El asma es una inflamación crónica que afecta a las vías respiratorias, lo que disminuye el flujo de aire que entra y sale de los pulmones. Según la Organización Mundial de la Salud, es la enfermedad crónica más frecuente en los niños y se calcula que hay más de 262 millones de personas con asma en todo el mundo.
El Ministerio de Salud y Protección Social recomienda identificar los síntomas, signos y antecedentes que pueden contribuir con la sospecha de un caso de asma, como la tos frecuente sin tener alguna infección respiratoria, las sibilancias en el pecho entendido por esto, ruidos silbantes que se producen al inhalar o espirar, la dificultad para respirar (disnea) que aparece en forma progresiva hasta llegar a ser severa o la sensación de opresión en el pecho, entre otros.
De acuerdo con la doctora Sonia Peñuela, pediatra del Hospital Central de la Policía Nacional, los factores de riesgo de esta enfermedad son varios, los más importantes son: la exposición al humo del tabaco, la falta de ejercicio, una dieta poco saludable y herencia genética. La OMS indica que otros desencadenantes son: infecciones víricas, polen e incluso jabones o perfumes.
Actualmente, no existe cura para esta enfermedad, aunque sí se cuenta con métodos para el control y prevención. Las personas que sufren de asma deben evitar alérgenos como pelo y plumas de animales, moho, polvo y proliferación de ácaros, así como la exposición al aire frío, cambios de temperatura fuerte, humo y gases, para ello se requiere de una frecuente limpieza en los espacios que se frecuentan.
Un tratamiento adecuado requiere medicamentos inhalados para que las personas asmáticas lleven una vida normal y activa.
Es importante consultar al servicio de salud cuando se sospecha o se tiene síntomas de asma, evitando prolongar el diagnóstico y poder acceder a un tratamiento oportuno y adecuado, mejorando la calidad de vida.