trastornos del estado del
ánimo, especialmente la depresión mayor, junto con
los trastornos de ansiedad, se encuentran entre las
patologías de más incidencia a nivel mundial, y
las investigaciones de diferentes poblaciones ofrecen
una gran idea del dinamismo de estos trastornos.
En el caso de la depresión, Gómez & Rodríguez
(1997) encontraron, en su evaluación de 25.134 colombianos,
un 11,8% de afectación leve y un 4% de
depresión alta. Estos autores determinaron una mayor
prevalencia en personas de los 45 a los 60 años,
en aquellos con altos índices de consumo de alcohol
y cigarrillo, con antecedentes de intento de suicidio,
baja satisfacción con los logros, percepción
de bajos ingresos y cuando sus reglas morales diferían
de las de su casa. Asimismo, añaden que existe
mayor proporción de ansiedad alta cuando aumenta
la depresión, y viceversa, siendo la ansiedad la variable
con más asociación en el estudio. A esto, los
autores sugieren una alta prevalencia del síndrome
mixto ansioso-depresivo. Consideran también que
las altas prevalencias de depresión en países en vías
de desarrollo están sujetas a las condiciones socioeconómicas
y de violencia, que producen inestabilidad,
estrés y duelos repetitivos. De manera similar,
Montorio et al. (2001) analizaron los dos trastornos
y hallaron un 14,4% de trastorno del estado de ánimo
y un 11,3% de trastornos de ansiedad, a lo que
adicionan el estudio de la comorbilidad determinada
en un 57,1%. De igual forma, reportan su relación
con altos índices de mortalidad, que representa el
15% de los casos, con alto riesgo en personas mayores
de 55 años (DSM IV, 1995). Otros autores, como
Beekman et al. (2002), encuentran un 47,5% de pacientes con TDM que cumplen criterios para el TAG,
mientras el TAG que cumplía los principales criterios
para TDM fue evidente en un 26,1%.
En otro caso, Aragonés et al. (2001) publican
un 19,3% de depresión en los pacientes de atención
primaria. Agudelo, Lucumí & Santamaría (2008) investigaron
también en el contexto hospitalario, y encontraron
un 41,5% de afectación depresiva evaluada
con el Inventario de Depresión de Beck. Ninguno
de los evaluados dijo recibir tratamiento médico o
psicológico para este trastorno. En este estudio se
repite la relación del adulto mayor con la presencia
de la sintomatología. Agregan que los pacientes que
no fueron acompañados durante la estancia puntuaron
medias para depresión moderada. Similar a esto,
Rodríguez & Puerta (1997) soportan que es probable
una mayor prevalencia de depresión en personas
que han perdido a su cónyuge o en el momento se
encuentran solteros. En otro estudio, esta vez sobre
depresión en estudiantes universitarios de psicología
en Bucaramanga, Agudelo, Casadiego & Sánchez
(2008) explicitan la puntuación ligeramente más alta
en estado para rasgo, mientras en ansiedad sucedió
a la inversa. De igual manera, recalcan lo que en diversos
análisis ya se ha mencionado sobre la mayor
tendencia de estos trastornos en mujeres que en
hombres; también lo comenta Agudelo (2009) en su
revisión de las propiedades psicométricas del Inventario
de Depresión Estado Rasgo.
Por su parte, la ansiedad cuenta con investigaciones
que precisan la edad como característica
biopsicosocial relevante. Algunos autores encuentran
prevalencias signifi cativas en el adulto mayor
(Flint, 1999; Ayers, Sorrell, Thorp & Loebach, 2007),
mientras Martínez (2003) expresa que en comparación,
la población adulta mayor presenta ligeros
niveles menores que la población adulta. Como
complemento a esto, investigaciones en población
infantil recalcan que es común el estado ansioso
en el menor, como el caso de Rovella & González
(2008), quienes aseguran que la edad de inicio es
temprana y que además algunos sujetos manifi estan
haberla padecido toda la vida, lo cual sugeriría
presencia de ansiedad rasgo en edades indeterminadas.
