El desempeño policial es un aspecto fundamental en la ejecución de políticas
de seguridad. Sin embargo, en la región las fuentes de datos y herramientas de
análisis son escasas. Emplear y explotar encuestas de opinión y aplicar un instrumento
ad hoc, “índice de percepción del desempeño policial”, como ocurre en
Chile, es útil para mejorar la relación de la policía con las personas. Se propone
abordar el estudio de la efi cacia policial no solo desde una perspectiva econométrica,
sino también psicosocial y sociopolítica. Se presentan los resultados
de la aplicación de este instrumento y se introducen refl exiones para su comprensión
dentro de dinámicas de mejoramiento de la labor policial y políticas
públicas de seguridad.
Palabras clave
Evaluación de la policía,
función social de la policía,
comunidad, encuestas,
medidas de seguridad.
(Fuente: Tesauro de
Política Criminal Latinoaméricana – ILANUD).
Police performance is an essential factor in the achievement of security policies. However, in the region, both data sources and analysis tools are scarce. Using and taking advantage of opinion surveys and applying an ad hoc instrument like the “perception of police performance index” in Chile is useful to improve the relationship between the Police and people. This article is intended to deal with the study of police effi ciency, not only from an econometrical perspective but also in psychosocial and sociopolitical terms. The results of the application of this instrument are presented, and refl ections for understanding them are off ered within police work improvement dynamics, and public security policies.
Police evaluation, social function of the Police, community, surveys, polls, security measures (Source: Tesauro de Política Criminal Latinoamericana - ILANUD).
O desempenho policial constitui um aspecto essencial na implementação de políticas de segurança. No entanto, as fontes de dados e análise de ferramentas são escassas na região. Empregar e explorar as sondagens de opinião e aplicar um instrumento ad hoc, “índice de percepção do desempenho policial”, como no Chile, é útil para melhorar as relações da polícia com as pessoas. O objetivo é discorrer o estudo da efi cácia policial não só numa perspectiva econométrica, mas também psicossocial e sócio-política. Os resultados da aplicação do presente instrumento são apresentados e as refl exões para sua compreensão na dinâmica para melhorar o trabalho da polícia e políticas de segurança pública são introduzidas.
Avaliação da polícia, função social da polícia, comunidade, sondagens, medidas de segurança (fonte: Tesauro de Política Criminal Latinoamericana - ILANUD).
América Latina lleva más de tres décadas en las que la labor policial ha sido objeto de cuestionamiento,
debido en parte a las condiciones de inseguridad que viven los habitantes de
los grandes centros urbanos. Las tasas de denuncia o reporte aumentan y los porcentajes
de hogares y personas víctimas de delito evolucionan de forma negativa. Asimismo, la inseguridad
–como problema psicosocial– se instala definitivamente y se extiende incluso a
localidades más pequeñas, sin dar tregua a autoridades e instituciones responsables de la
seguridad pública y ciudadana.
La seguridad ciudadana es una necesidad social, y se refi ere a las exigencias específi cas de la
población vinculadas con la delincuencia y las situaciones de vulnerabilidad y riesgo que se relacionan
estrechamente con la labor de la policía, que a su vez tiene la función de resolver, o al
menos minimizar, los efectos negativos de dichas amenazas (Monsalve, 2009).
En la mayoría de los casos, atendido el escenario general antes descrito, se han promovido
reformas en las instituciones públicas, con el objeto de garantizar y promover servicios más
efi cientes, efi caces y de mejor calidad, poniendo más atención en los servicios a los ciudadanos.
Se afi rma que un servicio moderno será aquel que reúne y muestra atributos particulares, tales
como efi ciencia, efi cacia y calidad; es decir, un buen desempeño. En este proceso, las policías no
quedan al margen. Pero en la mayoría de los casos hay difi cultades para introducir innovaciones
y mejoras, porque existe poca dedicación a estudiar con mayor rigurosidad científi ca la relación
policía-ciudadano y, en consecuencia, comprender mejor qué sucede en esa dimensión.
En algunos cuerpos policiales de América Latina se observan situaciones que son frecuentes y
que dañan su imagen, lo cual motiva el cuestionamiento de la legitimidad de sus actuaciones
y debilita la necesaria confi anza social. Todo ello, podría decirse, refl eja en gran medida falta
de profesionalismo y un bajo desempeño policial.
Esto es importante, pues varios estudios muestran que los atributos de la labor policial son fundamentales
para generar y mantener un adecuado clima de seguridad y, por ende, una mejor
calidad de vida. Así, la calidad de los servicios policiales y los modelos y estrategias empleados
son clave, tanto desde una perspectiva sociopolítica (calidad de la democracia) como desde
el punto de vista de las personas (inseguridad). Por ejemplo, hace algunos años un estudio
mostró que hay correlaciones estructurales y contextuales signifi cativas si nos enfocamos en
la efi cacia de la policía: esta es mayor en países con bajas tasas de homicidios, un poder judicial
independiente y altos ingresos. El tamaño de las fuerzas policiales y de la población, así como
las tasas de desempleo, serían en gran medida irrelevantes. Asimismo, se identifi can otros factores
relevantes, como la percepción y la democratización de las tácticas de la policía y sus
estrategias (Sung, 2006). Esto lleva a poner atención en la necesidad de explorar o indagar las
relaciones entre la opinión pública y la labor policial, e identifi car eventuales implicancias para
el diseño y la evaluación de políticas públicas de seguridad.
Lo afi rmado parece razonable en el caso de América Latina. Según el Barómetro de las Américas,
la “victimización directa por criminalidad” no desempeña un papel preponderante entre
las variables que miden el apoyo a la cultura política democrática en la región. Tampoco la “victimización
por violencia” es estadísticamente signifi cativa, y, junto con la variable “tamaño de
la ciudad”, parece no tener ninguna importancia en los niveles de apoyo a una democracia. Sin
embargo, la “percepción de inseguridad” sí tiene un efecto negativo. En general, las personas que se sienten más inseguras a causa de la criminalidad tienden a apoyar menos la democracia
y sus instituciones (Seligson, 2008, p. 85)1.
La legitimidad social de la acción policial es clave, porque ella se asocia a la gobernabilidad.
Seligson y Smith (2010, p. 244) destacan que haber sido víctima del crimen en América Latina
erosiona el compromiso de los ciudadanos con el respeto de la ley por parte de la policía, y que
de la misma forma lo hace la percepción de inseguridad. Así, en la medida en que las personas
se sienten más inseguras, están más dispuestas a aprobar que la policía actúe al margen de la
ley con tal de atrapar delincuentes, y con ello se erosiona el Estado de Derecho. Por esa razón,
es importante examinar qué factores construyen la inseguridad de las personas y qué papel
desempeña en este contexto, impactando negativamente en las políticas de seguridad.
Las percepciones de la ciudadanía, en especial aquellas relativas al desempeño de la policía, ¿tienen
alguna relación con el clima de seguridad en los barrios de las ciudades con mayor densidad
poblacional? La respuesta es sí.
Los datos del Latinobarómetro 20102 muestran que cuando la policía no actúa como se espera y
como debiese, entonces el clima de inseguridad y disconformidad es mayor. A esto se suma que
aun en países tales como Chile y Colombia, donde la policía presenta altos niveles de confi anza
ciudadana y legitimidad social, coexisten también elevados niveles de inseguridad, y que los
altos porcentajes de victimización explican solo una parte de esa inseguridad.
