Es una obra que arrincona al espectador, que le pregunta de frente qué ha hecho por los desplazados del conflicto armado en Colombia. Que trae a la memoria de cada asistente el desdén y la indiferencia con que hemos tratado a los millones de compatriotas que tuvieron que salir corriendo de su hogar por culpa de la guerra.

‘La esquina desplazada’ es el aporte a la paz y a la reconciliación por parte del maestro Carlos Jaramillo, catalogado por expertos como el precursor de la danza contemporánea en el país, radicado desde hace 24 años en Alemania.

En la puesta en escena, que refleja uno de los dramas universales de mayor impacto a través de todos los tiempos y que se estrenó en grandes teatros de Bogotá, participaron 19 bailarines profesionales, de la categoría de Patricia Ércole; con la participación de coreógrafos de la talla de Carlos Proenza, arquitecto escenotécnico y director del Teatro de la Ópera de Bélgica; de Francisco Cabanzo, artista visual y documentalista; de Martha Combariza, artista plástica, y del músico Ariel Flórez.

La idea le surgió al bailarín un día que estaba de visita en Bogotá y decidió recorrer a pie la carrera Séptima.

Quedó impresionado al ver que los desplazados hacían parte del paisaje ante la mirada indiferente de los transeúntes. De ahí que en una de las escenas, los bailarines se bajan del tablado y se ubican, en silencio, al frente de los espectadores que ocupan la primera final.

“No sólo buscamos presentar una creación coreográfica a partir de la tragedia de los desplazados por la violencia, sino presentar una nueva luz y esperanza desde el punto de vista artístico a esta temática tan actual que sufre Colombia, pero que también se vive en otros países del mundo”, señala el coreógrafo colombiano, quien fundó en Bogotá en 1981 la primera escuela y compañía de danza, Triknia Kábhelioz Danza Contemporánea. En la actualidad su iniciativa se conoce internacionalmente como Triknia Dance Company y se ha presentado con éxito en Alemania, Francia, Suiza, España y Costa Rica.

Y el objetivo de la obra, respaldada por el Ministerio de Cultura, se cumplió a plenitud, como era el de mostrar desde el punto de vista artístico la realidad y la soledad de muchos colombianos desplazados y recordar, desde el arte, la noción de que existen y tienen presencia en nuestro ámbito citadino y rural, con una mirada más humana, vivencial y poética. El arte al servicio de la paz.