Los peludos que protegen el país

Cinco historias perrunas que demuestran que para ser un héroe no se necesita tener superpoderes.
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Alguna vez leí que los animales tie­nen el poder de salvar la vida de  los humanos, de llenarlos con su infinito amor y de dejar una huella imborrable n su corazón. Y esto lo comprobé no solo como “madre” de dos hermosos peludos. Teddy, quien me acompaña actualmente, y Donna, quien ahora me protege desde el cielo, sino con las historias de cinco animales valientes que todas las mañanas se despiertan con una misión: cuidar la vida de los colombianos.

Yopal, Doll, Igor, Rocky, y Mary hacen parte de los 745 perros que actualmente conforman el equipo de la Policía Nacional de Colombia, y que sin importar las adversidades propias de su oficio combaten el crimen desde diferentes modalidades: explosivos, narcóticos, fauna y flora, rastro y oteo, búsqueda y rescate, hidrocarburos, entre  otras. “Son miembros importantes para la Institución. Primero, porque son seres vivos que tienen comportamientos, sentimientos y necesidades específicas. Segundo, porque son integrantes de nuestra familia y forman parte de nuestros entorno y cotidianidad; y tercero, porque son profesionales de la Policía que, así como nosotros, pasan por un proceso de selección, incorporación, capacitación y de reentrenamiento permanente”, asegura el coronel Francisco José Ruiz Antia, subdirector de Carabineros y Seguridad Rural.

Una vez en la estación de Carabineros y Guías Caninos Coronel José Agustín Ramos Rodríguez, un complejo de grandes zonas verdes, me saludan con olfateadas (como señal de reconocimiento) y varios lengüetazos. Jugamos un rato previo a las fotografías y luego, luciendo su chaleco policial, se dejan retratar juntos a sus guías humanos. Una dupla o una terna basada en el conocimiento y la confianza, pues el vínculo que se establece es determinante para el  desarrollo del trabajo y los resultados. "El adies­tramiento contempla una serie de procesos y  fases en los que siempre se aseguran el bienes­tar y la seguridad del canino. Para la institución se trata de un procedimiento estandarizado: el  registro de determinado objetivo; para el uni­formado se convierte en su servicio policial, y  para el perrito significa un juego; él va a buscar sus juguetes", dice Ruiz Antia.

Cinco historias perrunas que demuestran  que para ser un héroe no se necesita tener su­ per poderes, sino preparación, valentía y de­  terminación suficientes para hacer siempre las cosas bien y, sobre todo, con el corazón.

Amigos por siempre

Mary y Rocky son de los dos grandes  amores de la patrullera Marleny Goyene­che Delgado, quien lleva seis años como  miembro de la Policía Nacional, este úl­timo en la dirección de Carabineros y  Guías. Un trabajo que siempre soñó gra­cias a su cariño por los animales. "Desde  mi infancia, siempre he estado en contac­to con caninos. En mi casa tenemos dos  que fueron adoptados, por lo que lograr  combinar mi gusto por ellos con mi pro­fesión policial es una bendición", confiesa.  Rocky (5) hace parte la unidad de explo­sivos, mientras que Mary (3) está entre­  nada en la unidad de narcóticos.  "Son dos  polos opuestos: ella es muy obediente,  juiciosa, aprende rápido y es muy cariño­sa con las personas, mientras que él es un 'terremoto' pequeño, una cajita llena de  sorpresas".

Con Rocky a su lado, la bogotana recorre lugares de gran afluencia de personas como conciertos, estadios, campeonatos deporti­vos, entre otros, para prevenir que personas  inescrupulosas utilicen material explosivo para causar daño. Mientras que con Mary, conocida como 'la Mona', en el Estadio el Campín, en Bogotá, inspecciona personas  y sitios para disminuir los índices de delin­cuencia y narcotráfico. "Son mis mejores  compañeros. A pesar de que no tengan la  capacidad de hablar, puedo identificar su  estado de ánimo, sus señales y comporta­mientos gracias a la gran afinidad que tene­mos. Para mí, significan dos angelitos con colitas que Dios puso en mi camino para poder servirle a la comunidad".