Tabla 1. Relación “satisfacción con la manera como funciona la policía”
y opinión de que “vivir en su barrio es cada día más seguro o inseguro”:
Chile, Colombia y América Latina (Latinobarómetro 2010)
Hay evidencia para afi rmar que en tanto las personas declaran estar insatisfechas con la manera
cómo funciona la policía, entonces la percepción de inseguridad en el barrio de residencia es
más alta, como se muestra en la tabla 1: ambas variables están relacionadas en los casos de
Chile, Colombia y, en general, en toda América Latina.
¿Qué opinan las personas y cómo valoran el desempeño de la policía?, ¿las actuaciones de la policía
son un factor clave en el clima de seguridad o inseguridad?, ¿el nivel de satisfacción de la ciudadanía
ante la actuación de la policía es o puede ser una herramienta de gestión o indicador potente para la propia policía? Son todos interrogantes que se abordan aquí, con el fi n de aportar elementos
prácticos para alimentar una refl exión necesaria y estimular, entonces, la investigación sobre la
policía, en tanto organización y actor relevante en la coproducción de la seguridad, inserta en las
políticas públicas de prevención y control del delito en todos los países.
Lamentablemente, en América Latina la información sobre estas dimensiones es escasa. Los estudios de opinión, una de las herramientas más útiles para abordar investigaciones sobre estos tópicos, suelen tener características técnicas muy limitadas: pocas preguntas, falta de sistematicidad, muestras muy pequeñas, que impiden un análisis desagregado según territorio y perfi l sociodemográfi co. En rigor, solo es posible cuando existen datos que refl ejan dichas variables o campos de información. Sin duda, esto depende también de las líneas de investigación sobre la labor de policías y el rol de la policía en la coproducción de la seguridad. Ese no es, por cierto, el caso de Chile. La Fundación Paz Ciudadana, entidad con casi 20 años de trayectoria (www. pazciudadana.cl), ha logrado materializar esta línea de investigación, y parte de sus resultados y de la refl exión a partir de estos se reportan en este texto.
Naturalmente, una primera difi cultad que se presenta es que al hablar de “desempeño policial”
quizá no todos entiendan lo mismo. ¿Qué es “buen desempeño” en la policía? Al respecto, hay
diversas aproximaciones. Asimismo, existen distintos niveles de análisis, según demuestran diversos
investigadores. Pero el problema más decisivo en América Latina es que hay pocos datos
que permitan abordar el estudio del desempeño de la policía desde la perspectiva que aquí se
presenta, para generar políticas basadas en la evidencia.
Al respecto, pueden plantearse una serie de distinciones y diferencias. Podemos hablar de –al
menos– tres líneas de investigación, y anticipar que –más allá de cualquier enfoque jurídico o
normativo– ante ese interrogante no se puede esgrimir una única respuesta, pues depende del
uso o fi n último del instrumento y del tipo de decisiones y campo de actividad que se va a mejorar.
Una línea de estudio vincula las “conductas indebidas”, la “mala conducta” y la corrupción en la
policía con un amplio espectro de prácticas o comportamientos que –por la vía de los hechos u
omisión– distorsionan o perjudican el buen desempeño policial. La etiología del mal desempeño
de la policía identifi ca factores individuales y socioambientales, incluyendo el clima laboral y la
cultura de la organización (Tudela 2010b).
Una línea de estudio vincula las “conductas indebidas”, la “mala conducta” y la corrupción en la
policía con un amplio espectro de prácticas o comportamientos que –por la vía de los hechos u
omisión– distorsionan o perjudican el buen desempeño policial. La etiología del mal desempeño
de la policía identifi ca factores individuales y socioambientales, incluyendo el clima laboral y la
cultura de la organización (Tudela 2010b).
Las fronteras entre lo que corrompe el desempeño policial y aquello que no son difíciles de defi -
nir, en especial si se emplea solo un enfoque legal del “buen comportamiento” (defi nido como
respeto a las normas y reglamentos de disciplina). En este contexto, por “conducta indebida” se
entiende la transgresión del comportamiento normalmente esperado o “buen desempeño” de la
policía, que incluye desde la calidad de la atención o servicios a las personas, hasta las prácticas delictuales
comunes, pasando por el abuso de la fuerza o de autoridad, hasta las faltas disciplinarias
previstas en los reglamentos internos de los cuerpos de policías (Cano, 2003, p. 74).
Una segunda línea de análisis se refi ere al examen o evaluación del “rendimiento policial”, es decir,
se enfoca en medir el resultado operativo, el institucional y el organizativo (Subsecar y CIPC, 2008, p.
9), enfatizando la efi cacia y la efi ciencia (National Research Council of the National Academies, 2004).
Una tercera línea remite a una perspectiva más amplia, pues hay también una serie de prácticas
que afectan y/o favorecen la legitimidad de la acción policial y que se vinculan a la observancia
o no de principios, tales como la discriminación, el buen trato, la efi cacia y la calidad de los servicios.
En este caso, el buen desempeño se entiende a la luz de los códigos de conducta profesional
(Neyroud, 2005, p. 589), y que también se asocian a un contexto sociopolítico democrático
y a una gestión moderna de políticas públicas de seguridad.
En consecuencia, un denominador común de las tres perspectivas descritas es que la efi cacia policial
no debería entenderse solo desde la perspectiva del resultado, sino también considerando la
forma como se actúa y se cumple la misión fundamental. En este contexto la opinión de la ciudadanía
es clave, pues la policía está para producir y preservar la seguridad de las personas.
Pero también hay otros procesos que cambian el marco de referencia de cómo entender la labor de
la policía. En la actualidad convergen dos corrientes, que cada día tienen mayor aceptación. Por una
parte, la preocupación por el desempeño policial, en tanto efi cacia y contribución a la reducción de
la inseguridad objetiva, y por otra, una visión sociopolítica, donde la actuación de la policía se sujeta
a prácticas características de la función policial en democracia.
Ambas miradas convergen. Sabemos que la policía debe responder tanto a las demandas ciudadanas
como a las que formulan las otras instituciones que integran el sistema. Las expectativas
son amplias. La policía debe alinearse con su misión básica: reducir delitos y aprehender infractores.
Pero también debe ser capaz de resistir o rechazar toda tentación a actuar de cualquier
forma, violando normas legales y éticas, reglamentos disciplinarios y derechos ciudadanos protegidos
constitucionalmente, por muy justifi cadas que pudieran parecer las situaciones. En relación
con el uso de la fuerza, el personal debe discernir de manera correcta su empleo, ya que
goza de un alto grado de autonomía profesional y pocas veces se expone al escrutinio público.
De esta forma, hay un doble imperativo. Se podría decir que un policía es efi caz cuando cumple
un mandato legal, pero –en particular- cuando alcanza los objetivos de la función policial de una
manera tal que el desempeño y la calidad de las actuaciones se vuelven valores en sí mismos, es
decir, cuando la actuación refl eja verdaderamente los principios de la deontología policial y el
profesionalismo, y eso es reconocido por la sociedad.
En esta perspectiva, la labor policial se aborda poniendo atención en los servicios a los ciudadanos.
Así, el desempeño policial se considera un factor clave y, al mismo tiempo, una de las
principales dimensiones que se deben observar son la calidad y la efi cacia. El desempeño policial
involucra calidad y profesionalismo en el trato y servicio a las personas. Vinculado con la vigilancia
y el control social externo, tarde o temprano, y al igual que cualquier servicio público, la
policía y sus miembros deben observar las normas de la sociedad y rendir cuenta por/de ello. En
otras palabras, en tanto individuos y organización, la policía debe exponerse al juicio sobre su
desempeño y profesionalismo, reconociendo su capital social y legitimidad.
