Descripción de la criminalidad femenina en Colombia: factores de riesgo y motivación criminal 1
fecha de recepción: 2012/03/15 fecha de aceptación: 2012/05/08
Resumen
En Colombia, al igual que a nivel mundial, en los últimos años se ha identifi cado un aumento de la participación de la mujer en comportamientos criminales. En tal sentido, el grupo de investigación OBSER DIJIN conformó un equipo interdisciplinar que aportó elementos de juicio basados en evidencia, a partir de la aplicación de técnicas de investigación, cuyo principal resultado fue una aproximación a la dimensión y características del fenómeno, que aportó elementos para la formulación de una política criminal en Colombia. El estudio tuvo herramientas cuantitativas y cualitativas para la recolección de información y posterior análisis. Se utilizaron las bases de datos de la Policía Nacional sobre mujeres capturadas en Colombia, y los datos de mujeres condenadas y recluidas en los centros penitenciarios y carcelarios, suministrados por el INPEC. Para indagar en algunas variables de interés, como las características sociodemográfi cas o las motivaciones delictuales, entre otras, se tomó una muestra representativa. A la mencionada muestra se le aplicó un cuestionario, estructurado con tres categorías: caracterización sociodemográfi ca, del delito y las motivaciones para cometerlo. Se hicieron grupos de discusión con categorías de análisis determinadas, como los entornos familiares, las carreras delictivas, el análisis costo-benefi cio para decidir cometer un delito, la posibilidad de reincidencia y la percepción de las mujeres que participaron sobre los entornos de privación de la libertad. Adicionalmente, se diseñaron y aplicaron entrevistas, ahondando en el discurso de las mujeres que incurren en diversas actividades delictivas, para conocer factores asociados a su decisión y las motivaciones personales que incidieron.
1 Este artículo es producto de la línea de investigación en criminología, del grupo de investigación Observatorio del delito – OBSER DIJIN GrupLac COL0117778 (Colciencias), quien desarrollo el estudio con el apoyo del Centro de Recursos para el Análisis de Confl ictos -CERAC-. Se agradecen los aportes realizados por el Mayor Alexander Useche Buitrago, de la Policía Nacional de Colombia, y del doctor Jorge A. Restrepo, Director de CERAC, y al equipo de trabajo de investigación: Natalia Durán y Mayra Iglesias.
Palabras clave
Delincuencia femenina, delito, centros penitenciarios, política criminal, factores condicionantes (fuente: Tesauro de Política Criminal Latinoamericana - ILANUD).
Abstract
In Colombia, like anywhere worldwide, an increasing involvement of women in criminal behaviors has been witnessed. In this sense, an interdisciplinary team organized by the OBSER DIJIN investigative group has furnished useful facts based on evidences obtained from the application of investigation techniques, the main result of which was an approach to both the dimension and the features of this phenomenon where elements for the formulation of a criminal policy in Colombia were contributed. The study included quantitative and qualitative tools for the gathering of information and further analysis. National Police databases were used to obtain records on women captured in Colombia, as well as information provided by the National Penitentiary and Prison Institute (INPEC) with respect to convicted and imprisoned females. For the purpose of inquiring into some variables of interest, a representative sample was taken to which a three-category structure questionnaire was applied as to obtain, among others: socio-demographic features, crime characterization, and motivations for the perpetration of crimes. Discussion groups were organized for the relevant analysis of these categories in the areas of family environment, criminal careers, cost-benefi t considerations for the commission of some kind of crimes, likelihood of recidivism, and the perception of women involved in several criminal activities, in order to delve into factors associated with their decisions and personal motivations having infl uenced them.
Key words
Female delinquency, crime, penitentiary centers, criminal policy, conditioning factors (Source: Tesauro de Política Criminal Latinoamericana - ILANUD).
Resumo
Na Colômbia, bem como a nível mundial, nos últimos anos identifi cou-se um aumento da participação das mulheres em comportamentos criminosos. A este respeito, o grupo de pesquisa OBSER DIJIN formou uma equipe interdisciplinar que trouxe elementos de julgamento com base em evidência, a partir da aplicação de técnicas de investigação, cujo principal resultado foi uma aproximação da dimensão e características do fenômeno, fornecendo elementos para a formulação de uma política criminal na Colômbia. O estudo teve ferramentas qualitativas e quantitativas para a recolha de informações e análises subsequentes. Utilizaram-se bancos de dados da Polícia Nacional sobre mulheres capturadas na Colômbia e os dados das mulheres condenadas e encarcerado nos centros penitenciários, fornecidos pelo INPEC. Para indagar algumas variáveis de interesse, tais como características sociodemográfi cas e motivações para cometer crimes, entre outras, pegou-se uma amostra representativa, à qual foi aplicada um questionário estruturado com três categorias: caracterização sócio-demográfi ca e do crime e as motivações para cometê-lo. Formaram-se grupos de discussão com certas categorias de análise, como os ambientes familiares, carreiras criminais, analise custo-benefício para decidir a cometer um crime, a possibilidade de reincidência e a percepção das mulheres que participaram em ambientes de privação de liberdade. Além disso, entrevistas foram projetadas e implementada, aprofundando no discurso das mulheres que incorrem em várias atividades criminosas, para conhecer sobre fatores associados com a sua decisão e motivações pessoais que incidiram.
Palavras-chave
Criminalidade feminina, crime, prisões, política criminal, fatores condicionantes (fonte: Tesauro de Política Criminal Latinoamericana - ILANUD).
“La delincuencia femenina ha sido vista con cierta ceguera por parte de los criminólogos” (ILANUD, 2005: 22).
Introducción
Al realizar una revisión sistemática de estudios relacionados con el papel de la mujer en la criminalidad,
sorprende encontrar que Colombia aún no ha concentrado grandes esfuerzos en este
tema, que es abordado a nivel internacional. Las escasas referencias a la delincuencia femenina
demuestran un desconocimiento del fenómeno.