Adicionalmente, su complejidad es influida
por el señalamiento de Bousoño (2003), quien resalta
las altas tasas de reincidencia. En otro aspecto,
esta vez el cognitivo, la aparición de este fenómeno
representa cambios importantes. Según Jadue
(2001), existe una íntima relación entre el TAG y la
inestabilidad emocional, que dificulta a gran escala
un adecuado rendimiento académico, lo que puede generar problemas en el aprendizaje. Adicionalmente,
Martínez (2003) aporta la experiencia que a nivel
somático se genera: insomnio, cefalea, fatiga y
dolor muscular, añadiendo además su carácter incapacitante
y crónico. Pero volviendo al aspecto cognitivo,
Londoño, Álvarez, López & Posada (2005)
descubren esquemas maladaptativos en sujetos de
un centro médico con TAG (25% de la muestra), que
van dirigidos a la rigidez cognitiva en cuanto a las
expectativas sociales, sus necesidades de control y
predicción de situaciones, factores que no son compatibles
con el ambiente penitenciario y la asimilación
de los resultados o el curso de su situación jurídica
y la transformación de sus relaciones externas.
Es necesario añadir que para precisar un trastorno
de ansiedad frente a un posible trastorno de
adaptación, estos difieren por la prolongación
de los síntomas, ya que en el trastorno adaptativo
los síntomas no exceden los seis meses.
Ahora bien, la pretensión de este estudio no fue
diagnóstica, puesto que su interés estuvo en la identifi
cación de las prevalencias y la tendencia a presentar
sintomatología depresiva o ansiosa en términos
de estado y rasgo. De manera que es preciso hacer
explícitas las variables de estado y de rasgo para encauzar
el tratamiento de los temas. El primero hace
referencia a una afectación transitoria en que el evaluado
ratifi ca la manifestación y el grado actual del
malestar, mientras el segundo expresa la frecuencia
con que se ha sentido afectado a lo largo de su vida
(Spielberger, Agudelo & Buela-Casal, 2008). Dicha
diferenciación tomó una importancia particular en
el contexto estudiado, ya que permitió llamar la
atención sobre la presencia de síntomas depresivos
o ansiosos anteriores a la experiencia de encarcelamiento
y posteriores a ella.
El estudio fue realizado entre febrero y noviembre del 2011 en el Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Bucaramanga, habitado por 4.435 internos, entre sindicados y condenados, en el momento de la investigación. El más reciente reporte confi rma la habitabilidad de 3.025 internos, distribuidos en siete comunidades o patios. Estas agrupaciones confi guran características especiales en la mayoría de los casos. Comunidad 1: corresponde a “Comunidad Terapéutica”, donde se realiza atención especializada en abuso y dependencia de sustancias psicoactivas. Comunidades 2 y 4: contienen la mayor cantidad de internos sindicados o condenados regularmente por delitos contra el patrimonio económico y estupefacientes. Comunidad 3: es el espacio y grupo de personas más reducido, donde cohabitan quienes se consideren “Comunidad LGBTI” (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales o transgeneristas e intersexuales). Comunidad 5: se encuentra asociada a delitos de violencia intrafamiliar, sexual, homicidio e inasistencia alimentaria. Comunidad 6: es exclusiva de personas acogidas al “Programa de Justicia y Paz”. Por último, la comunidad 7 comprende los sindicados y condenados por delitos políticos, o de funcionarios públicos.
Adicionalmente, se encuentran categorizados de acuerdo con la fase en que se hallen del Tratamiento Penitenciario (Resolución 7302 de 2005, del INPEC). Los programas comprenden atención psicológica especializada y seguimiento terapéutico, trabajo, estudio, enseñanza, artes y ofi cios, los cuales son posteriores al Programa de Inducción al Tratamiento Penitenciario, y los respectivos requisitos de cumplimiento de pena contemplados en la resolución.