Sin duda, medir el desempeño policial involucra ocuparse no solo de los enfoques, sino también
de las posibles metodologías y herramientas. La defi nición de índices y descriptores para cada
área y tipo de servicio policial es un problema heurístico y, a la vez, epistemológico. Es decir, se
relaciona tanto con la capacidad de investigar de manera formal como con las circunstancias
históricas y sociológicas que permiten generar conocimiento sobre la labor policial. Estas son
materias no totalmente resueltas aún.
En la práctica, las policías más desarrolladas han hecho importantes esfuerzos en defi nir proyectos o programas internos de largo aliento, para concordar o construir indicadores y sistemas de medición del desempeño policial. A modo de ejemplo, se puede citar el caso de Gran Bretaña, que –desde mediados de los años novena– inicia un proceso gradual de modernización, donde el cambio organizacional y el mejoramiento de la calidad de los servicios constituyen un
binomio inseparable (Home Offi ce, 2006, p. 55-58).
En otros casos –quizá la mayoría– el interés se ha centrado en mediciones que refl ejan el cumplimiento
de labores tales como patrullajes, atención de procedimientos y llamadas, recepción de denuncia,
violencia policial, asistencia de víctimas, entre otras actuaciones. No obstante, desde hace
algún tiempo estos tópicos comienzan a ser insufi cientes (Roberg et al., 2002, p. 165-173); adquiere
más valor el estudio de la vinculación entre liderazgo y el mejoramiento continuo (Long, 2005, p.
641) y los procesos generadores de cambios organizacionales de diversa naturaleza que benefi cian
las estrategias y actividad policial o policing (Robert, 2006). Por esa razón, se puede afi rmar que el
estudio del desempeño policial ha sido más fructífero al amparo del monitoreo y el control de gestión
(interno), que de la evaluación externa.
En este contexto hay un sinnúmero de difi cultades. Un común denominador es que la información
que produce una organización policial para medir su labor (control de gestión interno) no siempre
refl eja, por ejemplo, las expectativas e intereses externos característicos del monitoreo y la evaluación
de la labor preventiva. Aun cuando la literatura es escasa, resulta ilustrativa (Cano, 2002;
Salamanca, 2004; Muniz, 2007, y Kahn, 2004). En este misma línea, otros revelan que las estrategias
policiales de acercamiento a la comunidad (policía de proximidad) reducen la inseguridad
en los residentes (Frühling, 2008, p. 30), y que el desempeño y las estrategias (policiamiento o
policing) son clave para la legitimidad y valoración social de la policía (Carrión, 2007; Organization
for Security and Co-operation in Europe, 2008; Tudela, 2008; Waddington, 2005).
En la actualidad todavía es poco lo que podemos decir acerca del desempeño policial. Los datos
de encuestas son las únicas fuentes de referencia. No obstante, cuando se trata de instrumentos
internacionales las preguntas son pocas y de limitada utilidad, aun cuando facilitan algunas
comparaciones. Así, estudios como el Latinobarómetro, el Barómetro de las Américas y el
Barómetro Iberoamericano de Gobernabilidad permiten afi rmar, e. g., que la policía en Chile y
Colombia goza de una posición privilegiada en relación con sus pares en los demás países.
El Barómetro de las Américas 2010 informa que –en una escala de 0-100, donde 0 es “nada
confi able” y 100 es “muy confi able”– la media ubica a Chile en la cúspide del ranking, con 70,7
puntos3, seguido de Canadá (62,6), Surinam (59,9), Estados Unidos (58,1), Panamá (57,9) y Colombia
(56 puntos), mientras que en el extremo inferior se encuentra Argentina (30,6 puntos)
(Ahmad et al., 2011, p. 2). Por otro lado, el Barómetro Iberoamericano de Gobernabilidad 20114
muestra que en Chile el 67% de la población mayor de 18 años confía en la policía.
A partir de esas encuestas se pueden afi rmar algunas cosas: que hay una relación inversa entre
la victimización y la confi anza en la policía (Higuera, 2009, p. 22), que el abuso policial y/o
colusión con el crimen son factores que inciden en la inseguridad (Organización de Estados
Americanos, 2008, p. 50) y que la confi anza en la policía y la valoración de su labor depende menos de la victimización que de la calidad de la interacción de la policía con los ciudadanos y
las comunidades en los territorios, como se demostrará más adelante.
En Chile hay diversas razones que llevan a ocuparse de la labor policial. Siempre han existido situaciones
que conducen a poner atención en ella. No obstante, si bien el interés tiene una larga data,
hay muy pocos estudios. Reconocemos un défi cit importante y también difi cultades. El mundo académico
ha podido ocuparse, en tanto las policías han abierto sus puertas. Como en otros países,
tanto la autonomía como la autorreferencia, valores importantes en la cultura policial tradicional,
son obstáculos clave. Desde el seno de las policías es frecuente el interrogante: ¿por qué habría que
medir a la policía, si los estudios de opinión hablan bien de nosotros? A ello se agrega la afi rmación
“somos los expertos y sabemos lo que tenemos que hacer, ¿por qué ocuparse de nosotros?”.
Pero, más allá de aquello, algunos procesos sistémico-estructurales han obligado a mirar la labor
policial. De principio, el logro o no de metas insertas en las políticas gubernamentales. Pero
también los propios planes modernizadores y estratégicos de desarrollo institucional en ambas
policías chilenas –Carabineros y Policía de Investigaciones de Chile– han sido clave, pues estos
implican una manera particular de la policía de mirar o entender su propia labor y su rol en el
contexto de las políticas de gobierno.
Por otro lado, recientemente la discusión sobre la institucionalidad que requiere el Estado chileno
para mejorar la seguridad pública y ciudadana, que apeló a la noción de la relación entre
efi cacia de la actuación policial y posición en la orgánica del Estado (Ley 20.502 de febrero de
2011), también implicó mirar el rol de la policía.
En la misma línea, la modernización del sistema de justicia –iniciada a mediados de los noventa–
obligó también a mirar la forma como la policía venía trabajando. La Reforma Procesal Penal incorporó
una serie de principios que inciden directamente en el desempeño de las policías, como
la transparencia y nuevos procedimientos, develando no solo el resultado fi nal sino también la
forma como se alcanzan.
Sin duda, los hitos señalados explican el interés en un actuar policial efi ciente y efi caz en las
áreas de prevención, control y colaboración con el sistema de enjuiciamiento criminal.
Se han hecho esfuerzos por medir los resultados de la labor policial, en especial en el campo de
la prevención (Tudela, 2011a), y recientemente el Ministerio de Interior y Seguridad Pública ha
convocado a evaluar el Plan Cuadrante de Seguridad Preventiva de Carabineros de Chile (2011).
Pero, en general, se sabe poco.
Asimismo, algunos elementos han pasado inadvertidos. Uno es que en la última década el imaginario
social sobre la policía y su actuación ha ido reproduciéndose sobre la base de expectativas
“antiguas” y “nuevas”. Por cierto, no hay uniformidad y, al mismo tiempo, unas son más dominantes
que otras. E. g., ¿quién podría negar que las expectativas sobre un modelo particular
de actuación policial y el desempeño policial es importante? Efectivamente, no es lo mismo una
institución que declara seguir por un paradigma de policía orientada a la solución de problemas
(Problem Oriented Policing) que una orientada por la inteligencia (Intelligence Led Policing).