Debido a dicha escasez de información, no se tiene certeza real de la dimensión y las características
de este fenómeno, lo que en última instancia termina repercutiendo sobre la formulación
y puesta en marcha de una política criminal efectiva, con enfoque de género.
Parte del desconocimiento del fenómeno se ha atribuido a tres aspectos fundamentales: la baja participación
de la mujer en actividades delictivas; la perspectiva simplista, que no diferencia el comportamiento
de la mujer delincuente de la delincuencia masculina (Juliano, 2007), y la supuesta homogeneidad
en la comisión de delitos atribuidos a la mujer (ILANUD, 2005)2. No obstante, como bien
ha sido reconocido por organizaciones gubernamentales (Procuraduría General de la Nación, 2004),
la necesidad de determinar una distinción entre la criminalidad femenina y masculina es un paso para
facilitar la generación de una política criminal diferencial.
Como ya se ha mencionado, sorprende el contraste entre el desarrollo de investigaciones a
nivel nacional y las de carácter internacional. Para el caso colombiano, el número reducido de
estudios que abordan el fenómeno se observa en investigaciones de carácter etiológico entre
los años 40 y 90 (Hernández-Carrillo, 1947; Caro, 1991) y otros relacionados con la situación
de DD. HH. en ambientes de privación de la libertad, desarrollados por organismos estatales
(Yagüe-Olmos & Cabello-Vásquez, 2005; Procuraduría General de la Nación, 2004). Es necesario
destacar que en aquellos documentos hay una ausencia tanto del enfoque de género como de
una caracterización de las mujeres que cometen delitos.
En el plano internacional se observan investigaciones que han adoptado un enfoque pluricausal
de la criminalidad, lo que se traduce en explicaciones del fenómeno, que buscan trascender
los enfoques etiológicos o unicausales, para ahondar en los múltiples factores de riesgo que
inciden en la comisión de delitos. A partir de este enfoque pluricausal se enmarca esta investigación,
que aporta elementos para una caracterización de las mujeres delincuentes en el país3.
Este artículo se enmarca en una investigación propuesta por la Policía Nacional de Colombia, a través
del Observatorio del Delito, con el apoyo del Centro de Recursos para el Análisis de Confl ictos
(CERAC), en el año 2010. Su objeto central de estudio fue la criminalidad femenina en Colombia, y
pretende en este escrito brindar algunas consideraciones y resultados del estudio, que serán publicados
próximamente en su totalidad, donde se explican de manera más detallada los hallazgos
que aquí se enuncian de forma somera.
2 No es objeto central de este documento el ejemplifi car los diferentes enfoques a partir de los cuales se ha abordado el comportamiento
de la mujer en la comisión de delitos.
3 Vale la pena señalar que la presencia de estos factores de riesgo identifi cados no constituye causa única ni sufi ciente para que una
persona cometa delitos. Sin embargo, aproximarse al fenómeno a partir de dichos factores permitirá obtener insumos que fortalezcan
la política criminal de carácter preventivo en Colombia.
En consecuencia, reconociendo la importancia de este tema, y en el esfuerzo de comprender la criminalidad femenina, el presente artículo tiene como objetivo caracterizar, analizar y determinar los factores de riesgo relacionados con la incidencia de la mujer en la comisión de delitos en Colombia, teniendo en cuenta que viven sus experiencias de forma distinta que los varones.
1. Metodología
La investigación citada empleó instrumentos de corte cuantitativo y cualitativo, para obtener
información complementaria, que se deriva de los alcances y limitaciones de cada perspectiva.
Mediante el uso de instrumentos cuantitativos fue posible observar características generales y
conocer la magnitud del fenómeno, sus tendencias y dinámicas, mientras que con las técnicas
de tipo cualitativo se logró obtener información detallada, relacionada con la experiencia particular
de las mujeres que participaron en esta investigación, lo cual pone a la luz información que
desde un solo enfoque puede no ser develada.
De esta manera, el diseño metodológico de la investigación aquí presentado permite, en primer lugar, aproximarse al fenómeno de los hechos criminales cometidos por mujeres; en segundo
lugar, observar las características de las mujeres que cometen ciertos tipos de delitos,
y en tercero, obtener información relacionada con los factores de riesgo que inciden en la comisión
de delitos por parte de este grupo poblacional, lo cual representa una aproximación al
fenómeno, que aportará información útil para la formulación de una política criminal efectiva,
en términos de prevención del delito.
Como se mencionó antes, la imposibilidad de conocer el universo de mujeres que cometen delitos
en Colombia implica centrar el análisis en dos subconjuntos. El primero está compuesto por todas
aquellas mujeres que han sido capturadas por la Policía Nacional de Colombia, por medio de una
orden judicial o en fl agrancia. El segundo es una muestra representativa de las mujeres privadas
de la libertad en establecimientos carcelarios y penitenciarios, condenadas por la justicia4.
En ese sentido, si bien es posible conocer el número total de mujeres capturadas por orden judicial
o en fl agrancia, a través de la base de datos de la Policía Nacional, con información detallada
sobre el lugar de ocurrencia del delito, no se puede, a partir de esa fuente, obtener información detallada sobre las características sociodemográfi cas de la población objetivo ni información
acerca de las motivaciones para la comisión de delitos.
4 En ese sentido, el conjunto de mujeres capturadas por la Policía Nacional difi ere del grupo de aquellas privadas de la libertad, debido a que no todas las personas capturadas son privadas de la libertad en establecimientos penitenciarios. De esa manera, fi guras jurídicas, como la detención domiciliaria, el principio de oportunidad, el pago de fi anzas o el fallo absolutorio, hacen que estos dos subconjuntos sean diferentes.
