Todo comenzó con una llamada llena de nostalgia; la patrullera Eliana María Arroyave Atehortúa, integrante de la Policía Comunitaria en Marmato, recibió la voz quebrada de Estefanía Diosa Gallego, de 34 años, quien, desde Ciudad Bolívar, Antioquia, le contó que llevaba más de dos décadas buscando a su madre. Estefanía y sus dos hermanas, Eliana y Laura, habían crecido lejos de Alba, las cuales habían dejado al cuidado de sus abuelos en busca de mejores oportunidades. El tiempo pasó, y ahora, las tres mujeres, casadas y con sus propias familias en los municipios de La Pintada y Caramanta, nunca perdieron la esperanza de reencontrarse con su madre.
La patrullera Eliana asumió esta misión con un compromiso profundo; empezó una búsqueda incansable a través de redes sociales, grupos de WhatsApp y reuniones comunitarias en Marmato, donde existía la posibilidad de que Alba residiera. Tras varios días de rastreo, Eliana finalmente contactó a Alba en la Vereda Manzanillal, en Marmato, donde una familia la había acogido desde hacía cinco años después de haber llegado buscando otra oportunidad de vida después de haber perdido a su compañero sentimental.
Cuando logró localizar a Alba, Eliana comenzó a planear hasta el último detalle del reencuentro, consciente del inmenso valor emocional que este momento tendría para cada una de ellas. Y así, finalmente, llegó el tan ansiado día. Las tres hijas de Alba: Eliana, Estefanía y Laura, ahora entre los 32 y 36 años, viajaron con el corazón lleno de emoción y nerviosismo para reencontrarse con la madre que siempre habían amado y extrañado. Al llegar, un abrazo largo y profundo rompió la barrera de los años y las distancias, recordándoles que, aunque sus caminos habían sido diferentes, el amor siempre había estado intacto.
Este reencuentro no pasó desapercibido; la coronel Liliana Andrea Jiménez Falla, comandante del Departamento de Policía Caldas, funcionarios de la administración de Marmato, y familiares cercanos, incluyendo hermanos, cuñadas y nietos, fueron testigos de la emotiva escena, compartiendo la alegría de una familia que se unía nuevamente.
Para doña Alba, ver a sus hijas reunidas y escucharlas, cantarle el cumpleaños por primera vez, fue un sueño hecho realidad. Con lágrimas en los ojos, agradeció profundamente a la Policía Nacional, diciendo que este había sido “el mejor regalo de cumpleaños que jamás podría haber imaginado”.
Este encuentro es solo el comienzo de una nueva etapa para Alba y sus hijas, quienes, después de tantos años, pueden empezar a escribir juntos un nuevo capítulo de sus vidas.
La Policía Nacional, “Patrimonio de los colombianos”, reafirma su compromiso no solo con la seguridad, sino con la construcción de historias que sanan y unen corazones. Hoy, la historia de Alba y sus hijas queda grabada como un símbolo de esperanza y amor, una inspiración que recuerda el valor de los lazos familiares, que ni el tiempo ni la distancia pueden romper.