Otro factor ha sido que los planes o estrategias de seguridad, implementados por los distintos
gobiernos en Chile desde el año 2001 a la fecha, han sido “pendulares” respecto del
rol de la policía, destacando períodos en que el proceso ha apuntado a una “despolicialización”
de las políticas de seguridad ciudadana (promoviendo o privilegiando más, e. g., la
participación comunitaria) y en otros momentos ha “repolicializado” la política criminal,
enfatizando el rol de la policía en la seguridad pública y el control de los espacios públicos.
Cualquiera que sea el caso, en las últimas dos décadas las policías chilenas han sido actores
fundamentales de las políticas de contención y reducción del crimen, y esto ha llevado a
mirar sus actuaciones y a detectar, entonces, qué cambios son urgentes, especialmente
cuando los ciudadanos se convierten en “emergentes” protagonistas.
En efecto, en Chile la ciudadanía y los medios de comunicación se preocupan de modo especial
cuando hay situaciones graves o “crisis” derivadas de malos procedimientos, inefi cacia y corrupción.
Pero el impacto de esos hechos es limitado.
Sin embargo, sabemos que las personas miran a la policía, a sus integrantes, de manera especial
cuando hay hechos que llevan a cuestionar el procedimiento policial. Pero todo indica que lo
que acontece cotidianamente es más decisivo. El juicio sobre la labor policial se construye sobre
hechos “irrelevantes”, e. g., cuando las personas recurren a la policía, cuando necesitan información,
buscan apoyo, denuncian un ilícito o bien esperan un servicio que –en su opinión– solo
la policía puede dar o entregar. Esto es más frecuente que los comportamientos indebidos que
informan los medios de comunicación.
E. g., según el Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK5, en el año 2010 el 36,6% de los encuestados
tomaron contacto con carabineros en los últimos doce meses, por diferentes razones. En el
caso de la Policía de Investigaciones de Chile, las mediciones de los años 2004 al 2007 señalan
que el 10 o 12% tomaron contacto con algún funcionario de esa institución en los últimos doce
meses6. En rigor, cerca del 40% de la población interactúa anualmente con algún miembro de la policía. Se trata de interacciones cotidianas, carentes de espectacularidad, pero –a nuestro
entender– mucho más gravitantes, en especial desde el punto de vista de las expectativas ciudadanas
sobre el desempeño policial.
Hay pocos estudios sobre la policía chilena, y las evaluaciones de su labor son menos frecuentes
aún. Existen difi cultades metodológicas y de acceso a datos fundamentales, especialmente al observar
la amplitud de funciones y tareas. E. g., hay que asumir que día a día no solo hacen lo que
la norma establece, sino que mucho más aún, y que en ocasiones se emiten juicios u opiniones
desconociendo la realidad policial. Por otra parte, la medición –desde una perspectiva externa y
orientada a la gestión de políticas de coproducción– es difícil si no hay acceso a los sistemas de
registro, que ayudan al monitoreo, el control de gestión y la evaluación de resultados.
En rigor, se sabe poco acerca del desempeño policial. Solo hay cifras sobre opiniones. Incluso se
han cometido errores. En ocasiones se suele confundir, lamentablemente, “nivel de confi anza”
con “evaluación de la labor”. Esto confi rma la necesidad de estudiar más y diseñar un plan de
análisis para la investigación sistemática.
No obstante, Chile es uno de los pocos países de la región que cuentan con una trayectoria de
casi una década de estudios demoscópicos, que ayudarían en alguna medida a estudiar y medir
el desempeño policial. Se trata de encuestas sobre ambas policías, y que se enfocan tanto en
sus áreas de servicio, en el progreso en materias de cambio organizacional (Policía de Investigaciones
de Chile, PDI), como en estrategias de prevención (Plan Cuadrante de Seguridad
Preventiva)7. Las encuestas consultan la opinión de las personas sobre la labor de la policía ante
la delincuencia e intentan medir el nivel de confi anza, entre otros aspectos.
De esta manera, el escenario para el análisis del desempeño policial es, en rigor, complejo, pues
lo caracteriza la escasa información y la abundancia de afi rmaciones que no se sostienen en la evidencia.
E. g., respecto del desempeño policial, suele decirse que depende de variables tales como
la existencia de recursos, el tipo de entrenamiento, la estrategia policial y la cantidad de efectivos,
entre otros. Al respecto, parece lógico, pero hay poca evidencia para advertir hasta qué punto eso
es cierto y en qué medida. En realidad, muy poco ha sido sufi cientemente demostrado.
Si nos concentramos, por ejemplo, en la insufi ciente dotación de policías, la evidencia para respaldar
la afi rmación es reducida. Sobre la base de la Encuesta CASEN 1996, Benavente y Cortés (2003,
pp. 77-79) señalan que la probabilidad de ser víctima está relacionada con la edad y su escolaridad,
que el ingreso y el nivel de riqueza del barrio también están asociados, y que las mujeres tienen
menos probabilidad de ser víctimas. Y luego afi rman que el grado de vulnerabilidad de la persona
disminuye si la densidad policial de la comuna aumenta. De esta forma, la presencia policial
tendría un efecto disuasivo signifi cativo. Pero también señalan que los aumentos en la dotación
policial en los territorios no están asociados a un incremento en la probabilidad de denunciar.
Más tarde, empleando la encuesta ENUSC 2003, Benavente y Turén (2011) afi rman –respecto de
la dotación policial– que el número de carabineros de la comuna sí permite disminuir la probabilidad de sufrir un crimen. No obstante, a diferencia de lo señalado en el anterior estudio –con
base en otra muestra–, señalan que afecta de manera positiva la probabilidad de denunciar el
delito. Por último, mediante modelos de conteo, la efectividad policial de nuevo es puesta a
prueba, y ambos estiman que la dotación policial afecta negativamente la frecuencia de delitos,
es decir, reduce la probabilidad de ser víctima.
Otro aspecto que se debe tener en cuenta es que, más allá del modelo y del análisis estadístico,
sin duda lo que puede ser verdad en una situación general, puede que no sea correcto para
algunos territorios. Es necesario un análisis desagregado.
Volviendo al ejemplo de la frecuencia de contactos entre los ciudadanos con policías chilenas,
que se abordó antes, estos, naturalmente, se concentran en ciertos territorios y segmentos
particulares de la sociedad. En consecuencia, un análisis desagregado –según diversas variables
sociodemográfi cas– sobre la valoración de la policía ayudaría, y se transforma en un paso esencial,
pues –como sabemos– los promedios estadísticos suelen “invisibilizar” una realidad social
compleja. Así, mientras no sea posible profundizar el análisis, permaneceremos en un ambiente
de generalidades y generalizaciones.
En Chile se ha consultado en forma periódica la califi cación respecto del rol de ambas policías
ante la delincuencia. El Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK (2000-2011) ha recogido datos de
manera sistemática. Se ha empleado una modalidad en que se solicita al encuestado que ponga
una nota (entre 1 y 7)8, independientemente de que la persona haya tenido contacto alguno con
la policía. Sin duda, a través de esta modalidad de consulta se obtiene una “fotografía”, pero se
podría afi rmar a la vez que las personas en realidad califi can la labor policial según su imaginario
social (representación social), y que un porcentaje importante lo hace sin tener alguna experiencia
directa que lo apoye.
De estas mediciones se desprende –como se refl eja en las tablas 2, 3 y 4– que ambas policías
tienden a obtener califi caciones semejantes y altas en relación con los demás actores e instituciones
sometidos a la evaluación. Asimismo, que hay períodos de aumento y de disminución
en el promedio de califi caciones. E. g., en ambos casos la nota más alta se alcanza en junio del
2008, mientras que en el año 2011 ambas policías chilenas tienen el mismo resultado. Al parecer,
las personas no hacen muchas diferencias entre una institución u otra.