Es no probabilística de tipo intencional, conformada
por los internos adscritos al Programa de
Inducción al Tratamiento Penitenciario del Establecimiento
Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario
de Bucaramanga (EPMSC - BGA); este programa es abierto para 180 internos, y ajustado a la
situación jurídica y psicológica de los participantes;
contó con 112 integrantes activos en este caso. Tal
programa constituye un punto de intervención determinante
para la toma de medidas preventivas y
de intervención por parte del Comité de Evaluación
y Tratamiento (CET), que se asegura de incluir al interno
en el sistema de oportunidades, teniendo en
cuenta sus necesidades, expectativas y fortalezas,
a partir de la información recolectada por el equipo
de trabajo (profesionales del área de la salud, derecho
y guardias), que adicionalmente sugiere tratamiento
o seguimiento, ya sea individual o colectivo.
Dicho de otra forma, el programa seleccionado es
el primer espacio de socialización e ingreso al Tratamiento
Penitenciario, que tiene por objetivo, como
lo promulga la Resolución 7302 de 2005, del INPEC,
preparar al penado mediante la resocialización para
una auténtica vida en libertad. En este caso, los 112
internos forman un rango de edades entre los 19 y
66 años, con una media de 33,29 años y una desviación
estándar de 10,82.
Todos los participantes diligenciaron un formato
de consentimiento informado y de encontrarse
activos en el Programa de Inducción al Tratamiento
Penitenciario, lo cual signifi caba ser mayores de edad
condenados de las comunidades 2, 4, 5 y 7, que cumplieran
con un mínimo requerido de asistencia a los
talleres e intervenciones diarias impartidas por el personal
voluntario, de trabajo social, psicología y guardias.
Los sujetos adscritos no podían estar vinculados a otras actividades de rebaja de penas, como estudio,
trabajo o artes y ofi cios, independientemente de su
edad, tipo de delito, antecedentes, requerimientos
o situación de salud física. Las comunidades que no
fueron evaluadas, como la 3 y la 6, realizan otro tipo
de actividades de rebaja o reciben distinta atención
y no se encuentran vinculadas al Programa de Inducción
al Tratamiento Penitenciario.
El tipo de muestreo fue no probabilístico de tipo
intencional y el tipo de estudio fue un diseño transversal
no experimental de tipo descriptivo.
En esta investigación se emplearon instrumentos
específi cos, de acuerdo con las características
de estudio (estado/rasgo). Adicionalmente, el equipo
de investigación diseñó un formato sociodemográfi
co, para indagar sobre factores asociados al
trastorno depresivo y ansioso, como: la frecuencia
de visitas, el consumo de sustancias psicoactivas y
previos internamientos en clínicas u hospitales psiquiátricos,
entre otros.
Por su parte, el Inventario de Depresión Estado/
Rasgo (IDER) de Spielberger, Agudelo & Buela-Casal
(2005) es un instrumento para identifi car el grado de
afectación (estado) y la frecuencia con que se presenta
(rasgo) la depresión, a través de los 20 ítems
que lo conforman. De la misma manera, permite
identifi car el grado de presencia de afectividad negativa
(distimia) y afectividad positiva (eutimia), tanto
en el momento en el que se evalúa (estado) como la
frecuencia con la que se repiten (rasgo). En cuanto
a las garantías psicométricas del instrumento, los
datos de consistencia interna fueron obtenidos con
muestra de estudiantes universitarios, adolescentes,
población general y muestra clínica, que indican valores
de coefi ciente alfa que oscilan entre 0,83 y 0,87
para la escala de estado y las subescalas de distimia y
eutimia. Para la escala de rasgo (subescalas de distimia
y eutimia), se obtuvieron alfas entre 0,79 y 0,84.
