La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que, debido a prácticas de audición poco seguras, más de mil millones de jóvenes adultos corren el riesgo de sufrir una pérdida de audición evitable y permanente.
Las causas de la pérdida de la audición pueden variar por la edad: desde una asfixia perinatal, otitis o meningitis en la infancia, tabaquismo, otosclerosis, degeneración neurosensorial, tapón de cera, traumatismos, exposición a ruidos fuertes, infecciones virales o carencia nutricional, entre otras.
Una persona con pérdida de audición puede tener dificultad para entender las palabras, especialmente entre una multitud o un lugar ruidoso, pedir a los demás que hablen más lento o más alto, subir el volumen del televisor o el radio o zumbido en los oídos, conocido como tinnitus.
La Dirección de Sanidad recomienda algunas medidas para prevenir la pérdida ocasionada por ruidos fuertes, como el uso de protectores auditivos y hacer pausas cuando use audífonos para escuchar música o conversar con manos libres. Por otra parte, no introducir objetos en el oído ni utilizar copitos, acudir al médico en caso de infecciones y realizar exámenes de audición de manera periódica.
La perdida auditiva puede afectar aspectos de la vida como la comunicación, el habla, generar aislamiento social y baja autoestima, o perjudicar el acceso a la educación y el empleo.