Tabla 2. Evaluación de las instituciones policiales respecto de la delincuencia.
Nota promedio (escala 1-7), Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK (2000-2011).
Pero, según el perfi l de las personas, hay notables diferencias entre ambas instituciones, como
refl ejan los datos del año 2010, y que se repiten manteniendo las tendencias en toda la serie
2000-2010. Así, el género, la edad, el nivel socioeconómico del hogar, la realización de una denuncia
o no, el nivel de temor y la condición de que el encuestado o un miembro del hogar
haya sido víctima de delito, son todos factores estadísticamente signifi cantes en la valoración o
califi cación de la labor policial.
Tabla 3. Evaluación de las instituciones respecto de la delincuencia.
Nota promedio en escala de 1 a 7, Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK (2010)
Tabla 4. Evaluación de las instituciones respecto de la delincuencia. Nota promedio en escala de 1 a 7, Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK (2010)
No obstante, cabe destacar que un análisis más extenso de las cifras (tabla 5) muestra que la
evaluación de la actuación policial varía de manera aún más signifi cativa si la persona ha tenido
o tomado contacto directo con algún miembro de la policía. Se aprecia que cuando hay contacto
con algún miembro de la policía, peor es la evaluación de las personas sobre su desempeño10.
Las variaciones en las cuatro mediciones son estadísticamente signifi cativas y refl ejan una tendencia
a un progresivo deterioro desde el primer semestre del 2010 hasta el segundo del 2011.
Tabla 5. Evaluación de las instituciones, según nivel y tipo de contacto.
Nota promedio en escala de 1 a 7, Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK (2010-2011)11
10 Este análisis se puede hacer para ambos años, dado que resulta de la introducción de la pregunta que permite hacer el desagregado
de los datos: En una escala de notas de 1 a 7, donde 7 = Muy satisfecho y 1 = Muy insatisfecho, ¿quedó satisfecho con la actuación de
(Carabineros o Investigaciones/Fiscalía) después que denunció el hecho?
11 Total submuestra: 3.039 hogares en julio del 2010; 6.149 hogares en diciembre del 2010; 4.040 hogares en junio del 2011, y 4.037
hogares en diciembre del 2011.
Fuente: Índice Paz Ciudadana-Adimark GfK, diciembre 2011
De la tabla anterior se puede inferir, entonces, que en la medida que una persona toma contacto
con miembros de la policía para denunciar, ya sea porque ella o algún miembro del hogar ha
sido víctima, entonces la evaluación es más baja. En otras palabras, si la persona no ha tenido
contacto directo con la policía, la califi cación es mejor. Esto es inquietante.
A partir de lo señalado surgen interrogantes, refl exiones e hipótesis de trabajo. En primer lugar,
llama la atención que el contacto con la policía se traduzca en una peor evaluación. Esto signifi
ca que hay un problema en relación con la calidad del servicio policial, trato o respuesta que
recibe una persona al momento en que hace una denuncia por algún delito. Si esta experiencia
tiene consecuencias negativas, entonces emerge un gran desafío para ambas policías, pues algo
está sucediendo durante o después, que se traduce en un grado importante de insatisfacción
ciudadana y que incide negativamente sobre la percepción o valoración del desempeño policial.
Este hallazgo se traduce en que en Chile el contacto entre un policía y un ciudadano es una dimensión
problemática, y de una naturaleza tal que claramente genera consecuencias negativas
para la legitimidad y valoración de la labor policial, lo cual alimenta la inseguridad. Así, el trato a
la víctima y al denunciante se constituye en el momento más clave a la hora de evaluar el desempeño
de la policía. En los últimos 24 meses, la califi cación (nota promedio) que hacen víctimas o
denunciantes que han tomado contacto con alguna de las dos policías ha bajado.
En consecuencia, la relación policía-ciudadano y la calidad de la atención al momento en que
las víctimas denuncian, son factores determinantes que deben ser examinados, porque las políticas
públicas de seguridad pueden estar fallando en esa dimensión, más allá de reconocer la
sufi ciencia del esfuerzo y la pertinencia de estas.
No obstante, incluso cuando las mediciones anteriores son útiles y muestran una realidad
preocupante, estas no son sufi cientes, ya que es preciso medir más y mejor para gestionar algunos
cambios que son urgentes.
Para mejorar el conocimiento y medición de la labor de la policía, su desempeño y su incidencia
en el clima de seguridad, la Fundación Paz Ciudadana introdujo, en el año 2010, una serie de
preguntas; así creó un índice de percepción de desempeño, y se aproximó de esta manera a la
medición de la calidad de los servicios.
En rigor, el “índice de desempeño policial” es una construcción o medida estadística diseñada
para poner de relieve cambios en la variable “percepción de desempeño”, con respecto al tiempo, situación geográfi ca, ingreso económico del hogar o cualquier otra característica sociodemográfica. Este índice de percepción permite conocer la valoración de la sociedad, según
perfi les, y se compone de tres variables:
• Si la persona hizo o no la denuncia12.
• Satisfacción de las personas que denuncian, con la actuación de la policía después de denunciar13.
• Satisfacción de las personas con la labor de la policía en su barrio14.
Estos tres interrogantes se vinculan al desempeño policial y están altamente interrelacionados.
Este índice fue creado por otros especialistas y aplicado en países desarrollados. En efecto,
la Encuesta Internacional sobre Criminalidad y Victimización (Enicriv) y estudios a partir
de esas encuestas revelan que en países donde se denuncian menos delitos, las opiniones de las
víctimas sobre el trato que reciben es menos favorable, al igual que la opinión general sobre la
efectividad policial (Van Dijk et al., 2008, p. 157). El interés aquí es confi rmar o descartar dicha
afi rmación. ¿Es aplicable esta afi rmación a algún país de la región?
En rigor, se han formulado los interrogantes en las últimas cuatro encuestas de la Fundación Paz
Ciudadana-Adimark GfK (2010-2011), y sus resultados (gráfi ca 1) han permitido formular algunas
apreciaciones respecto a su evolución en el tiempo y el perfi l de la población, pero especialmente
la relación entre percepción de “bajo desempeño policial” con el clima de inseguridad que
vive hoy el país; ello muestra un deterioro que alcanza niveles similares a los observados en los
años 2007 y 2008, lo cual confi rma la estrecha relación entre percepciones, opinión pública y
ejecución de políticas de seguridad.
12 Usted o la persona que fue víctima de esta situación, ¿hizo una denuncia a la autoridad?: Sí/No. Solo se consideran los casos en los que,
efectivamente, hubo contacto con la policía; es decir, denunciaron.
13 ¿Quedó satisfecho con la actuación de Carabineros o Investigaciones después que denunció el hecho? (escala de notas: 1 a 7, donde
7 = Muy satisfecho y 1 = Muy insatisfecho).
14 En general, ¿cuán satisfecho o insatisfecho está usted con la labor de la policía en su barrio? (escala de notas: 1 a 7, donde 7 = Muy satisfecho y 1 = Muy insatisfecho).
15 Cabe recordar que el índice considera solo personas que han sido víctimas y realizan denuncias. Total de las submuestras: 605 hogares en junio del 2010; 853 hogares en diciembre del 2010; 864 hogares en junio del 2011, y 839 hogares en diciembre del 2011.
Por ejemplo, en los últimos 24 meses un poco más del 40% de la población mayor de 18 años
considera “bajo” el desempeño policial. Alrededor del 25% lo califi ca como “medio”, y cerca del
30% estima que es “alto”.