Una segunda acotación con respecto a la base de datos del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario
–INPEC–, a la cual se tuvo acceso, es que no contiene información detallada por individuo ni registra
la relacionada con traslados, lo cual imposibilita un análisis de tendencias y dinámicas generales.
Dadas las limitaciones de las diferentes fuentes de información disponibles, se optó por analizar la
información de la base de datos de la Policía Nacional, con el fi n de examinar tendencias generales
y dinámicas regionales diferenciadas, a partir de los registros de mujeres capturadas por orden
judicial o en fl agrancia. Acto seguido, y con el objetivo de analizar los factores de riesgo asociados
a la comisión de delitos, se recolectó información sobre mujeres recluidas en centros de privación
de la libertad, mediante el uso de tres instrumentos, aplicados en varios centros penitenciarios.
Dadas las restricciones propias de la información de la base de datos del INPEC y la imposibilidad
de recabar datos de la totalidad de la población recluida y condenada por la justicia, se determinó
una muestra representativa a nivel nacional. Para su construcción se tuvieron en cuenta los cuatro
centros de reclusión que presentaban un mayor número de reclusas condenadas5. Los resultados
del muestreo implementado fueron los siguientes: Bogotá, 135 observaciones; Cali, 70; Medellín,
70, y Cúcuta, 60, para un total de 335, lo cual representa un 10% del total de la población condenada.
Como se mencionó al inicio de esta sección, además de las bases de datos analizadas se diseñaron
en total tres instrumentos (uno cuantitativo y dos cualitativos), que permitieron recolectar información
en los centros de reclusión defi nidos en la muestra de las mujeres condenadas y recluidas6.
Con relación al instrumento de corte cuantitativo se diseñó un cuestionario estructurado y simple,
para diligenciamiento con encuestador(a), compuesto en su mayoría de preguntas cerradas,
con opción de múltiple respuesta. Las preguntas contenidas en la encuesta responden a
tres categorías: caracterización sociodemográfi ca de la población, caracterización del delito y
motivaciones para cometer el delito.
Con relación a la parte cualitativa de la investigación, el primer instrumento utilizado fueron
los grupos de discusión. Con este se pretendió ahondar en la información recabada a través
de las encuestas, enfatizando en los factores diferenciales por tipo de delito. Las categorías
analizadas en el desarrollo de estos grupos fueron los entornos familiares, las carreras delictivas,
el análisis costo-benefi cio para decidir cometer un delito, la posibilidad de reincidencia y
la percepción de las mujeres que participaron sobre los entornos de privación de la libertad. El
criterio de homogeneidad en cada grupo era el tipo de delito cometido, mientras que el criterio
de heterogeneidad era, e. g., la edad, la procedencia, el nivel de estudios y el económico.
La segunda técnica cualitativa empleada fue la entrevista a fondo, con la cual se pretendió
ahondar en el discurso individual de las mujeres que incurren en diversas actividades delictivas, para conocer los factores asociados a su decisión, así como las motivaciones personales que
incidieron en esta. Los criterios empleados para seleccionar a las personas a las que se les realizaría
la entrevista fueron mujeres con una amplia carrera delictiva, reincidentes, de ingresos
bajos, medios y altos, y con niveles de educación bajos, medios y altos.
5 Debido a restricciones propias de las características de los datos suministrados por el INPEC, no fue posible implementar un muestreo estratifi cado por tipos de delito.
6 El diseño de los tres instrumentos se hizo tomando como base categorías de análisis preestablecidos, derivados de la revisión de
literatura. Luego de la aplicación de los mismos, fueron consideradas nuevas categorías emergentes para la descripción de los
factores que infl uyen como motivación para cometer un delito. Un ejemplo de categoría emergente durante el trabajo de campo
y análisis de la información fue la transmisión entre generaciones del ejercicio de actividades ilegales, o lo que en el informe
marco de este artículo se llamó “infl uencia familiar para cometer un delito”.
2. ¿Cuál ha sido la participación de la mujer en actividades delictivas?
Como ha sido destacado por Granada, Restrepo y Vargas (2009: 35), las dinámicas de la violencia
son heterogéneas tanto en el tiempo como en el espacio. En este caso, en lo que nos concierne, la
mujer delincuente varía su participación en actividades delictivas tanto en el espacio (a través de
los municipios de Colombia) como en el tiempo y en el tipo de actividad delictiva. Reconociendo la
importancia de este tema, esta sección presenta una aproximación a las dinámicas de la mujer delincuente
en Colombia, tomando como referencia los datos de capturas en fl agrancia o por orden
judicial registrados en el Observatorio del Delito de la Policía Nacional de Colombia7.
Cabe preguntarse qué ha pasado con las dinámicas de participación de la mujer en actividades delictivas
durante los últimos años. Según datos del Observatorio del Delito, entre el 2003 y el 2010 se redujo
de forma marginal (de 10,8% a 10%, respectivamente). Aunque durante ese período se dio una leve
reducción a nivel nacional, no es correcto extrapolar esa tendencia a todas las ciudades del país, ya
que en algunas de ellas se ha presentado un incremento considerable, en los últimos años. Un ejemplo
de ello es Bogotá, en donde a mediados del 2007 la participación de la mujer en actividades delictivas
empezó a ascender. De igual manera sucede con las ciudades de Medellín, Cali y Cúcuta, que
entre el 2008 y el 2009 convergieron a la dinámica presentada en la capital colombiana (ver gráfica 1).
Gráfica 1. Tasa de captura por 100.000 habitantes (mujeres)
7 Si bien lo ideal para la identifi cación de la participación de la mujer delincuente es determinar aquella población ya condenada por la justicia, el análisis se aproxima a partir de esta información, dada la ausencia de datos referentes al fl ujo de mujeres condenadas con una periodicidad mensual a nivel municipal en Colombia.
