La casa nueva de “Kinini”. Un compromiso que trascendió más allá del deber.

Policías construyeron con sus propias manos una vivienda, cumplieron el sueño a José y sus tres hijos.
  • Policías construyeron con sus propias manos una vivienda, cumplieron el sueño a José y sus tres hijos.
  • Policías construyeron con sus propias manos una vivienda, cumplieron el sueño a José y sus tres hijos.

José Ignacio Martínez es un hombre de 62 años trabajador y emprendedor, sostiene a sus hijos vendiendo tintos hace 15 años en el municipio de La Plata al sur del departamento del Huila; desde que su esposa lo abandonó este hombre decidió enfrentarse a la vida para darles un buen futuro.

Es padre cabeza de hogar y con su ejemplo de trabajo honesto, en una casa muy humilde construida en guadua y en condiciones precarias en el barrio La Reforma, educa a sus tres hijos Cesar de 12 años, Gerson de 10 años y Francis de 8 años de edad, quienes diariamente madrugan a estudiar en un colegio público de La Plata. 

Todos los conocen como "Kinini" y su labor  fue la que le permitió conocer a nuestros policías, quienes por medio de su compromiso y vocación cambiarían por completo su calidad de vida,  gracias a esos "tinticos" calientes, compañeros de los turnos en la madrugada los policía de la Estación fueron poco a poco viendo como una persona con tanta humildad se convierte en ejemplo, esto tocó el corazón de los policías del municipio y fue ese el motor que hiciera trabajar a todos por una misma labor social.

Así nació un sueño colectivo, entre todos acordaron construir más allá un nuevo hogar, más seguro  y más digno para él y sus hijos. La iniciativa liderada por el teniente Alexander Escobar Palacios quien se encargó ir más allá de su servicio como policía, ensanchando su espíritu humano de una forma desinteresada y sobresaliendo a la adversidad se ingenió con sus subalternos como ir consiguiendo ladrillos e ir recolectando otros  elementos que eran necesarios para la decir "manos a la obra".

De la solidaridad de policías y comunidad todo fue tomando forma, tocaron muchas puertas  y así se fue juntando además de los materiales las manos de los uniformados que tenían conocimientos con los que fue posible delinear con trazos la nueva imagen de la morada y subir paredes y techos.

Cabe indicar que en esta historia no todo fue color de rosa, pasaron  momentos duros como el día en que los primeros recursos se agotaron, sin embargo, no desfallecieron al noble proyecto y  como un ángel apareció la señora Andrea Salazar una mujer de gran corazón quien dio un significativo aporte, lo que impulsó la gigante obra de nuevo, igualmente el teniente Escobar con la ayuda de comerciantes logró que nuestros arquitectos de sueños terminaran la obra.

Fueron muchos días de sacar arena, pegar ladrillos, aguantar sol y lluvia, pero finalmente en tan solo un mes lograron entregar una vivienda digna a José Ignacio y su bella familia; un día en que con lágrimas en sus ojos y tomados de las manos  agradecieron primero a Dios y luego a sus amigos policías que sin esperar nada a cambio cumplieron el mayor sueño del ejemplar padre.