De manera similar, el Inventario de Ansiedad Estado/
Rasgo (STAI) de Spielberger, Gorsuch & Lushene
(1999) es un cuestionario que consta de 40 ítems en
total, y se divide en dos subescalas: ansiedad estado,
que evalúa cómo se siente el sujeto en el momento
de la aplicación, tomando en cuenta sentimientos
subjetivos, conscientemente percibidos, de atención
y aprensión, y por hiperactividad del sistema nervioso
autónomo, y ansiedad rasgo, que registra la afectación a lo largo del tiempo, dejando afl orar señales
de una tendencia del individuo a percibir de forma
inadecuada las situaciones como amenazadoras. El
instrumento posee una consistencia interna que oscila
entre 0,90 y 0,93 para la escala de estado, y entre
0,84 y 0,87 para la escala de rasgo, obtenidos con una
muestra de población general.
Durante las reuniones del Programa de Inducción al Tratamiento Penitenciario en cada comunidad (2, 4, 5 y 7), se invitó a los participantes a colaborar con la investigación, los cuales fueron evaluados colectivamente, máximo cinco sujetos en cada toma de muestra. La aplicación del formato sociodemográfi co y los inventarios fue precedida por el consentimiento informado, en el que se estableció la libertad para abandonar la investigación en cualquier momento, solicitar que sus resultados no formaran parte de esta, renunciar a cualquier benefi cio a partir de su realización y poder reclamar el derecho a la confi dencialidad de dichos resultados. De igual forma, se efectuó una introducción y explicación de las instrucciones para responder a los instrumentos. En la sistematización de los datos se utilizó Microsoft Offi ce Excel y el paquete estadístico para las ciencias sociales SPSS 20.0; de estos datos se extrajeron cifras de frecuencia porcentual, así como medias y desviaciones estándar. Por último, se socializaron los resultados con la institución y se formularon las recomendaciones pertinentes.
Como se mencionó anteriormente, este estudio
contó con la participación de 112 sujetos de sexo
masculino adscritos al Programa de Inducción al
Tratamiento Penitenciario del Establecimiento Penitenciario
de Mediana Seguridad y Carcelario de
Bucaramanga (EPMSC - BGA). Las características
generales de la población fueron extraídas del formato
sociodemográfi co, y tuvieron en cuenta la situación
jurídica y aspectos de la vida psíquica, como
el consumo de SPA o el internamiento en hospitales
psiquiátricos. De acuerdo con esto, se encontró que
el 74,10% de la muestra, es decir, 83 internos, utilizaban
sustancias psicoactivas; de estos, el 13,4% afi rmó
consumir alcohol; 9,8%, cigarrillo; 7,1%, marihuana;
0,9%, bazuco; 0,9 %, mezclas, y un 41,1% dos o más
sustancias de las anteriores, con una edad media de
inicio de consumo de 16,26 años.
Por otra parte, la edad de los adscritos estuvo
entre los 19 y los 68 años, con un promedio de
33,29%, y una desviación estándar de 10,82%. Otro
aspecto indagado fue el estado civil de los internos
antes y después del ingreso al centro penitenciario.
Se evidenció que antes del ingreso el 26,8% de los
participantes estaban solteros, el 54,5% vivían en
unión libre, el 12,5% se encontraban separados y el
6,3% eran casados. En el otro caso, después del ingreso
el 34,8% estaban solteros, el 42,9% vivían en
unión libre, el 16,1% eran separados, el 5,4% estaban
casados y el 0,9% eran viudos. Acerca del grado de
escolaridad de los participantes, se presentó una variación
entre primaria incompleta hasta profesional,
clasifi cados de la siguiente manera: primaria incompleta,
20,5%; primaria completa, 25,9%; bachillerato
incompleto, 31,3%; bachillerato completo, 14,3%; más
técnicos, tecnólogos y profesionales, cada uno con
tres participantes, equivalente al 2,7% en cada clasifi
cación. Los evaluados pertenecían a los siguientes
estratos socioeconómicos: el 53,6% al estrato 1, el
23,2% al 2, el 16,1% al 3, el 5,4% al 4 y el 0,9% a los estratos
5 y 6, respectivamente.
