El criadero de mulas para el posconflicto

Este criadero, único de la Policía para este tipo de semovientes, empezó a funcionar el 2 de diciembre de 2010.
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Desde que nacieron en febrero pasado, Sabio y Sentimiento no tienen papá, y si lo  tuvieran tampoco lo van a conocer. En su reemplazo cuentan con una especie de padrastro que los ha acompañado y que vela para que reciban comida y crezcan sanos.

Se trata del intendente jefe Manuel Antonio Burgos, un adiestrador de equinos con cerca de 20 años en la Policía y que en los últimos siete meses se ha convertido en el doliente de estas dos pequeñas mulas de pelaje zaíno que crecen en predios de la Escuela de Policía Rafael Reyes, en Santa Rosa de Viterbo, en el norte de Boyacá.

Es por eso que cuando el intendente jefe aparece en el potrero con un balde, estas dos mulas lo persiguen y, como si fueran turnándose, van metiendo su trompa y sacan bocanadas de concentrado.

Previamente a soltarles del todo el balde para que sacien su antojo, Burgos acaricia a sus consentidas, rasca sus panzas y, junto con el patrullero Wilson Yair Agudelo, un joven llanero nacido en el campo, les enseña a jugar, a echarse en el suelo y a pasar una por encima de la otra. Al final, como premio, el intendente les da de su mano concentrado.

“La mula memoriza absolutamente todo y por eso se trata de que durante la doma memorice cosas positivas, que son en beneficio de ellas mismas”, dice el intendente jefe Burgos.

Sabio y Sentimiento son producto del cruce de un asno y una yegua y hacen parte de los cerca de 200 mulas que han nacido en el Criadero Santa Rosa y que la Dirección de Carabineros empezó a enviar a las zonas donde han hecho presencia las Farc. Esos ejemplares serán utilizados como medio de transporte de los carabineros que están llegando a esas regiones y que estarán allí durante el proceso de consolidación de la paz.

La fundadora

Adriana Cabezas, médica veterinaria y mayor de la Policía, explica que la idea del criadero mular surgió durante la Ruta Libertadora, en la conmemoración del Bicentenario de la Independencia. “Se vio que las mulas son resistentes, inteligentes e ideales para las zonas montañosas y las trochas, mientras los caballos importados son pesados y están adaptados a las planicies”, explica.

La oficial llegó en el 2010 a Santa Rosa con el objetivo de estudiar la viabilidad del criadero y allí se quedó para organizar y dirigir la reproducción, la cría y el adiestramiento de estos equinos.

Este criadero, único de la Policía para este tipo de semovientes, empezó a funcionar el 2 de diciembre de ese año. La institución también tiene criaderos de caballos en Mancilla, en Facatativá (Cundinamarca) y en El Verdún, en San Martín (Meta), con los que se busca mantener un amplio número de equinos al servicio de la Dirección de Carabineros.

Pero además de la mansedumbre y la inteligencia que demuestran tener, las mulas han gozado de respeto entre los campesinos, porque las consideran animales capaces de presentir el peligro, algo lo corroboran los policías, quienes dicen que cuando el animal va por un camino y presiente el peligro se echa o se resiste a continuar. “Es como si supieran que algo va a pasar”, recuerda el intendente Ignacio Acero.

De Santa Rosa han salido ejemplares hacia Antioquia, Valle, Córdoba, Cundinamarca y Boyacá, todos pasaron sus primeros años en esas verdes praderas y, como Sabio y Sentimiento, también tuvieron cuidadores y recibieron los mismos consentimientos.

Una de ellas es Pasión, una mula alazán que a los tres años de edad es la mayor de la recua y que ha aprendido a sentarse y a dar la mano y a ponerla sobre el hombro del policía que la cuida. También está Quincy, otra dócil mula alazán que permite que su adiestrador la monte sin aperos ni estribos. La docilidad de estas mulas se logra,  explica la mayor Cabezas, porque desde que el animal nace tiene una persona a cargo que le da buen trato y lo acaricia, para que se acostumbre a la presencia de las personas, les coja confianza y nos las vea como sus predadoras.