Al final de año la Navidad nos llena de luz la vida, los espacios del hogar, el barrio y la ciudad tienen una iluminación que nos llega al alma.
Una sensación de felicidad, a veces con angustias, nos asalta con ese espíritu navideño que nos obliga a ser mejores humanos, hay una energía especial que nos invade, y sonreímos sin hipocresía pues en nuestros corazones está lo bueno que brota como espuma.
La niñez sin duda es la más dichosa, la inocencia de sus corazones se revela y se hace tangible con sus palabras. Hay un gozo de la fiesta navideña muy especial en esa muchachada que contagia a los adultos y volvemos a ser niños…
El motivo de la decoración navideña es la preparación espiritual para volver a encontrarnos con Dios en el nacimiento del Niño Jesús con un año más en nuestros corazones.
Es tiempo de regalos, pues son los premios, aunque el año tanga resultados contrarios a los esperados, dar es otro símbolo de gratitud por todas las Bendiciones recibidas.
¿Por qué es especial esta época del año?
Porque todas las virtudes que tenemos como seres humanos se manifiestan en el amor, la esperanza, la gratitud, la vocación de servicio, la alegría, la empatía. Todo eso y más… Compartimos en tiempos de Navidad…
Autor: Emilio Gutiérrez