Los aspectos penitenciarios también fueron incluidos,
como la distribución por comunidades: un
1,8% pertenece a la comunidad 7, 37,5% es de la comunidad
5, 29,5% integra la comunidad 4 y el 31,3%
forma parte de la comunidad 2; el mayor porcentaje
es el de la comunidad 5. Como dato relevante en la
investigación, se tuvo en cuenta el tiempo de condena
por cumplir y el cumplido hasta el momento de la
evaluación. Con respecto al tiempo de condena por
cumplir, se encontró que gran parte se situaba en
el rango de mayor de 12 meses hasta 5 años, con un
71,4%, seguido del ítem de más de 5 años a menor
de 10 años, correspondiente al 13,4% de la muestra.
Incluso, se presentaron casos de más de 10 años y
menos de 20 de condena, con un 5,4%, y un 1,8% de
condenas superiores a 20 años. Sobre el factor del tiempo de condena cumplido hasta el momento
de la evaluación, se midió en los rangos de menos
de 6 meses (21,4%), entre 6 y 12 meses (42,9%), de
1 a 5 años (33,9) y de 5 a 10 años (1,8%). Lo anterior
guarda relación con las diversas clases de delitos imputados
a la población estudiada, como son los delitos
contra el patrimonio económico (como hurto
o estafa), en los que se encontró la mayor concentración
(36,6%), delitos contra la seguridad pública,
contra la salud pública, contra la vida y la integridad
personal, contra la familia, e incluso dos o más tipos
de clasifi cación como hurto y tráfi co, fabricación y
porte de estupefacientes.
De igual manera, se tuvo en cuenta la frecuencia
con la que los internos recibían visitas: el 35,7% tenía
visita una vez a la semana; el 26,8%, una vez cada quince
días; el 21,4%, una vez al mes; el 14,3%, casi nunca,
y el 1,8%, nunca recibió visitas. En la investigación se
encontró que el 35,7% de la muestra son reincidentes,
frente a un 64,3% que no lo son. Del grupo reincidente,
el 25,9% ingresó por el mismo delito, el 14,3% por
diferente delito, el 2,7% por el mismo delito cometido
cuando era menor de edad, y el 0,9% por diferente
delito perpetrado antes de los 18 años. Por su parte,
el rango de edad con mayor frecuencia de la primera
transgresión normativa califi cada como delito es entre
los 15 y los 18 años, con un porcentaje de 27,7%, seguido
de un 21,4% referido a aquellos que lo hicieron
entre los 8 y los 14 años. De los 112 participantes, 35
de ellos, equivalentes al 31,25%, han estado detenidos
o recluidos durante la niñez o la adolescencia: el 15,2%
en comisarías, 8% en correccionales, 0,9% en una casa
hogar del Estado, y el 7,1% en dos o más sitios de los
anteriormente mencionados.
Ahora bien, estos datos sociodemográfi cos, penitenciarios
y comportamentales complementan la
información obtenida de las submuestras de internos
con depresión y ansiedad.
Presentados los datos de esta manera, se puede observar mayor afectación a lo largo de la vida, prevaleciendo la manifestación depresiva en rasgo (43,68%). En cuanto a la información adicional, se encuentran diversas similitudes, como el estrato socioeconómico, estado civil antes y después del ingreso (a pesar de su disminución posterior a la experiencia de encarcelamiento), tiempos de condena cumplidos y por cumplir, tipo de delito, frecuencia de visita, consumo de sustancias, edad de inicio del consumo, detenciones en la infancia o adolescencia, reincidencia, vinculación laboral previa e ingreso a hospitales psiquiátricos. Lo anterior indica que la población, en general, comparte características psicosociales, las cuales pueden ser indagadas o tratadas con profundidad y de manera colectiva, como son: el consumo de sustancias psicoactivas, el tipo de acción delictiva y la actividad laboral. Sin embargo, en lo concerniente a un posible cuadro clínico, con respecto a los índices de depresión, las submuestras indican altos niveles de ansiedad estado, con una frecuencia de 61,1%, y de ansiedad rasgo, de 59,4%. De manera similar, debe resaltarse que el 95,9% de los participantes con manifestaciones de depresión rasgo presentaron en el momento la afectación considerada depresión estado. Contrario a esto, solo un 16,07% presenta la sintomatología evaluada en el momento de la aplicación, sin rastro anterior de dicho cuadro. Por lo tanto, este constituye un grupo de sujetos con un desarrollo distinto de la afectación.
