En pleno bosque, en medio de la manigua, lo primero que apareció de entre las entrañas de la tierra amarillenta fue un cráneo triturado y, luego, uno más, partido en cuatro pedazos. Segundos más tarde quedaron al descubierto los restos de un niño y los de una joven. Pero faltaba más tristeza: unos huesos no eran humanos, eran los de un perro, la mascota de la familia masacrada por la guerra y condenada a una tumba carcomida por la maleza y el olvido.
Este es el rostro del conflicto armado que a diario desentierran los expertos del Laboratorio de Identificación Humana Especializada, creado hace diez años por la Policía Nacional para contribuir a la ubicación de fosas ilegales e identificación de víctimas, el cual será clave en el posconflicto para hallar a más de 27.000 desaparecidos.
Este equipo, integrado por expertos en antropología, genética, odontología, química y balística, ha efectuado más de 3.200 diligencias de búsqueda en todo el territorio nacional y recuperado 1.700 cadáveres, entre ellos el de Carlos Castaño Gil, el otrora poderoso jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia, organización responsable del desplazamiento de más de un millón de colombianos. También fue el encargado de encontrar las 11 víctimas del llamado ‘Monstruo de Monserrate’, en Bogotá.
Esta capacidad humana y científica no solo permite recuperar los cuerpos. También los identifica plenamente y los entrega a sus familias, que por años vivieron la pesadilla de la incertidumbre por no conocer el paradero de sus seres queridos. Eso les permite hacer el duelo y mitigar en algo el dolor que les dejó la barbarie. Cada detalle es fundamental en esta noble tarea. Con la ayuda de palustres, pinceles y una paciencia infinita, de la tierra brotan escapularios, pedazos de camisas, cinturones, manillas, zapatos, billeteras, medallas religiosas… El objetivo, ponerles rostro, un nombre y un apellido a estos elementos convertidos en testigos silenciosos de la crueldad humana.
De cara al posconflicto, el Laboratorio se viene preparando para seguir contribuyendo a las crecientes demandas de colombianos que reclaman verdad, justicia y reparación. Por eso, se creó la plataforma SIGAN (Sistema de Información Geográfica en Antropología Forense), que permite realizar una planificación adecuada de las diligencias de exhumación, teniendo en cuenta desde las condiciones climáticas hasta las acciones de alteración del orden público.
Su propósito es facilitar la construcción y resolución de hipótesis de identificación en el laboratorio, pues hace accesible la información de campo al antropólogo que está liderando el análisis del cadáver esqueletizado, siendo, además, una herramienta que garantiza el derecho de las víctimas a conocer el estado de avance de los procedimientos de identificación, por medio de la consulta en la web. Actualmente este aplicativo se encuentra en su fase piloto de alimentación, esperando contar con su plena operación y servicio a la ciudadanía mediante un link ubicado en la página de la Policía Nacional.