Particular importancia tiene el hecho de que en el segundo semestre del 2011, el 44,3% califi can como
“bajo” el desempeño de la policía. El 26% lo califi can como “medio”, y el 29,7%, como “alto”.
En relación con junio del 2011, la percepción del desempeño policial ha variado en forma signifi
cativa, en especial en el desempeño “alto”. Esa categoría baja de 35,5% en junio a 29,7% en
diciembre del 2011. Este cambio es estadísticamente signifi cativo al 95% de confi anza.
El mayor porcentaje de personas que consideran “bajo” el desempeño policial coincide en ese
período con un aumento de la victimización (delitos de robo y otros contra la propiedad), un
mayor nivel de inseguridad (que se mide a través de dos índices especiales, como son el índice
de temor y el índice de percepción de riesgo de ser víctima de delito), con la
creencia de que la delincuencia y la violencia en barrios y comunas es
mayor que antes, y con una baja en las notas o califi caciones asignadas
a las instituciones y autoridades a cargo de la seguridad pública
y ciudadana, como describen los informes de las dos encuestas aplicadas
en el año 2011 16.
Como es natural, para comprender mejor el significado de las
respuestas y la interpretación de este índice, se debe tener en
consideración el contexto nacional y local. Una mirada ligera
de los datos podría llevar a suponer que la baja en la percepción
del desempeño policial puede estar contaminada por las
protestas y demostraciones que se presentaron particularmente
entre los meses de junio y octubre del 2011. Estos conflictos sociales
llevaron en varias ocasiones a la alteración del orden público
(protestas por problemas en educación, medioambiente,
entre otros tópicos), en especial en cuatro comunas de
Santiago y algunas capitales regionales, mas no en todo
el país17. Pero la aplicación de la encuesta en sus dos
versiones no coincide con los momentos más críticos de
conflictividad social. También cabe recordar que el índice
no se aplica a la población general,
sino que se construye sobre la base de preguntas dirigidas solo a víctimas que denuncian, es decir, que tuvieron un contacto
efectivo con personal policial.
16 Ver: Fundación Paz Ciudadana (2012). Índice Paz Ciudadana-Adimark, noviembre-diciembre del 2011. Encuesta de victimización realizada en forma telefónica a 4.037 personas mayores de 18 años, que residen en hogares con teléfono en 25 comunas de la Región Metropolitana y 16 de otras regiones, realizada entre el 4 de noviembre del 2011 y el 4 de enero del 2012 (recuperado el 22 de febrero de 2012 de: http://www.pazciudadana.cl/docs/pub_20120116112051.pdf).
17 Más aún, a raíz de la publicación de la encuesta ENUSC 2011, que refl eja un aumento de la victimización a nivel nacional de 28,2%
a 31,1%, especialmente en la Región Metropolitana de Santiago (desde 29,5% a 35,1%), y, asimismo, un signifi cativo aumento de la
inseguridad y del nivel de la criminalidad en comunas y el país, las propias cifras del Ministerio del Interior y Seguridad Pública no
permiten explicar –como han intentado afi rmar algunas autoridades– que la criminalidad aumentó en Chile debido a las protestas
estudiantiles, ya que la cobertura policial de algunas comunas fue redirigida a contener el orden público. No obstante, ni quienes
han elaborado esa explicación (que no es más que una hipótesis), para justifi car el quiebre de las tendencias y la agudización del
problema de la inseguridad en el país, han aportado evidencia o información para demostrar o confi rmar aquello. Tampoco la policía
ha podido demostrar dicha afi rmación. Para conocer los resultados de la última Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana
(ENUSC) ver: http://www.ine.cl/canales/chile_estadistico/encuestas_seguridadciudadana/encuestaseguridad.php.
Ciertamente, el aumento de la victimización y la concentración de la revictimización en algunos
territorios se detectaron bastante antes de las protestas, a través de la encuesta de la Fundación
Paz Ciudadana18 y del cuestionamiento a la actuación de la policía en la mantención del
orden público. De esta forma, si bien puede ser razonable pensar que esto podría contaminar
el comportamiento del índice, no hay evidencia para hablar de una contaminación. Sin duda, el
comportamiento del índice en la próxima medición dará luces confi rmatorias.
Por una parte, al averiguar cuál es la relación entre índice de desempeño y las notas o califi
cación que hacen las personas de la labor de las dos policías, del cruce de ambas variables
–desempeño y nota– se muestra una relación positiva, es decir, a mayor valoración del desempeño
policial, entonces mejor nota.
Esto podría parecer no importante, pero en realidad demuestra que este índice tiene mayor
poder explicativo que una nota (promedio) que el encuestado asigna sin considerar tres hechos
que han demostrado ser clave: si ha tomado contacto a la hora de denunciar, su satisfacción
con el trato recibido y su opinión sobre la labor de la policía en su territorio. Así, desde
un punto de vista heurístico, orientado a la solución del problema, este índice tiene mucho
más valor –utilidad y validez– que la valoración de la labor policial a través una nota. Es, sin
duda, una vía más aconsejable para aproximarse a medir el desempeño de la policía desde la
perspectiva de las personas.
Más allá del contacto con la policía, el Índice de Desempeño Policial –desagregado según perfi l
del denunciante– revela diferencias importantes. En el caso del “desempeño alto”, según el
género del encuestado, la diferencia es estadísticamente signifi cativa, y se concentra en las
mujeres. Algo similar ocurre con la edad (56 y más años) y el nivel socioeconómico bajo. Por su
parte, en el caso del “desempeño bajo” la edad es signifi cativa (en los tramos de 18 a 40 años)
y nivel socioeconómico medio19 (gráfi ca 2).
De acuerdo con la distribución geográfica (comuna de residencia del denunciante), el Índice
de Desempeño Policial varía muy significativamente según comunas del Gran Santiago y
principales ciudades de Chile. En el año 2010, ciudades como Iquique (52,5%), Antofagasta
(51,6%) y Osorno (49,6%) se ubican entre las tres con más alto porcentaje de personas que
perciben como “bajo” el desempeño policial, mientras que Punta Arenas (49,6%), Valparaíso
(47,5%) y Rancagua (46,4%) encabezan el ranking de las ciudades donde los porcentajes
de “Desempeño Policial Alto” son más elevados (gráfica 3).
18 Ver: Índice Paz Ciudadana-Adimark, abril-junio del 2011, presentado el 19 de julio del 2011 en:
http://www.pazciudadana.cl/docs/pub_20110719113352.pdf.
19 Los resultados se basan en pruebas bilaterales con un nivel de signifi cación 0,05. Para cada par signifi cativo, la clave de la categoría
con la proporción de columna menor aparece debajo de la categoría con mayor proporción de columna.
Gráfi ca 2. Índice de desempeño policial, distribución segñun califi cación alto y bajo,
según perfi l socioeconómico - Índice paz ciudadana - Adimark Gfk 2010
Gráfi ca 3. Índice de desempeño policial, distribución segñun califi cación alto y bajo,
según principales ciudades del país - Índice paz ciudadana - Adimark Gfk 2010
Otra característica es que, según comunas del Gran Santiago (gráfi ca 4), el análisis desagregado muestra mayores diferencias en los porcentajes de ambas categorías. De esta manera, confi rma que las apreciaciones focalizadas en territorios –tales como una comuna– o incluso unidades de observación más pequeñas discriminarían aún más. Esto depende, por cierto, del tamaño de las muestras consideradas en la encuesta para ese nivel de observación.