Como se muestra en la tabla 2, el 93,73% de los evaluados
presentan una puntuación signifi cativa en ansiedad,
es decir, mayor que lo indicado con probable
sintomatología depresiva. En este caso, se encuentran
ciertas variaciones entre el grupo ansiedad estado y
ansiedad rasgo, puesto que divergen las frecuencias
porcentuales en edad, escolaridad, estrato socioeconómico,
estado civil antes y después de la captura, frecuencia
de visitas, sustancias psicoactivas consumidas
y edad de la primera transgresión normativa considerada
delito. En el caso específi co de la ansiedad estado
se encontró ausencia de depresión estado en un
66,7%, y 77,8% de depresión rasgo; debido a su reciente
aparición y el tiempo de condena cumplido, puede
tratarse de problemas de adaptación. De manera distinta,
el grupo con ansiedad rasgo presentó un 90,7%
de ansiedad estado, 63,5% de depresión estado, con
ausencia de depresión rasgo en un 52,1%.
Si bien en la mayoría de casos las frecuencias porcentuales
no abarcan la totalidad de la población,
estas indican el grupo de personas que comparten
una característica social, psicológica o penitenciaria,
como los altos índices de rasgos depresivos y
ansiosos, que señalan la antigua tendencia (previa a
la captura) a presentar tal sintomatología. De forma
similar, se evidencian algunos aspectos que se deben
tener en cuenta por su prevalencia y la capacidad
de atenderlos, como el consumo de sustancias
psicoactivas, tipo de delito y nivel de escolaridad.
Es importante aclarar que los resultados obtenidos
no pertenecen a un examen diagnóstico, se trata
del punto de partida para dirigir esfuerzos clínicos
efectivos. De igual forma, los datos cuentan con las
características del instrumento, demostrando una
tendencia a presentar sintomatología de considerable
atención, lo cual, de acuerdo con lo encontrado,
se trata de más de la mitad de los evaluados.En este punto, la variación entre los índices de estado y rasgo
difi ere de lo sugerido en otros estudios (Ruiz, 2007;
Muro de Araujo & Paino, 2008) sobre la depresión y la
ansiedad como efectos del encarcelamiento; es decir,
solo el 16,07% de la muestra indica la manifestación
de estos síntomas en el momento de la evaluación,
sin que a lo largo de su vida, anterior a la experiencia
de encarcelamiento, fuesen habituales dicho conjunto
de experiencias anímicas. Mientras que aquellos
con rasgo depresivo comprenden el 43,68%, lo que
sugiere un conjunto de experiencias y confi guraciones
previas a su situación actual, que promovieron el
posible desarrollo de una patología. De manera similar,
los resultados no concuerdan con lo que advierten
Agudelo, Casadiego & Sánchez (2008), cuando
señalan una mayor manifestación de síntomas depresivos
como estado rasgo; sin embargo, lo enunciado
por ellos se refi ere a una población distinta a la del
presente estudio. Cabe resaltar lo evaluado por Torres
de Galvis (2000), quien encontró prevalencia de
depresión a lo largo de la vida, es decir, rasgo depresivo
en un 19,6% de la muestra colombiana, resultado
también menor que el 43,68% de rasgo depresivo encontrado
en este estudio.