Adicionalmente, como se mencionó al principio, la participación de la mujer en actividades delictivas
varía según el tipo de delito. En ese sentido, y con el objetivo de esbozar en un plano general
las características de las autoras de delitos, en la tabla 1 se presenta la participación de la
mujer en la comisión y se esboza una pequeña caracterización socioeconómica de estos grupos.
Tabla 1. Mujeres capturadas a nivel nacional, 2009-2010
Los valores de la tabla 1 dan cuenta de cuatro aspectos fundamentales para la caracterización
de la mujer delincuente. En primer lugar, en los delitos que incide en mayor proporción la mujer
se destaca el tráfi co, fabricación o porte de estupefacientes y la ejecución de hurtos a personas,
a entidades comerciales y de vehículos. Delitos que tradicionalmente han registrado amplios
índices de participación, tanto en hombres como en mujeres. Además, sin restar importancia,
sobresale la participación de las mujeres en delitos tales como lesiones personales, tráfi co, fabricación
o porte de armas, violencia intrafamiliar y homicidios.
En segundo lugar, es preciso destacar que el promedio de edad de las mujeres delincuentes en
el momento de la captura en fl agrancia o por orden judicial ronda los 31 años, con excepción
de delitos como la estafa, que registra un promedio de edad de 36 años, en parte debido a los
mayores niveles de experiencia en la comisión de delitos.
En tercer lugar, buena parte de la población femenina que participa en la comisión de delitos
registra tener pocas opciones para mantenerse en un trabajo estable y bien remunerado. En
su mayoría, son mujeres desempleadas o amas de casa. Vale acotar que este tipo de factores son categorizados en aquellos delitos que aborda la presente investigación, los cuales serán
profundizados en la caracterización realizada a la mujer condenada.
Ahora bien, sin ahondar en el análisis de la comisión de delitos a través del tiempo, es preciso
destacar los cambios sustanciales en determinados tipos de delitos. La participación de las mujeres
sobre el total de registros referentes a fabricación, tráfi co o porte de estupefacientes y
armas de fuego ha crecido marginalmente entre el 2005 y el 2010. Por otro lado, otros delitos,
tales como homicidios, lesiones personales, hurto, inasistencia alimentaria y secuestro, no han
registrado variaciones sustanciales de forma considerable durante los últimos siete años en la
participación de la mujer delincuente.
Por último, la heterogeneidad expresada en la comisión de delitos, tanto en el tiempo como en
el espacio, responde a contextos diferenciales de ocurrencia de los eventos. En concordancia
con lo anterior, las dinámicas de la participación de la mujer delincuente dependen de características
socioeconómicas, políticas, geográfi cas o de presencia de grupos armados8 que inciden
en la comisión de delitos.
3. Factores de riesgo asociados a la comisión de delitos por mujeres
Tras la aplicación de los instrumentos de recopilación de información, pueden destacarse puntos importantes que describen a la población de mujeres condenadas y recluidas en Colombia. El desarrollo de este apartado es la síntesis de algunos de los resultados del estudio general; por lo tanto, en él se cita una lista de elementos que hemos encontrado relevantes para explicar cuáles son los factores de riesgo asociados a la comisión de delitos.
Características sociodemográficas
El desarrollo de una investigación
sobre la delincuencia
femenina en Colombia amerita
el análisis de diversas
variables de corte estructural
e individual. Dada la
imposibilidad de acceder al
número absoluto de casos de mujeres condenadas y recluidas, se ha optado por aproximarse al fenómeno mediante la
identifi cación de una muestra representativa, que sirve como fuente de información primaria
para la determinación de factores de riesgo y posteriores desarrollos del mismo tema.
Según la información recabada en los centros penitenciarios, y de manera consecuente con lo
reportado en los datos de la Policía Nacional, el 57% de la población de mujeres encarceladas se
encuentra entre los 21 y los 35 años, lo cual sugiere que son personas relativamente jóvenes,
que en muchas ocasiones han iniciado sus carreras delictivas a temprana edad. Por otra parte,
cerca del 70% de esta población vivía, antes de entrar a las reclusiones, en los estratos socioeconómicos
1 y 2. Además, la mayoría tenía acceso al servicio de salud, por medio del Sistema de
Identifi cación de Potenciales Benefi ciarios de Programas Sociales (Sisbén).
Aunque las cifras demuestran que la mayoría de la población en las cárceles pertenece a los estratos
socioeconómicos más bajos, es necesario utilizar esta información con precaución, pues
no es posible inferir de estos datos que todas las personas que viven en estos estratos son
potenciales delincuentes, ya que esto lo que ocasiona es la criminalización de las personas que
integran los círculos de pobreza, lo cual las hace más vulnerables ante el sistema.
Así, se entiende que lo importante no es en sí la condición económica de estas personas, sino
todo lo que ello genera, teniendo en cuenta que estamos hablando de delitos comunes entre
individuos con ingresos bajos o sin ingresos. Dada la falta de recursos económicos, también son
personas con bajos niveles educativos o entre las cuales es muy probable la deserción escolar a
temprana edad. De acuerdo con la situación reportada por las mismas mujeres, aunque el 92%
de la población afi rma haber cursado algún grado escolar, solo el 13% ha estudiado una carrera
técnica, un curso de ofi cio, un pregrado o un posgrado profesional.
Otro de los factores de riesgo que se registran, gracias a la información proporcionada por las
mujeres condenadas y recluidas, es el de la pertenencia o procedencia de un hogar desestructurado9.
Más del 53% de quienes participaron en este estudio declararon provenir de un hogar
en el que se evidenciaron eventos de maltrato y abusos. Esta característica tiene una incidencia
considerable en las conductas de las personas y, por ende, puede estar, de cierta manera, asociada
al inicio de una carrera delictiva, aunque no obligatoriamente.
Ya en la vida adulta, estas mujeres también hablan de características comunes que pueden
considerarse como factores de riesgo. Buena parte de la población encuestada (75%) afi rma
haber accedido, en algún momento de su vida, a un trabajo legal (aunque fuese informal).
