Una mañana de junio, un perro laco, enfermo y herido se acercó temeroso al aeropuerto Matecaña, de Pereira, y encontró una mano amiga entre los policías que prestaban seguridad en el terminal aéreo.
“Parecía que lo usaban para peleas. Estaba tan mal que nos tocó hacerle una transfusión de sangre para poderle salvar la vida”, recuerda el subintendente Franklin Barrero Calderón, un ibaguereño con 11 años de experiencia en la guía de caninos policiales y protector de Erik.
Y a los dos meses, Erick comenzó a sacar su casta, resultado del cruce de Pitbull y Labrador. Con un poco de entrenamiento de su protector llegó a Bogotá a participar de un curso de rescate y compitió con otros 35 animales. Sólo el perro abandonado y otros dos pasaron la prueba. Y luego, en Guayaquil (Ecuador), obtuvo la certificación internacional. Con ese palmarés comenzó a participar en la búsqueda y rescate de víctimas. “En la tragedia del barrio Luis Carlos Galán de Dosquebradas, producto de la explosión de gas natural, participó en el rescate de 12 cuerpos sin vida”.
Su destreza y valor lo hicieron merecedor de la medalla ‘Animal Héroe en Colombia’. Pero los años se le vinieron encima, sumados a una insuficiencia renal, llevaron a los expertos a concluir que la única salida era el sacrificio, una muerte digna.
“Como policía, me siento orgulloso de haber salvado a un animal que salvó muchas vidas y que contribuyó con la seguridad del país”.
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