La depresión es considerada como uno de los
trastornos más complejos, puesto que sus niveles de
peligrosidad son refl ejados en su tendencia a la discapacidad,
que, como lo expresan López, Mathers, Ezzati,
Jamison & Murray (2006), ocupa el primer lugar
de causalidad a nivel mundial. Por su parte, Mojica,
Sáenz & Rey-Anacona (2009) encontraron relación
entre un índice de depresión moderada y riesgo suicida
en internos de establecimientos penitenciarios
colombianos. Adicional a esto, es necesario analizar
que los sujetos con depresión estado, al igual que
aquellos con depresión rasgo, puntuaron prevalentemente
la presencia de ansiedad estado y rasgo.
Al respecto, Beekman et al. (2000) han manifestado
que es más alto el porcentaje de trastorno depresivo
mayor que cumple criterios para trastorno de ansiedad
generalizada (47,5%), que al contrario (26,1%). Lo
encontrado es similar, pero esto no indica que sea
la única manifestación de esta comorbilidad. Lo que
sí debe afi rmarse es la presencia de personas en el
programa con probable deterioro en las diferentes
esferas de su vida, que al no recibir atención clínica o
psiquiátrica, difícilmente puedan cumplir las expectativas
del sistema de justicia y lograr la resocialización.
Por otro lado, los que presentaron sintomatología
de ansiedad conforman el 93,73% de diversa
manera. Aquellos con ansiedad estado comprenden
el 8,035%, frente al 85,70% con rasgo; esto confi
rma lo que Agudelo, Casadiego & Sánchez (2008)
aseveran al mencionar mayores casos de rasgo
que de estado. Este tipo de resultados apoyan lo
señalado por Bousoño (2003), en cuanto a la alta
reincidencia de los síntomas de este trastorno. La
prevalencia también aporta a lo que el Ministerio
de Protección Social (2003) reporta sobre la mayor
frecuencia de ansiedad seguida de la depresión.
Si bien los trastornos de ansiedad han sido menos
estudiados, en comparación con el trastorno de
depresión mayor, su implicación en la salud mental
del grueso de la población va ganando importancia.
Además, el manejo del estrés y la ansiedad
para manifestarla de manera no patológica, es
claramente necesario en el mundo actual, aun con
más pertinencia en contextos como los que han
crecido y socializado gran parte de las personas
que se encuentran en el establecimiento, ya que
su nivel socioeconómico es susceptible de presentar
situaciones de vulnerabilidad tanto física como
psicológica. Lo expresado cobra importancia cuando
autores como Ayers, Sorrell, Thorp & Wetherell
(2007) mencionan la pérdida de la calidad y vida
en personas con ansiedad e incluso cuando Jadue
(2001) advierte la generación de difi cultades motivacionales
y de desempeño o rendimiento, llegando
a lo que Martínez (2003) ha manifestado como
carácter incapacitante de dicho cuadro clínico.
Premisas de este tipo deben ser complementadas
con las características prevalentes de la población,
como es el caso del consumo de sustancias psicoactivas,
hallado en un 74,10%. Ordóñez & Ruiz (2008) encontraron
relación entre estas conductas y el riesgo
suicida, caso similar a lo enunciado en el DSM IV (APA,
1995) como trastorno depresivo mayor inducido por
sustancias. Así como las conductas de consumo suelen
ser altas en estos grupos, algunos establecimientos
reportan menor porcentaje, como lo demuestran
Ruiz, et al. (2002) en cinco centros penitenciarios de
Colombia, donde un porcentaje muy parecido expresó
no consumir SPA. Es preciso anotar también que en
ese estudio se refi rieron en gran medida a los internos
de la cárcel La Picota, en Bogotá, quienes se encuentran
en diferentes condiciones. De igual forma, tanto
el consumo como el síndrome de abstinencia son
factores que deben tenerse en cuenta en poblaciones
con manifestaciones depresivas, sobre todo cuando la
edad media de inicio de consumo es de 16,26 años. Incluso,
vale la pena analizarlo con lo hallado en el rango
de edad de la primera transgresión a la norma considerada
delito, el cual se halla en un 43,1% entre los 8
y 18 años de edad. Es decir, la adolescencia de estos
sujetos constituye un período importante y de riesgo
frente a conductas disfuncionales.