Gráfi ca 4. Índice de desempeño policial, distribución segñun califi cación alto y bajo,
según comunas del gran Santiago - Índice paz ciudadana - Adimark Gfk 2010
En el Gran Santiago, en consecuencia, las comunas del sector poniente se ubican entre las seis
con más alto porcentaje de personas que perciben como “bajo” el desempeño policial, mientras
que las comunas del sector oriente –donde se ubican mayoritariamente hogares con mayores
ingresos– encabezan el ranking de aquellas donde los porcentajes de “Desempeño Policial
Alto” son más elevados.
De esta forma, el Índice de Desempeño Policial muestra una distribución desigual. La valoración
del desempeño es muy distinta entre un territorio y otro y, en consecuencia, debe tomarse en
cuenta a la hora de diseñar y evaluar estrategias policiales de acercamiento a la comunidad. No
obstante, desconocemos aún los factores que explican estas diferencias. Con probabilidad la
percepción de inseguridad y el nivel de temor podrían ser –junto con otros factores, tales como
la calidad del servicio policial, el trato que reciben las personas, así como la “densidad policial”
(policías por población residente y población fl otante u ocasional en una comuna)– algunos de
los factores que más inciden en el resultado del índice. Lamentablemente, la información disponible
solo permite revisar el primer factor (nivel de temor).
El desempeño policial y el nivel de temor se relacionan en forma positiva (tabla 6). El Índice de
Desempeño Policial se comporta de manera distinta según el nivel de temor de las personas.
Así, a mayor temor, la evaluación de desempeño policial es más baja. Ciertamente, no es posible
referirnos a la relación de causalidad. Pero, desde el punto de vista de la calidad de los servicios
policiales, podemos afi rmar que aquí hay un foco problemático, pues se trata de personas que
muestran atributos comunes: han sido víctimas de delito, denuncian, se ubican en un rango de
temor alto (índice) y califi can como “bajo” el desempeño policial (índice).
Tabla 6. Relación nivel de temor y percepción del nivel
de desempeño policial (2010),
(N=1.458 encuestados en el año 2010)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Índice Paz Ciudadana - Adimark GFK, 2010
De esta forma, hay evidencia que permite referirse a una relación entre la percepción social del desempeño
policial y el clima de inseguridad o estado de la seguridad subjetiva en los territorios. No
obstante, esta es una línea de investigación que debe explorarse mucho más todavía.
Sin duda, el ideal aquí es poder examinar el desempeño policial considerando otras variables más
allá del perfi l del denunciante, según tipo de delito (la encuesta solo considera robos y otros delitos
contra la propiedad), el lugar de ocurrencia, entre otros factores que pueden incidir, pero los
N de la submuestra serían muy pequeños como para hacer inferencias estadísticamente respaldadas;
por ello no nos referimos a dichos cruces, aun cuando se han hecho los cálculos.
6. Percepción del desempeño policial y conductas frente al delito
Si bien el Índice de Desempeño Policial se construye sobre la base de personas que fueron
víctimas de robo o hurto y que, además, denunciaron, no es menos relevante explorar otras relaciones
o situaciones que se asocian a la percepción del mal desempeño policial. Aquí estamos
hablando de un “efecto contagio” y de sus consecuencias. En términos simples, hemos creído
que en tanto en los contextos sociales de las personas existe una visión dominante de “bajo
desempeño”, de igual manera se consolida la actitud y conducta de no reportar a la policía (crece
la “cifra negra”) y autoprotegerse.
Como ocurre en otras dimensiones de la realidad social, sin duda existe un imaginario social
o representación social del buen o mal desempeño de la policía. Este es muy distinto en cada
territorio, ciudad, comuna o barrio. Es posible que eso contamine o incida en las actitudes y
conductas relativas a la actuación de las personas frente al delito, ya sea desarrollando conductas
de autoprotección o bien no denunciando, especialmente si el entorno social de las
personas refi ere un clima social o percepción dominante de “mal desempeño” de la policía,
esto es, muchos opinan o estiman que la policía no hace bien su labor.
Es decir, ¿tiene la percepción del desempeño policial alguna relación con conductas particulares
frente al delito, especialmente en personas que habiendo sido víctimas no denuncian (cifra
negra), o que no han sido víctimas de delito?, ¿hay elementos que permitan fundar una hipótesis
y estimar eventuales consecuencias de la experiencia de contacto de las personas con la
policía y de los juicios y valoraciones que estas hacen sobre el desempeño de la policía? Estos
interrogantes son tremendamente válidos e importantes, y sus respuestas podrían dar luces
sobre la importancia y naturaleza de los esfuerzos que se deben realizar para mejorar la labor policial, orientándola al ciudadano y al contacto entre los
miembros de la policía y los usuarios de sus servicios. El
análisis de los estudios de los años 2010 y 2011 muestra
que ambas hipótesis son razonables y se apoyan en la evidencia
estadística.
Según la unidad de observación, hay correlaciones inversas
y directas entre “cifra negra” o no denuncia en hogares
víctimas de robo, y el porcentaje de personas que
califi can “bajo” el desempeño de la policía en comunas
de la Región Metropolitana y las principales ciudades de
Chile. Ese es el resultado del análisis orientado a identifi -
car y medir la relación entre ambas variables.
En el año 2010, en el caso de las comunas del Gran Santiago,
el coefi ciente de correlación20 es positivo y alcanza
a 0,606900642 entre las variables “desempeño policial
bajo” y “cifra negra”, mientras que en las principales ciudades
(incluido el Gran Santiago) el coefi ciente de asociación
es muy bajo (–0,215794192). Sin embargo, al considerar
la variable “desempeño policial alto”, entonces
se evidencia que la asociación es más fuerte y negativa
(–0,53830301).
De esta forma, se puede afi rmar que existe relación, pero
esto no sucede de igual manera en todos los casos. En
el Gran Santiago, la percepción de “bajo desempeño” es
concomitante con la baja probabilidad de denunciar un
delito, especialmente en algunas comunas, como son:
Cerro Navia, La Granja, Conchalí, Maipú y La Cisterna, es
decir, comunas del sector poniente de la ciudad.
En el caso de las principales ciudades del país, el análisis
indica que la percepción de bajo desempeño no explicaría
el comportamiento general de la cifra negra en la
muestra nacional, pero en algunos casos –especialmente
las ciudades de Iquique y Osorno– se ubican en la categoría
de alto porcentaje de cifra negra y alto porcentaje
de bajo desempeño policial. En consecuencia, esto lleva
a pensar en la existencia de otras variables o factores clave,
pero aún no sabemos cuáles.
En síntesis, ante el interrogante de si la percepción del
desempeño policial se relaciona con alguna conducta
particular frente a delito, en especial en personas que habiendo sido víctimas no denuncian (cifra negra), la respuesta es afi rmativa, principalmente en comunas del Gran Santiago y otros centros urbanos del país.
20 El coefi ciente de correlación provee una medida de cómo dos variables aleatorias están asociadas en una “muestra”. Es también una medida de la intensidad de la relación lineal entre X y Y.
En cuanto la relación que pueda existir entre la percepción social sobre el desempeño policial y
las conductas para evitar ser víctimas de delito, la encuesta arroja luces que confi rman la necesidad
de mejorar la calidad de los servicios, pues las personas que dejan de salir a ciertas horas
o que dejan de ir a determinados lugares son las que mayoritariamente califi can en la categoría
de bajo desempeño policial21, como se muestra en las tablas 7 y 8.