El salvador de los desastres

En la madrugada del 1 de abril del 2017, Colombia se despertó con la tragedia de Mo­coa, un desastre natural que cobró la vida de más de 300 personas y dejó alrededor de 400 heridos, además de la destrucción de  viviendas, puentes y vehículos. Al rescate  acudieron cientos de uniformados de dife­rentes especialidades, entre ellos uno muy  especial: Yopal, un perrito rescatado de las  calles, que hoy en día forma parte del equipo  de Operaciones de Emergencias y Desas­tres de la Policía Nacional (Ponalsar). En  esa oportunidad, el criollito encontró cinco  personas sepultadas, cinco seres a quienes le pudieron dar cristiana sepultura y que no  se quedaron en la larga lista de desapareci­dos del suceso, que al día de hoy superan las 300 víctimas. "El intendente José Mendivelso lo encontró abandonado en el municipio  de Facatativá, por lo que decidió sacarlo de las calles, darle a tención médico-veterinaria  y postularlo para que hiciera parte de la  Policía Nacional. Luego de varias pruebas  que se le realizaron, empezó el proceso de  adiestramiento, explica el patrullero Fer­nando López. Han pasado cuatro años desde entonces, y Yopal ha participado en  emergencias como el derrumbe del edificio  Blas de Lezo en Cartagena y el reciente co­lapso del puente de Chirajara, entre Bogotá  y Villavicencio. Para la modalidad de resca­tes acuden siempre tres uniformados: guía, canino y enfermero, una terna que trabaja  mancomunadamente: "Yopal forma parte  de nuestra familia. Escomo un hijo más que  requiere todo el amor y el cuidado", asegu­ra Juan Pablo Montaño Cuesta, jefe de la Unidad Canina del grupo de Operaciones de  Emergencias y Desastres de la Policía Na­cional (Ponalsar).

¡Gracias, Doll!

Desde sus nueve años de vida, este juguetón y alegre Golden Retriever vivió y trabajó siete años en el Aeropuer­to Internacional El Dorado, de Bogotá. Gracias a su capacidad y fortaleza para hallar todo tipo de estu­pefacientes, este peludito salvó a miles de jóvenes de  ingresar al peligroso mundo de la drogadicción. "Es uno de los mejores caninos de la Policía Nacional y  tiene un gran récord, pues durante su tiempo de servicio encontró de seis a siete toneladas de narcóticos. En esta ocasión halló de 40 a 45 kilogramos de clorhi­drato de cocaína en una especie de cilindros que iban  a salir del país. Era muy difícil encontrarlos, pues es­taban tan compactados que tocó abrirlos con una pu­lidora", recuerda el subintendente Édgar Humberto Reina León, uno de los guías de Doll.

Hoy en día, el travieso Doll - que mordió en un par de ocasiones mi libreta de apuntes, y que gra­cias a sus logros luce con orgullo una medalla de  reconocimiento- goza de su pensión en una finca de la Institución ubicada en Facatativá. Allí es cui­dado y vigilado 24 horas por diferentes especia­listas y visitado frecuentemente por compañeros  como el patrullero Óscar Duarte Vega, que trabajó  con él durante seis años. "Más que un compañero de oficio es un amigo. Los méritos y las felicita­ciones que he obtenido han sido gracias a él y a su operatividad ", explica.

El más tierno de la manada

lgor es uno de los guardianes del aero­puerto El Dorado, de Bogotá. Con cuatro años de edad, el Golden Retriever que se caracteriza por ser amable y amoroso, tiene un registro de cerca de dos toneladas de es­tupefacientes encontradas. Al igual que sus colegas peludos que rondan la terminal área,  Igor tiene la capacidad de memorizar y reco­nocer más de cinco tipos de sustancias dife­rentes, capacidad que adquirieron gracias a  un completo entrenamiento previo, en el que el juego es crucial para aprovechar su alta capacidad olfativa. "Somos el mejor equipo. Llevamos cuatro años trabajando juntos. Puedo decir que no solo es mi compañero de empleo, sino de vida. En los momentos de descanso aprovechamos para salir a pasear, lo peino y lo cuido, porque además es muy consentido", confiesa el patrullero Pablo Za­mora Fernández.

Cortesía: Revista Aló – Lessly Alfonso Trujillo.

Fotografía: Diego Santacruz