Por otro lado, al analizar el estado civil de la
muestra total, se conocieron variaciones entre antes
y después del encarcelamiento, pues se elevaron
los porcentajes de los solteros de 26,8% a 34,8%,
los separados de 12,5% a 16,1%, y apareció un único
caso de viudez, que puntuó un 0,9%. Acontecimientos
como estos pueden verse mezclados con lo que
Segovia (2000) señala sobre los patrones de conducta
propios del síndrome de “prisionización”,
evidenciado en la desproporción reactiva, la autoafi
rmación agresiva, presente fatalista, síndrome
amotivacional y baja autoestima. Igualmente, como
manifestaron Agudelo, Lucumí & Santamaría (2008)
en un estudio sobre personas internas en un hospital,
aquellos que no eran acompañados durante la
estancia puntuaron con depresión moderada, aspecto
que se debe considerar en el caso del 14,3% de
la muestra total, que indicó casi nunca ser visitados,
y el 1,8% que no han recibido visita alguna. De forma
similar, Rodríguez & Puerta (1997) señalan que es
probable el aumento de la prevalencia de depresión
en personas que han perdido a su cónyuge o que en
el momento se encuentran solteros.
Otra característica que se tuvo en cuenta fue el
tipo de delito, que en uno de los casos colombianos
la prevalencia estuvo en homicidio y alguna forma de
hurto (Ruiz et al., 2002). En otro, se encontró tanto el
homicidio, como Ley 30 (referida a estupefacientes) y
delitos sexuales (Mojica, Sáenz & Rey-Anacona, 2009).
En este estudio, el hurto también prevalece junto con
otros delitos contra el patrimonio económico (hurto o
estafa), en un 36,6%, seguido de casos con múltiples
delitos de diversa clasifi cación (16,1%) junto con delitos
contra la vida y la integridad personal (15,2%), entre
los que se incluye el homicidio. Es decir, los resultados
apoyan lo señalado por Ruiz et al. (2002) y Mojica,
Sáenz & Rey-Anacona (2009) en estudios realizados
en el contexto carcelario colombiano.
Como conclusión, es importante considerar que
la depresión y la ansiedad no son características implícitas
propiciadas por el encarcelamiento, ya que
el porcentaje en el que se presentó depresión o ansiedad
estado exclusivamente es muy bajo, respecto
al encontrado en rasgo. Asimismo, el 40,25% de la
muestra no registró manifestación depresiva alguna,
lo cual sugiere indagar sobre las circunstancias que
han ido fomentando el desarrollo de sintomatologías
a lo largo de la vida de dichos sujetos. Ahora, si bien
estas manifestaciones sintomáticas no son imputables
al encarcelamiento, sí necesitan del diseño de
actividades de intervención que eviten que se vuelva
crónica la sintomatología. Mientras los casos de rasgo
depresivo y ansioso pueden necesitar tratamiento
y seguimiento, los casos específi cos de estado deben
ser indagados inicialmente como confl icto de adaptación
al entorno y a la situación de encarcelamiento.
Por último, tras los notables índices de ansiedad y
de depresión, es importante prestar atención al elevado
nivel de discapacidad, tal como lo manifi estan
Lim, Saderson & Andrew (2000), sobre todo si se presentan
juntas. Además, como se mencionó anteriormente,
es preciso conocer lo complejo que es este fenómeno,
ya que, como enuncian Gómez & Rodríguez
(1997), es habitual la alta prevalencia del síndrome
mixto ansioso-depresivo, y añaden que en países en
vías de desarrollo está sujeto a condiciones socioeconómicas,
entre otras variables. Lo referido puede
ofrecer pautas para esclarecer los índices de prevalencia
en una población de estas características.
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