El abandono de las actividades legales puede estar dado por la insufi ciencia de los ingresos
para mantener a terceros, así como por la falta de oportunidades para conseguir un empleo
estable. Esto queda confi rmado si se considera que el porcentaje de mujeres recluidas son
madres cabeza de hogar (84%).
Es importante llamar la atención sobre el hecho de que la pobreza no es una causa única y
necesaria de la delincuencia. Siendo las mujeres el grupo mayoritario dentro de los círculos de pobreza10, sería de esperar que fuesen también ellas las más propensas a cometer un acto delictivo
(Juliano, 2007). Sin embargo, en las estadísticas de población carcelaria a nivel mundial,
es posible ver que no es así, ya que el número de mujeres en prisión es bastante menor que el
de hombres. La opción de cometer un delito que representa algún tipo de lucro es llamativa
cuando las condiciones materiales son precarias, lo que quiere decir que algunas (no todas)
de las explicaciones a la delincuencia tienen su raíz en causas de tipo estructural. Otra de las
razones que se aducen para justifi car la comisión de un acto delictivo y su ejecución reiterada
es que algunas actividades ilegales no se realizan ante la necesidad económica, sino porque
ellas se transmiten entre generaciones de una misma familia.
9 La investigación de la cual parte este artículo ha entendido por “hogares desestructurados” aquellos en los cuales se registra al menos uno de los siguientes eventos: consumo excesivo y problemático de drogas y/o alcohol, violencia intrafamiliar y/o violencia sexual entre los miembros del grupo. La incidencia negativa de estos factores sobre el grupo familiar modifi ca su estructura, y ocasiona cambios súbitos y negativos en los roles de las personas que lo componen.
Sea cual sea la razón, es muy fácil encontrar que más de la mitad de las mujeres en las cárceles
han iniciado su carrera delictiva antes de los 25 años de edad. El 13% de la población encuestada
durante el desarrollo del estudio del cual se deriva este artículo afi rmó haber estado alguna vez
recluida en una correccional de menores, y el 67% dijo haber reincidido en la comisión de delitos,
después de haber estado en la cárcel antes.
Otro de los temas relevantes en la caracterización de las mujeres condenadas y recluidas en penitenciarías
de Colombia es el del uso recurrente de sustancias psicoactivas y/o alcohol, al menos
en una ocasión de su vida. Este parece ser un aspecto importante, dadas las condiciones de
reclusión a las cuales está sometida la población (Hollin y Palmer, 2006). El uso de drogas y alcohol
suele ser, para un 44% de la población recluida, un hábito adquirido desde temprana edad.
Sin hacer generalizaciones al respecto, ni criminalizar a las internas respecto al uso de drogas,
este es un factor que debe tenerse en cuenta en los entornos de reclusión. El hecho de que se
preste tan poca atención a las personas adictas hace que sus condiciones se degeneren durante
el período de internamiento. Ello deriva en situaciones desbordantes de tensión e indisciplina,
que podrían prevenirse a través de la atención psicológica necesaria para personas adictas.
La victimización es también un elemento para considerar con detenimiento, pues presenta
claros matices diferenciadores para hombres y mujeres. Además de los historiales de maltrato
infantil, que suelen tener gran incidencia en los comportamientos violentos de las personas
cuando son adultas, la victimización de género también debería tenerse en cuenta: mediante
la encuesta realizada en el estudio que precede a este artículo, el 78% de la población declaró
haber sido objeto de algún abuso (físico o sexual). Y los principales ejecutores de tales maltratos
fueron, en su orden: la pareja (61,7%), algún miembro de la familia (50%) y desconocidos/
autoridades (29,5%). Los abusos son un espacio en el cual la política pública criminal debe
poner énfasis. Si los entornos de privación de la libertad se ocuparan de la atención a las consecuencias
psicológicas generadas por la victimización, sería posible contrarrestar, aunque
fuese parcialmente, sus efectos negativos.
10 Esta afi rmación se corresponde con la idea planteada en las versiones cuarta y quinta de las Conferencias sobre la Mujer, en Beijing y Nueva York, impulsadas desde Naciones Unidas, las cuales revelaron que de los 1.300 millones de personas pobres en el mundo, para el inicio del milenio, la mayor parte eran mujeres y niños. Para describir ese hecho, en el marco de dichas conferencias, años después se acuñaron los términos de “feminización de la pobreza” o “pobreza con cara de mujer”, para designar la composición por género de los grupos más vulnerables en el mundo. Esto se debe, entre otras razones, a la desigualdad en el acceso a trabajos equitativamente remunerados para mujeres y hombres. Para mayor información sobre los índices de pobreza con perspectiva de género, pueden consultarse: Chant, S. (2003) Nuevas contribuciones al análisis de la pobreza: desafíos metodológicos y conceptuales para entender la pobreza desde una perspectiva de género. Serie Mujer y Desarrollo, No. 47. Unidad Mujer y Desarrollo, CEPAL, Naciones Unidas.
Y el último, pero no menos importante, de los factores que caracterizan a la población femenina
condenada y recluida en las penitenciarías de Colombia es el tema de la maternidad, de gran relevancia en términos de política diferenciada y de género. Según las encuestas realizadas en
el estudio que este artículo toma como base, cerca del 90% de las mujeres recluidas en cuatro
cárceles del país son madres, y entre ellas, alrededor del 85% son cabeza de hogar. Esto signifi ca
que cuando una mujer cae presa, los hijos y otras personas dependientes están en riesgo inminente
de abandono y desprotección, lo cual puede ser un detonante que motive la inserción de
menores desprotegidos en círculos de delincuencia común. En el caso de los niños que nacen
cuando sus madres aún cumplen condenas, estos permanecen dentro de los penales hasta la
edad de tres años, y salen del centro de reclusión a vivir con su familia extensa, o bien, si esta
no pudiera hacerse cargo, son trasladados a Bienestar Familiar –y corren claramente el riesgo
de una desprotección similar desde temprana edad– o a un hogar desestructurado, con las
consecuencias que ello conlleva.