Tabla 7. Relación entre medidas para evitar ser víctima de delito
y percepción del nivel de desempeño policial (2010 y 2011)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Índice Paz Ciudadana - Adimark GFK, 2010 Y 2011
Tabla 8. Relación entre medidas para evitar ser víctima de delito y percepción del nivel de desempeño policial (2010 y 2011)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Índice Paz Ciudadana - Adimark GFK, 2010 Y 2011
El test de diferencia estadística, al comparar la califi cación del desempeño policial, dejar de salir
a ciertas horas y dejar de ir a ciertos lugares, es signifi cativo. A partir de esto, se puede afi rmar
lo siguiente:
• Las personas que califi can como “bajo” el desempeño de la policía con mayor frecuencia dejan
de salir a ciertas horas (67,1% en el año 2010 y 80,8% en el 2011). Por el contrario, aquellos
que menos dejan de salir a ciertas horas son los que califi can como “alto” el desempeño de
la policía (43,5% en el año 2010 y 29,8% en el 2011).
• Las personas que califi can como “bajo” el desempeño de la policía con mayor frecuencia
dejan de ir a ciertos lugares (69,9% en el año 2010 y 79,4% en el 2011). Por su parte, aquellos
que menos dejan de ir a ciertos lugares son los que califi can como “alto” el desempeño de
la policía (42% en el año 2010 y 28,7% en el 2011).
De esta forma, se puede afi rmar que existe relación, que hay elementos que permiten justificar la hipótesis y estimar eventuales consecuencias directas de la experiencia de las personas con la policía, de sus juicios y valoraciones que hacen sobre el desempeño de la policía y el desarrollo
de conductas para evitar ser víctimas y protegerse.
En síntesis, ante el interrogante de si la percepción de alto o bajo desempeño policial se relaciona con conductas específi cas de autoprotección frente al delito, especialmente en personas
que han sido víctimas y denuncian, la respuesta es afi rmativa. Esto no debería sorprender, pero
sí alimentar la convicción de que la percepción sobre la policía, derivada de la calidad del trato al
ciudadano, es más decisiva que lo que se habría sospechado al inicio. En circunstancias cotidianas,
la relación policía-ciudadano es, en consecuencia, un nicho que se debe trabajar.
Conclusiones
En Chile, donde se denuncian en promedio el 45% de los delitos, según la Encuesta Nacional
Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC 2008-2010), sobre el índice de percepción del desempeño
policial, las opiniones de las víctimas sobre el trato que reciben de la policía es poco favorable,
al igual que la opinión general acerca de la efectividad policial. Esto coincide con la
observación de Van Dijk et al. (2008, p. 157).
Como en otros países de la región, persisten enormes vacíos de información, y es necesario y urgente impulsar estudios enfocados en la actuación de la policía. Mirar la policía desde la
institución misma es muy distinto a mirarla desde la perspectiva de los benefi ciarios. Las expectativas
sobre el desempeño policial son diferentes.
Las políticas de prevención y control del delito tienen una característica particular, cual es que,
según la experiencia de los últimos años, no se pueden abordar solo con una mirada, que desconozca
la raíz subjetiva de los procesos involucrados en la construcción y mantención de la
seguridad en los territorios. La interacción policía-ciudadano es una dimensión que no puede
soslayarse. Las políticas gubernamentales y la labor policial –califi cada con bajo desempeño–
pueden traducirse en un fracaso si no se reduce la distancia y se gana en coherencia entre expectativas,
ejecución y desempeño.
Si la policía no cumple bien su función, entonces los costos de la inseguridad, de la delincuencia
y de las políticas de intervención son mayores, y las metas no se cumplen a cabalidad. Es preciso
atender el campo “subjetivo” del servicio policial, pues las dimensiones psicosocial y sociopolítica,
así como la pretensión de contar con policías califi cadas con un buen desempeño, son
decisivas en las estrategias de coproducción de la seguridad de las personas.
Entonces, medir el desempeño policial desde la perspectiva de los ciudadanos es una necesidad.
No basta una mirada autorreferente, desde la propia policía. ¿El índice de percepción del desempeño
policial es un indicador útil? Sí, pues permite focalizar esfuerzos y mirar la labor policial
desde una perspectiva complementaria. Este índice muestra que la satisfacción de la ciudadanía
con la actuación de la policía refl eja problemas de diversa naturaleza, y que la percepción del
desempeño tiene un rol determinante en la probabilidad de denuncia, asociándose al nivel de
temor y las conductas de autoprotección. En consecuencia, la califi cación que hacen los ciudadanos
sobre la policía refl eja la calidad de la interacción de los policías con los ciudadanos.
Esta es una perspectiva de análisis que no puede soslayarse: no es un tema de mayor o menor
importancia de recursos, no es uno de efi cacia –desde la perspectiva policial–, es un problema de calidad de servicio en el contexto de las políticas públicas de seguridad, que son necesarias
en cada país, ciudad o territorio.
¿Qué podemos inferir, a modo de desafíos, de lo que se ha logrado averiguar? Las diferencias en
los perfi les sociodemográfi cos, en las comunas del Gran Santiago y las principales ciudades de
Chile y las asociaciones y correlaciones estadísticas que se han podido demostrar, deberían estimular
la refl exión práctica sobre cómo superar las defi ciencias e impactos negativos en el clima
de inseguridad en los territorios. Sin duda, la calidad del servicio policial y el contacto entre las
víctimas y los denunciantes seguirán siendo signifi cativos, hasta el momento en que se emprendan
esfuerzos para que el 44,3% de la población, que en diciembre del 2011 califi có “bajo” el
desempeño policial, cambie de opinión. Sin duda, no se trata de una estrategia de márketing.
Chile, como otros países de la región, necesita transitar desde una producción de cifras sobre percepción
y valoración de los actores e instituciones a una gestión de información y conocimiento,
en apoyo de la ejecución de las políticas y estrategias de la coproducción de la seguridad, amparada
en el monitoreo y la evaluación de las estrategias sociopoliciales.
Sin duda, estudiar el desempeño policial desde la perspectiva y percepción ciudadana ayuda a
corregir las estrategias de acercamiento a la comunidad, reducir la cifra negra o no reporte, mejorar
la confi anza en la policía y la seguridad de las personas y, defi nitivamente, satisfacer mejor
la demanda de servicios policiales desde la perspectiva de los ciudadanos.
De esta forma, conocer entonces a las policías y examinar la calidad de su interacción con la
ciudadanía es un imperativo, pues hay evidencia que sostiene que es un campo que precisa
mejoras. Esta tarea es sustantiva para el éxito de las estrategias de seguridad. En tanto no se
aborde esta dimensión, la policía tiene menos oportunidades de dejar de ser vista como parte
del problema.
Entre los especialistas y diseñadores de políticas existe acuerdo en que no es posible mejorar o
mantener los niveles de seguridad sin policías efi cientes y efi caces, que entreguen servicios de
calidad. Esto plantea, indudablemente, desafíos. Uno de ellos es avanzar en la ejecución y mejora
de estrategias de prevención y control policial, asegurando el buen desempeño policial. Pero
es más difícil aún en contextos en que, debido a los altos niveles de prestigio social, tanto la propia
policía como las autoridades podrían convencerse de que ello no es necesario. Romper esta
lógica paralizante no es fácil. Pero, como se demostró aquí, si esa relación (ciudadano-policía)
se empieza a estudiar con un “índice de desempeño policial”, entonces arribaríamos a la conclusión
–como lo hemos hecho aquí con datos de Chile– de que hay que priorizar el análisis de
estas dimensiones de la gestión policial.
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