El señor Coronel Héctor Jairo Betancourt Rojas expresa:
"Cada año, durante las celebraciones con pólvora, millones de animales domésticos y silvestres se enfrentan a un enemigo invisible: el sonido estremecedor de las explosiones. Mientras para muchas personas los fuegos artificiales representan un espectáculo de luces y alegría, para ellos ese estruendo repentino se interpreta como una amenaza inmediata.
El oído de los animales es mucho más sensible que el de los seres humanos, por lo que un solo estallido puede desencadenar en ellos un aumento brusco del ritmo cardíaco, temblores, desorientación y ataques de pánico. En los hogares, los perros suelen intentar huir desesperadamente, exponiéndose a accidentes, lesiones o incluso a perderse. Los gatos, aunque más silenciosos, pueden ocultarse durante horas o dejar de alimentarse debido al estrés.
La situación es aún más crítica para la fauna silvestre: aves que chocan contra edificios en plena noche, mamíferos que abandonan sus madrigueras y crías que quedan sin protección son solo algunas de las consecuencias registradas durante estas fechas.
Aun cuando para las personas el ruido de la pólvora dura apenas unos minutos, para los animales puede significar una experiencia traumática y duradera. Por ello, las organizaciones defensoras del bienestar animal invitan a la ciudadanía a reflexionar antes de encender un cohete o un volador, recordando que hay vidas que sienten, que escuchan y que temen."