Ahora bien, lo que este artículo puede aportar, con base en los datos derivados de un estudio
de mayores dimensiones, es que esta información no solo debe utilizarse para describir de
manera simple a la población dentro de las cárceles, sino que ha de emplearse con fi nes más
concretos, en materia de política criminal preventiva. En la tabla 2 se sintetiza la caracterización
de la mujer delincuente en Colombia.
Tabla 2. Caracterización de la mujer condenada y recluida
Motivaciones por tipo de delito11
Una de las difi cultades de llevar a cabo un estudio de este tipo, que se centra en conocer las motivaciones
para delinquir, radica en la imposibilidad de establecer perfi les o tipos de motivaciones
generalizables a todas las personas que se encuentran en la cárcel. La manera de operar con un
enfoque alternativo de política criminal permitiría al sistema penal evolucionar hacia el diseño de
políticas efectivas de prevención, no basadas en perfi les generalizables o condiciones únicas, sino
abarcando cuantos más factores estructurales e individuales sea posible. Este artículo y el estudio
del que se deriva constituyen una aproximación al fenómeno. Las conclusiones originadas del
mismo permitirán, en una primera instancia, identifi car factores de riesgo en cuanto a la comisión
de delitos y proporcionar insumos para la formulación de una política criminal diferenciada.
Teniendo en cuenta este argumento, es posible justifi car que el estudio de la delincuencia
femenina se haga sobre la base de diferenciar, al menos, los tipos de delitos en estudio, ya
que las motivaciones de una mujer para cometer delitos relacionados con el porte o tráfi co
de estupefacientes no pueden ser las mismas que para una mujer condenada por homicidio; y
en sentido estricto, las motivaciones de dos mujeres condenadas por homicidio, aunque pueden
parecerse, tampoco suelen ser las mismas.
En general, las mujeres condenadas por algún delito declaran ser conscientes de las consecuencias
penales antes de cometerlo. Sin embargo, según el delito, se puede alegar una
motivación diferenciada.
En muchos casos, en especial para los delitos de hurtos o tráfi co de estupefacientes, las motivaciones
suelen estar relacionadas con una necesidad económica imperiosa de las mujeres,
ante la falta de recursos para mantener el núcleo familiar que depende exclusivamente de ellas,
cuando son cabeza de hogar, y dada la imposibilidad de generar ingresos a través de un trabajo
estable y bien remunerado.
No obstante, dentro del mismo grupo hay quienes aducen intereses netamente monetarios,
que tienen que ver no con la necesidad de mantener en el sentido económico a terceros, sino
de alcanzar niveles de economía que permitan la movilidad entre clases sociales, para alcanzar
un mayor estatus y un potencial poder adquisitivo más alto. Esto se ve en concreto cuando se
habla de delitos relacionados con tráfi co de estupefacientes, pero en un nivel más reducido si
se habla de delitos que tienen que ver con hurto. Para este último de modo específi co, las motivaciones
suelen ser de diversa índole.
Es posible pensar que las carreras delictivas más largas las suelen tener las mujeres que se han
dedicado por amplios períodos a actividades relacionadas con hurtos a entidades fi nancieras o
a personas. Durante los grupos de discusión realizados con esta población, fue posible constatar
que el hurto se entiende como una forma de trabajo, que permite la obtención de dinero en
más corto tiempo. Entenderlo de esa manera les permite a las mujeres justifi car su reincidencia,
además de profesionalizar su actividad, lo que se traduce en la comisión del mismo delito en
varias modalidades, por tiempo prolongado.
11 El feminismo aporta un concepto que pronto fue adaptado a los estudios de criminología crítica: “intersectionality” (Makarios, 2007). Este enfoque es opuesto al concepto clásico de etiología en términos de criminalidad, pues no intenta buscar causas únicas e ineludibles para explicar la delincuencia general, sino más bien entender las motivaciones personales, en el contexto en el cual se han desarrollado; es decir, sin dejar de lado las motivaciones estructurales.
Ante la pregunta por el análisis de los costos y benefi cios de una
actividad delictiva como el hurto, las mujeres suelen admitir que
es muy factible que vuelvan a ejercer la misma actividad al salir
de la cárcel, dado que los benefi cios superan el costo de su captura.
Aunque es probable que una mujer condenada por hurto
haya intentado realizar otros ofi cios dentro de la legalidad, también
lo es que continúe cometiendo este delito de forma simultánea
en los círculos de la legalidad y la ilegalidad, por considerar
que los ingresos se obtienen más rápidamente de ese modo.
Dentro del grupo de condenadas por tráfi co o porte de estupefacientes,
las mujeres suelen ocupar básicamente dos lugares.
Por un lado, el de expendedoras; en este caso, muchas de las
mujeres participantes en el estudio comentaron haber sido infl
uenciadas por la necesidad económica y/o por sus parejas. Por
otro, el de transportadoras, o lo que se conoce como “mulas”;
en esta situación, la ambición de mejores condiciones materiales
suele ser el motivo más reiterado, ya que el transporte a gran
escala implica mayores ganancias (Hernández, 2009: 15).
Pocos son los casos en los cuales una mujer es la cabeza
más visible de una red, pequeña o grande, aunque existen.
De cualquier modo, el incremento de mujeres detenidas por
tráfi co de estupefacientes demuestra que es el delito más comúnmente
cometido, y se puede pensar que este incremento
no es casual (Antony, 2007), pues una actividad delictiva de
este tipo les permite a las mujeres seguir desempeñando su
rol de madres o jefas de hogar, sin desplazarse de su vivienda
ni abandonar a quienes dependen de sus cuidados.
Por último, el tercer delito contemplado es el del homicidio.
