Así es la historia de la Subintendente Elizabeth Johana Trejos quien lleva diez años al servicio de la comunidad, actualmente labora en el Grupo de Infancia y Adolescencia en el departamento de Policía Guajira, Riohacha, como Jefe del Grupo de Responsabilidad Penal para adolescentes.Su día normal inicia a las 5:00 am, preparando UN AMOROSO desayuno PARA su esposo Y dos VALIENTES príncipes de 5 meses y de 2 años de edad, LOS motores de su vida. Una hora más o menos alcanza a compartir con ellos; la despedida siempre es dolorosa pues los niños quedan en manos de una cuidadora.Su ausencia de casa es por más de 12 horas diarias, por eso su pensamiento más constante: "Es difícil cuando tengo que iniciar labores en el trabajo y alejarme de lo que más amo, mis hijos y mi esposo, se mi hora de entrada, pero no la hora de regreso; me impacienta durante el día saber que están al cuidado de otra persona". En medio de su actividad como miembro del grupo de Infancia y adolescencia ella se enamora cada día de su trabajo, a un lado deja su rol como madre de familia y pasa a desempeñar otro papel importante como defensora de los derechos de niños y niñas que necesitan protección.Mezclar ser una buena mamá y una excelente policía es una ardua labor, las dos cosas merecen gran atención y tiempo; cuando se tienen que atender casos con menores de edad no es posible saber la hora de salida.En una de las experiencias que más recuerda cuenta que en una ocasión por circunstancias ajenas a ella no encontró a alguien para cuidar a su hijo mayor, quien aún era de brazos y tenía que ir a realizar una charla sobre sensibilización de violencia de género a madre cabezas de hogar a un corregimiento; sin embargo, por autorización de su superior (Comando) aquel día se desplazó con el niño hasta el lugar para cumplir el compromiso con la comunidad. Tenía en sus brazos a su bebé, en un lado la pañalera y en el otro sus accesorios para el servicio, (arma de dotación, esposas, radio de comunicación) una combinación que terminó a su favor puesto que las asistentes al verla le expresaron admiración identificando en ella a una mujer de carne y hueso, quien siente, ama y pasa adversidades. Ente las Otra de las experiencias que ha vivido en la institución la ha marcado la separación de sus hijos durante varios días por razones del servicio, en una de ellas no pudo ver cuando su hijo más pequeño aprendió a caminar. Esta linda historia deja ver el amor de una mujer con vocación, quien reconoce que sus sacrificios son recompensados con su trabajo al proteger y defender a diario otros niños y niñas que son el futuro de nuestra sociedad".