El análisis del grupo de mujeres condenadas por este delito
merece especial cuidado y atención. Dentro de un penal es
posible encontrar a mujeres sentenciadas por homicidios a
antiguas parejas, que usualmente fueron también victimarios,
así como a acusadas de participar en la perpetración de
masacres, asesinatos colectivos o sicariato, actividades propias
de las dinámicas de violencia en Colombia.
Uno de los factores que se deben tener en cuenta para el tratamiento
de estas mujeres es el tema de la victimización y la
atención psicológica que ameritan este tipo de casos. Una propuesta
importante es ver qué porcentaje de las condenadas
por homicidio tenían alguna relación con sus víctimas. De esta
manera será posible constatar que cuando la víctima de una
mujer es un antiguo victimario, los hechos criminales pueden
ser prevenidos con la implementación de una política de prevención
frente a la violencia de género y al maltrato, que se
justifica en razón del sexo, de lo cual el Estado también podría tomar alguna responsabilidad. La concepción del sistema criminal se encarga de sancionar este
tipo de acciones con severidad. Sin embargo, las largas condenas a mujeres que han asesinado
a sus parejas no incluyen ningún trabajo de recomposición psicológica y mental, por los efectos
derivados de los hechos imputados, ni tampoco los previos.
Aunque el caso de las mujeres condenadas por participar en asesinatos colectivos no tiene las mismas
implicaciones que el de las sentenciadas por asesinar a antiguas parejas, cabe anotar que el
hecho amerita, igualmente, atención especial. Quienes se declaran pertenecientes a grupos armados
al margen de la ley son un ejemplo de ello. La adscripción a estas organizaciones puede darse o
bien por motivación propia o por coacción. El hecho es que dentro de estos grupos, las mujeres
pueden estar sometidas a líneas de mando o estar presentes allí por cuenta de antiguas venganzas
contra grupos contrarios, que en otro momento vulneraron su integridad o la de sus allegados, lo
cual explica en muchas situaciones su decisión de participar en acciones homicidas. Un buen número
de los casos de mujeres que toman parte en masacres o trabajan como sicarias registra haber sido
víctima de maltrato físico, abuso sexual o abandono, y en general provienen de hogares desestructurados.
Esto no signifi ca que todas las personas con un historial de abusos físicos sean potenciales
homicidas; lo que se busca, en la mejor de las circunstancias, es dejar clara la necesidad de atención
psicológica específi ca, más aún en situación de reclusión.
Un enfoque de política criminal alternativa se vale de la utilización de estos datos y análisis para
entender que la reducción de la criminalidad no depende del recrudecimiento de las penas y las
sanciones, sino de la capacidad que tenga el Estado para prevenir la inserción en hechos delictivos.
4. Conclusiones y escenarios futuros de investigación
La investigación en la que se enmarca este artículo ha identifi cado algunos de los factores de
riesgo asociados a la comisión de tres tipos específi cos de delitos (los de mayor participación
en el total de actos delictivos realizados por mujeres en Colombia), en cuatro establecimientos
penitenciarios de diferentes zonas del país. Como paso previo a la enunciación de las recomendaciones
de política criminal, es necesario aclarar que a partir de la información recopilada se
encontraron varios factores de riesgo, estructurales y personales, que si bien no existe evidencia
que permita afi rmar que son determinantes en las conductas delictivas, se observaron en la
mayoría de la población objetivo. Por lo tanto, son elementos que deben ser tenidos en cuenta
a la hora de formular una política criminal diferenciada en Colombia.
A partir de este marco de referencia, varios son los puntos que pueden perfi larse como conclusiones
de este artículo y que constituyen al mismo tiempo la apertura de nuevos espacios de
investigación, para favorecer con el tiempo una política pública de prevención y reducción de la
criminalidad, con enfoque diferencial de género. Por eso, en un primer momento se abordarán
las recomendaciones relacionadas con los lineamientos para formular una política criminal con
enfoque diferencial, para luego ahondar en los escenarios futuros de investigación.
Política criminal con enfoque diferencial
Estas recomendaciones se agrupan en dos grandes categorías, que surgen a partir del momento en el que se aplica la política criminal; la primera, relacionada con la prevención del delito antes de que ocurra, y la segunda, con la prevención de la reincidencia en conductas criminales, a partir de los entornos de privación de la libertad y los espacios de resocialización.
Prevención
Tras analizar la política pública criminal en Colombia, se encontró que no existen planteamientos
explícitos que den cuenta de la prevención de la comisión de delitos. En su lugar existen dos
mecanismos, a través de los cuales se materializa la función preventiva de la política, mediante
la potencialidad disuasiva del acto delictivo. Por un lado, la capacidad coercitiva del Estado, por
medio de acciones policivas, y por el otro, la acción tendiente a desincentivar la comisión de
delitos, a través de la aplicación de penas.
Al indagar entre las mujeres delincuentes sobre la efectividad de dichas estrategias preventivas,
se observa que no generan los efectos previstos. Por una parte, la mayoría de las mujeres
conocían las consecuencias de sus actos delictivos (67%), y aun así los cometieron; la función de
disuasión mediante los desincentivos por las penas no logró persuadirlas de no delinquir. Por
otro lado, la percepción negativa sobre la capacidad de la Fuerza Pública para aprehenderlas
incidió en la comisión de los delitos; un alto porcentaje de las mujeres pensaban que no serían
atrapadas o que valía la pena tomar el riesgo de cometer el delito (47%).
A partir de estos dos hallazgos, es posible afi rmar que la estrategia preventiva de la política
pública criminal actual es insufi ciente. En ese sentido, y a manera de recomendación, uno de
los aspectos que se deben tener en la formulación de una política criminal es enunciar de forma
explícita las estrategias para prevenir el delito, en las que se incluyan, además de la disuasión,
tácticas encaminadas a reducir los factores de riesgo que puedan incidir en la comisión del acto
delictivo. Teniendo presente que cada vez es más frecuente la participación de las mujeres en
actividades que eran consideradas como delitos típicos de hombres, otro aspecto importante
radica en examinar la política criminal desde un enfoque crítico diferencial –de género– que no
atribuya las conductas delictivas a la condición sexual y que no esté basado exclusivamente en
la experiencia masculina, sino que tenga en cuenta múltiples construcciones de género, para
formular y promover acciones no basadas en los estereotipos de masculinidad o feminidad.
Resocialización
Dado que la política pública criminal en Colombia está centrada en la función resocializadora,
a partir de los entornos de privación de la libertad, es necesario revisar su funcionamiento. En
lo correspondiente a dicha función, como primera medida se propone establecer un sistema
diferenciado, sin romper el principio de igualdad frente a la ley, de un tratamiento que tenga
en cuenta, además de la peligrosidad, las características particulares de las personas (género,
edad, maternidad, nivel educativo, entre otras). Asimismo, con el ánimo de efectuar un tratamiento
de resocialización más efectivo, se propone diferenciar la población a partir de los
factores y motivaciones que llevaron a las reclusas a cometer el delito.
Por otro lado, es necesario promover la no reincidencia de la persona que cometió el delito, una vez
que cumpla la condena. Esta recomendación surge tras preguntar por las motivaciones que incidirían
en volver a realizar actividades delictivas, ya que la mayoría respondieron que lo harían por necesidad
o porque es muy difícil conseguir un empleo legal para una persona que ha estado recluida.
En ese sentido, es necesario incluir en este proceso la promoción de convenios con empresas, tanto
estatales como no estatales, para que incluyan en su fuerza laboral a mujeres que hayan sido condenadas
por cometer un delito, y otorgar benefi cios a las organizaciones que efectivamente generen
empleo para este grupo poblacional, a fi n de favorecer el proceso de resocialización.
Además de incluir políticas de resocialización focalizadas en el individuo (las reclusas), es deseable
que se amplíen al grupo familiar. Es decir, teniendo en cuenta que la mayoría de las mujeres
que están privadas de la libertad son madres, y que un gran porcentaje de ellas tuvieron
experiencias con familiares que infringieron la ley (hogares desestructurados), realizar políticas
de prevención del delito y educación con los hijos de las reclusas puede contribuir a reducir el
riesgo de la comisión de delitos.
Por último, se debe fortalecer la atención física y psicológica en los centros de reclusión. Concretamente,
es necesario enfocarse en las problemáticas que genera la dependencia al uso de
drogas (legales e ilegales) y al alcohol, y el deterioro emocional que sufren en la cárcel cuando
son madres con hijos dependientes, en su gran mayoría, como lo ha evidenciado el estudio
marco de este artículo.
Escenarios futuros de investigación
De toda la indagación que se realizó, es notable el hecho de que la participación de la mujer
en actividades ilegales no representa aumentos considerables, pero tampoco disminuciones.
Se trata de un índice de participación más o menos sostenida en los últimos ocho años, que
varía de manera marginal, según el tipo de delito que se tenga en cuenta. La indagación sobre
las causas que motivan el aumento (marginal o signifi cativo) de la delincuencia femenina en
sus variadas formas, no ha sido lo sufi cientemente extensa aun en el país. Esto representa
según Vizcaíno (2010) un reto para las disciplinas que intervienen en el estudio de la criminalidad,
ya que sería necesario ahondar no solo en las motivaciones, sino en el impacto que tiene
sobre la sociedad, la comisión de delitos, por parte de mujeres y hombres (p 322). Sin embargo,
podría aventurarse una hipótesis, determinada en la falta de efectividad de la política
criminal aplicada hasta el momento en Colombia en esta población, dado que no ha logrado
mostrar resultados en términos de disminución de los actos delictivos.
De otra parte, aunque el porcentaje de participación no aumenta notoriamente, si es cierto que
buena parte de quienes en la actualidad se encuentran recluidas (67%) son personas que en algún
otro momento de sus vidas han estado envueltas en algún otro hecho delictivo. Que no aumenten
las tendencias generales de participación, pero sí que se mantenga una tasa alta de reincidencia,
es un tema interesante y pertinente para analizar, ya que por ahora no existen conclusiones explicativas
de este hecho.
Todo el trabajo realizado ha apuntado a develar la problemática de la delincuencia femenina,
sobre la cual existen en el país pocas referencias, como se dijo al inicio de este artículo. Por eso,
este documento constituye, más que nada, uno de los pasos iniciales para abarcar este tema,
bastante inquietante y ávido de análisis.
Para fi nalizar, es importante resaltar que la adjudicación de roles, funciones y estereotipos asignados
a las personas según su sexo incide en cómo se ve y entiende cualquier fenómeno social. Es
indispensable entonces, a la hora de elaborar investigaciones en el campo social y no social, tener en cuenta la experiencia diferenciada de hombres y mujeres, y reconocer -desde el punto de vista
de quien investiga- que ninguna experiencia debe prevalecer sobre la otra; sino que el abordaje
equitativo repercutirá positivamente en la formulación de políticas y acciones que respondan,
tanto como sea posible, a las necesidades vistas desde una perspectiva de género, en vez de privilegiar
la masculina sobre la femenina o viceversa.
Existe entonces la necesidad de realizar indagaciones más específi cas que den cuenta de la
infl uencia que tienen los roles sociales atribuidos a cada sexo en la sociedad colombiana, para
entender de dónde surgen las motivaciones de las mujeres para delinquir, que probablemente
no son iguales a las de los varones. Ulteriores investigaciones que planteen formas equitativas
de abordar la experiencia masculina y femenina darán cuenta de las diferencias surgidas
a partir de la adjudicación de roles de género y por ende permitirá entender el fenómeno de
la criminalidad de forma integrada y no segregada.
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